jueves, 31 de diciembre de 2015

La funa XIV

XIV.

¡BASTA! ¡Por Dios! ¡como es posible! He caído nuevamente en lo mismo, he escrito quince páginas sobre elucubraciones de la vida de otro y ustedes me han seguido sin escatimar esfuerzo, es más,  podría suponer hasta con morbo. ¿que necesidad tienen ustedes de saber sobre la vida de alguien no admirable, de alguien tan común y corriente como Roberto Naum? y ¿que necesidad tenía yo de escribir sobre ello? ¡Ah! Pero claro, podría decirles aquí que se trata sólo de una trampa, que he inventado esta historia ante ustedes y que los he hecho seguirme hasta aquí despertando su curiosidad, por el solo hecho de mostrarles cuan interesados podemos estar en la vida y en los pecados de otro, pero solo estaría siendo oportunista, en realidad lo escrito es tal como lo que imaginé y tal vez en otro momento (me tienta aquí escribir una expresión  de absoluta soberbia como: "si se me da la gana", pero me abstendre de hacerlo) llegue a contarles el final de esa historia.

Tal vez sea preciso ahora seguir aclarando el sentido de mi odio, que ya no sé si es precisamente este el nombre más adecuado. Quisiera aclarar sobre este punto y quizá recién aquí entiendan el real sentido de estas páginas.

Estoy en la quinta década de mi vida, tengo una profesión que me ha dado de sobra, dos matrimonios,  tres hijos (una pequeña que me roba el alma con la expresión de sus ojos) y de pronto siento que no he hecho absolutamente nada, o nada bueno, que estoy en disgusto con la vida,  (que no se me mal interprete,  jamás he pensado en el suicidio como salida, o bueno tal vez si, pero en momentos de cólera) no por no querer vivirla,  sino por creer que es falsa, llena de sinsentidos, de apariencias, de cánones,  llena de moral y  de buenas costumbres,  que ahora ya no se si son buenas o no, pero estoy seguro de que no son mis costumbres y eso me indigna. 

Daré un par de  ejemplos para aterrizar la idea.

Primero uno simple para luego ir paulatinamente aumentando el grado de complejidad (sarcasmo puro)

Existirá acaso acción culinaria más común y simple que untar un trozo de pan (marraqueta, de preferencia  en su extremo) en el residuo de la ensalada que contiene por lo general el abundante jugo de un tomate maduro combinado si se quiere con aceite de oliva y sal a gusto, (lo sé, podría escribir recetas de cocina) o bien, sobre el plato que ha servido de asiento a una carne roja jugosa en su centro, para luego devorarlo en el más placentero de los deleites gastronómicos.

O por otro lado, ¿existirá acción más común, al menos en el mundo occidental, yo mismo por ejemplo, que al retirar (ayudar a retirar) los platos de la mesa no los haya vaciado y apilado,  uno sobre otro a modo de agilizar la tarea, y en cada una de esas veces haya pronunciado a modo de advertencia, como quien trata de evitar imprimir malas costumbres en los más jóvenes, la frase "esto no se hace"? ¿no se hace? ¿no? ¿ustedes no lo hicieron nunca? Así como este ejemplo banal, yo he descubierto miles,  en mi vida, miles a mi alrededor,  miles en la vida de todos. 

Vamos al segundo y por tanto más complejo.

La señora Juanita,  que me adora, que quiere a mi hija como si fuese su nieta, que respeta y hace cada una de las cosas que Carla le pide, que vendió su vida por poco mas que el mínimo, que es nana puertas adentro, lo que no es otra cosa que una forma más refinada y moderna de la esclavitud,  que ve a su familia (la real, aunque ella diga que nosotros somos como su familia, pero si algún día ella se fuese a trabajar a otra casa, doy por sentado a que ninguno de nosotros iría a verle y eso no lo hace uno con un familiar) ella que cuando se enferma, ha tenido que ir a "sacar hora" al consultorio por que a Carla le pareció descabellado hacerla carga familiar en la isapre, esa misma señora cuya existencia pareciese ser el epítome mismo de la desdicha, cree que se está ganando un pedacito en el paraiso y que un día, el día de su muerte o el día del juicio final (en la posibilidad de que esto ocurriese antes)  ella será una de las bienaventuradas y gozará de placer (espiritual por supuesto) eterno y la eterna felicidad, y ya nada será una preocupación, no tendrá que arreglárselas con su hijo que esta preso por robo con intimidación (si yo fuera víctima de tal injusticia, habría hecho mucho más que intimidar) y será testigo de como quienes no siguieron la palabra del santísimo, no serán admitidos en el mismo lugar y padecerán los fuegos eternos del infierno. Y eso la tranquiliza, la consuela y más aún,  la hace felizmente desdichada, felizmente enferma, felizmente neurótica, todo menos indignarla y yo que en mis crisis de existencialismo soy dado a cavilar sobre mi infortunio,  me veo tentado de rasgar sus ojos y mostrarle lo indigna que es su vida y como me corroe el que ella sea feliz en esa desdicha.

Tercero.  Vivimos en una sociedad que ostenta una justicia entendida como acuerdos que nos permiten la vida en comunidad y que además prohíbe y castiga las malas acciones conocidas en su forma jurídica como delitos. Más (y aquí está el punto al que quiero llegar) nuestra mala justicia castiga sólo en un rango determinado y en estrecha relación al poder que se tenga.

Vamos a algo más concreto. El robo por ejemplo. Estamos de acuerdo en que es una mala acción, un delito ¿no es verdad? Y bien podría decir yo, robo es robo y debe ser castigado por que robar esta mal. Ahora bien, podría apostar alguna parte de mi cuerpo a que si yo robase diez pesos a alguien, mi robo sería, por despreciable, insignificante y no tendría castigo. Lo preocupante del caso no es mi robo despreciable sino el hecho de que podría asegurarles con la misma convicción de que el castigo sería el mismo (es decir ninguno) si mi robo fuese multimillonario. De ésto existen hechos demostrados de sobra, a saber,  sistema privado de previsión, salud y política por mencionar algunos, que no tendría sentido especificar aquí.

¿O es que acaso se puede estar sobre la ley?

El asesinato por ejemplo.  Mi asesinato,  podría yo cometer finalmente mi asesinato contra Naum por poner un ejemplo, por el que, de manera muy probable, seria juzgado y condenado a pasar mis siguientes veinte o treinta años (tal vez un poco menos, dada mi buena conducta) privado de libertad. Más yo les pregunto, ¿hemos condenado y juzgado como humanidad, a todos quienes cometieron asesinato? ¿acaso se juzgó y condenó a quienes mataron durante guerras, durante conquistas, durante  luchas anti terroristas? 

Un ejemplo más local si se quiere, Nelson Fariña Jara cumple hoy  presidio efectivo por el delito de homicidio.  Colisionó mientras conducía ebrio, la parte trasera de un auto que era habitado por Emilia Silva de nueve meses, quien fallece víctima de las lesiones causadas. Poco tiempo después, se promulga una ley que endurece las sanciones contra quienes manejen bajo los efectos del alcohol.

El joven Martin Larrain, hijo de Carlos Larrain Peña,  senador de la república, atropella y da muerte en las mismas circunstancias a Hernan Canales. Poco tiempo después, es absuelto de todo cargo, sin embargo no se promulga con él ninguna ley para reblandecer las penas para quienes cometan dicha falta.

Sólo Dios sabe (notese que esto es exactamente lo mismo que decir "nadie tiene puta idea" por que hasta hoy, no se ha comprobado científicamente la existencia de Dios) cuanto he querido llegar a mi departamento de soltero (Compañía de Jesús 645-4b, no tengo certeza de que aún exista) quitarme toda la ropa y vegetar en presencia de todo lo que a diario oculto de mi. Lo hice tantas veces durante mi juventud de manera inconsciente, pero por Dios, cuán libre era en ese tiempo. Hoy el miedo más absurdo y aberrante me impide desnudarme en la que creo que es mi propia casa, aunque, acabo de empezar a cuestionarme que tan mío es ese lugar. No hablo del dividendo con el banco (en que se puede estar pensando cuando se adquiere una deuda a veinte años) hablo de cuanto tiene ese lugar de mi, de la voluptuosidad que en parte me constituye. Que tan libre puedo ser en ese lugar al que llamo mi casa. ¿Cuantas veces he entrado y me he despojado de todo como lo hacía antes cuando incluso llevaba mucho menos encima? Probablemente ninguna.

viernes, 18 de diciembre de 2015

La funa XIII

Esta escena mental perfecta era proseguida a menudo por múltiples variantes en las que Naum daba rienda suelta a su imaginación. En muchas, él se veía dominando la situación  y proveyendo desenfrenado placer  a las dos mujeres. En otras tantas,  era él mismo, el que se entregaba como objeto del deseo de ambas. En todas, los tres quedaban encantados de aquel nuevo descubrimiento en sus vidas.

El hecho, antes que nada, reforzada la amistad entre ambas, que ya contaban entre sus experiencias de vida más intensas, una en común. En él,  hacía nacer además un cariño especial hacia Angela y sin duda lo hacía partícipe de la amistad al mismo grado en que ellas la sostenían. Por último, reforzaba el lazo en su matrimonio haciendo sentir a ambos, fascinación por esta nueva complicidad de la que formaban parte y que los hacia dedicarse miradas cómplices mal disimuladas y ante todo satisfechas, en reuniones sociales, como queriendo mostrar que el tema era una cuestión resuelta entre ellos, en cuanto alguien tocara de soslayo temas relacionados a la intimidad de pareja.

Tanto la escena, como lo que seguía, como las que venían después, eran en la mente de Naum, algo perfecto y en tal fantástica fantasía, ya no sentía ese sentimiento de ingratitud y de doble vida que lo agobiaba desde hacía algún tiempo.

Nuestro hombre pasó las siguientes semanas procurandose datos sobre Angela.

Era necesario,  una vez que le hubiere planteado el encuentro a su mujer, que ambos hicieren partícipe a la joven, de la propuesta lo que sin duda,  debería tener en consideración tales o cuáles características de su personalidad, que eran imprescindibles de averiguar antes.

No obstante,  preguntar a su mujer demasiados datos sobre la muchacha, podía hacer sospechar a ésta,  de que el propio Naum tenía algún interés en la joven y luego interpretar la propuesta del trío como un juego amoroso en el que seguramente ellos, Naum y Angela estarían,  involucrados desde antes.

La misma razón, fue la que lo llevó a descartar de plano el conseguir de alguna manera el numero de Angela y proponer la aventura antes que a su compañera. Definitivamente esta complicidad previa podía resultar demasiado sospechosa y contraproducente.

Naum se veía entonces, obligado seguir su plan en estricto orden, sin que las circunstancias le permitiesen adelantar camino por otro flanco.

Pero la idea de dejar que las cosas se diesen solas, podía implicar una espera demasiado larga y el hecho de averiguar datos útiles sobre Angela, solo a partir de la observación detenida de las reuniones que esta sostenía con su mujer, le resultaba en algo demasiado lejos de su alcance.

Sin duda era necesario plantear la cuestión cuanto antes a su mujer. Había notado cierta lejanía entre ambas, que temía podía ser antesala de que la amistad entre ellas se estuviese enfriando e hiciera con ello claudicar toda posibilidad de llevar a cabo su nuevo propósito.

Una noche antes de acostarse, logró decirlo ante su mujer.

Claro que la cuestión fue todo menos natural. (El hecho podría incluso calificarse de violento). Naum Pretendió adoptar una actitud ordinaria, intentó lograr un ritmo de respiración constante, inhalo por su nariz y exalo por su boca treinta veces y luego contuvo la máxima cantidad de aire dentro de sus pulmones durante veite segundos, seis veces, lo que le llevó en total seis minutos y medio(y le dejo un tanto mareado). Luego   manipuló un adorno hecho con alambres color bronce y cuentas de colores, que su esposa le había regalado hacía unos años, como disipador de estrés, (que, por lo general, no hizo otra cosa que dejarle más nervioso) luego logró completar las caras azul y verde del popular cubo con cuadrados de colores (jamás pasó de dos caras y estaba convencido de que el suyo debía de tener algun desperfecto). Después se encerró en el baño, cortó las uñas de sus pies, completó tres puzles con lápiz grafito marca faber (del tercero faltaron tres palabras de actualidad, que no pudo descifrar), luego salió del cuarto de baño, se sentó en la mesita de la cocina (mientras su mujer ya terminaba de lavar los platos de la cena) castañeteo frenéticamente los dedos sobre el trupan de la mesa de diario, sudo frío y con una agitación y una seriedad inusitada(que no tuvo antes, ni en los momentos más tensos), pronunció la siguiente frase. -he pensado que deberíamos hacer un trío con Angela.  Luego se puso de pié,  botó y quebró una copa de cristal que había sucia sobre la mesa (la que no se devolvió a recoger) y se dirigió con paso presuroso hasta la habitación.(cerró la puerta de golpe) Ni su mujer ni su pequeña (afortunadamente) entendieron de que se trataba.

Aquel incidente en la cocina tan fue desconcertante para todos, (incluso para el mismo), que se reprochó el no haber podido siquiera percatarse de la cara que puso su mujer en ese momento, cuestión que, según se había dicho, era básica para continuar con el plan trazado.

A los pocos minutos del incidente la mujer entra en la habitación, se sienta en el borde de la cama y encara a Naum.

-¿me puedes decir por favor que es lo que te pasa? Has andado toda la semana extraño, llegas tarde, pasas de largo, el viernes pasado que vino Angela, te dedicaste a observarnos y a hacer anotaciones,  durante las tres horas que estuvimos conversando. Ella incluso se sorprendió de que ni siquiera la saludaras, no me diriges la palabra hace ya unos días más que para saludar y ahora para colmo te paras enojado, murmullas algo con una voz casi inaudible, destrozas una copa y te encierras en el dormitorio. Todo sin motivo alguno, por que, por lo que yo recuerdo, no hemos tenido discusión alguna. Te lo pido, Roberto, en serio, si estás pensando en irte de la casa, prefiero que me lo digas ya. 

Luego de esto, ella se para, se dirige al baño, cierra la puerta y exactos tres segundos y medio  después, se escucha el cerrojo, que en lenguaje femenino significa, párate, golpea y suplica por tu perdón

Naum, que ostenta un acabado conocimiento de la psicología femenina (o que a veces intuye con mediana precisión) hace lo propio con la puerta, el cerrojo y las disculpas. Tampoco era la primera vez que ella utilizaba la separación como medida de presión en circunstancias similares y por tratarse esta vez, tan solo de un mal entendido, no le fue tan difícil reanudar la comunicación.

En ese instante,  Naum se da cuenta de que es preciso, antes que nada, lograr una comunicación asertiva con su mujer. Ya no basta el beso tierno de la entrada para luego sentarse a pensar en sus contrasentidos. (Naum da la imagen de tipo resuelto, pero en el fondo, está tan plagado de contradicción como yo) Es preciso volver a tener esa complicidad del noviazgo, eso de comunicar con miradas, de esta manera,  quizá incluso no sería una necesidad el buscar palabras para expresar su deseo. Tal vez con esto ella (su mujer) sentiría lo mismo. Tal vez incluso lo propondría ella. Es más,  tal vez, después de que Naum finjiera un tanto de asombro, (solo por protocolo, ya que en el fondo sabría que fue precisamente él quien la llevó pensar en esa aventura) el diría:

-y a Angela, ¿como le diremos?

Por que en tal escenario en el que ya esta resuelto (de manera tan conveniente) el tema de la propuesta, era necesario resolver el cómo decirle a Angela, es decir, se puede llegar a tener suma complicidad de manera tal de que  siquiera fuese necesario proponerlo (esto ya es muy optimista) pero no se podía pretender de que un tercero (Angela en este caso) también se diese por notificada de la propuesta. 

-ya he hablado con ella y está encantada con la idea

Aquí la fantasía de Naum cierra perfecto y no es necesario más que llevarla a cabo. El problema es que sigue siendo una fantasía. 

jueves, 17 de diciembre de 2015

La funa XII

Una mañana, Naum intentó plantear el asunto a su mujer.

Había ideado para ello, una fórmula que plantearía la cuestión de manera natural, como el quería, pero además, lograba (de resultar) proponer el tema y dejar a ambos en la posición de consultados. Se trataba de contarlo como un sueño.

Al despertar, al alba, cuando aún su mujer estuviese un tanto dormida, y la totalidad de la cama estilo americano fuese ocupada por brazos, piernas y torsos, en su máxima extensión, bostezos a cuello extendido y boca abierta ,  diría con ligereza " soñé que hacíamos un trío con Angela". Naum podía tener pleno control y sano juicio, sobre todos los pensamientos de su vida despierta, pero como a cualquier ser humano, le era terreno indómito, todo lo que vinera a su cabeza mientras estaba dormido y el mismo podría sorprenderse de lo acontecido en uno de sus sueños. De esta brillante manera, ambos quedarían en posición de consultados y él,  podría simular sorpresa o espanto en caso de que ella calificase el sueño de aberrante o descabellado. En un momento incluso sintió orgullo de su concepción y de la psicología que era capaz de aplicar en pos de conseguir lo que deseaba.

A pesar de lo brillante del plan, Naum no contó con que, para llevarse a cabo, debía generarse la instancia de despertar unos segundos antes que su mujer, de lo contrario, al abrir los ojos, no la encontraría a su lado o bien estaría ella demasiado despierta como para  plantearle el asunto con la liviandad de quien cuenta un sueño del que acaba de despertar.

Naum no contaba hasta entonces con que, en días de semana su mujer siempre se despertaba antes que él,  para preparar el desayuno y los días en los que no se trabajaba, su hija era la encargada de llevar a cabo esta función, cambiándose hacia la cama de sus padres, lo que hacía imposible poner el asunto en discusión en su presencia. El hecho en sí era tan ajeno a la relación y a sus conversaciones, que tampoco era factible insinuarlo y que su esposa entendiera de que se trataba en sí de una propuesta. El planteamiento llevaba forzosamente explícitas las palabras trío y Angela.

Otro escollo con el que Naum no contaba, era que, su mujer solía ocupar para dormir cierto antifaz sobre los ojos  que le evitaba la luz y que le hacía a él imposible saber si ella se encontraba despierta o aún dormía.

Una mañana Naum adelantó en unos minutos la alarma del despertador y aún a riesgo de despertar a sobresaltos a su mujer, destruyendo de pronto cualquier instancia propicia que le permitiera el entablar una conversación pacífica, intento en tres opotilunidades pasar por encima de su cara con parte de su brazo durante un estiramiento, esperando algún gesto que le permitiese comprobar que ella estaba despierta, sin embargo no consiguió más que hacer que su cuerpo se girara resongando hasta darle la  espalda.

Otra mañana en la que no estuvo seguro de la vigilia de su mujer, simuló siete estiramientos con sus respectivos bostezos  (los dos primeros fueron en realidad reales) y repitió sin respuesta tres veces la frase sobre el sueño. Más tarde supo que su mujer había pasado una pésima noche y que se había dormido de madrugada después de tomarse dos clonacepam que era lo único que tenía a mano.

Finalmente y en virtud de los numerosos intentos frustrados, Naum decidió echar por tierra la posibilidad de contar el supuesto sueño y con ello poner sutilmente en la cabeza de su mujer, la idea que desde hacía un tiempo lo traía obsesionado.

Había logrado imaginar hasta los detalles más íntimos del encuentro. (Luego de que ambas aceptaran la propuesta claro)

Tendrían una divertida velada, en la que de a poco y gracias al alcohol o incluso con la ayuda de algún cigarrillo de mariguana, se irían acercando los cuerpos y deshinibiendo las conciencias.

Había construido incluso mentalmente una escena que le fascinaba y que repetía cada vez que tenía un minuto para distraerse. En ella, ya avanzada la noche y una vez que el alcohol hubiese permitido un franco acercamiento físico entre los tres, adornado por las carcajadas cristalinas de Angela, él,  se podría de pie pidiendo permiso a ambas para ausentarse un minuto. Mientras caminara al baño, oiría detrás de sus pasos carcajadas luego de que su mujer profiriera un alargador pero hilarante piropo en  alusión a la porción de su cuerpo que ambas miraban en ese momento. Naum fingiria no haber escuchado y seguiría caminando, sin embargo bajaría la vista y esbozaria una sonrisa con satisfacción, sintiendo profundo orgullo y en pleno conocimiento de que el piropo haría referencia a sus nalgas, que toda una vida de ciclismo, el que practicaba hasta hoy, le habría permitido esculpir a la perfección aquella porción de su cuerpo.

Una vez en el baño, revisaría su peinado y buscaría en su cajón, una pastilla para prevenir la disfunción, que habría conseguido con uno de sus amigos semanas antes, (seamos realistas, tiene cincuenta y tres años)  que aunque hasta entonces no habría tenido necesidad de utilizar, le habrían permitido prevenir del todo que se repitiera alguna escena como la ocurrida en su juventud. Más aun en  presencia de Angela, se habría dicho,  que seguramente estará habituada a buenos desempeños.

Luego, volvería a mirar su rostro al espejo y como es propio en el, con un aire de seriedad, se preguntaria en forma dramática "¿estas seguro de lo que vas a hacer Rob?" Para luego reír presa de su propia ironía y salir triunfante de vuelta al living (el salón que tiene los sillones).

Una vez de vuelta en el lugar, seria testigo de una escena perfecta.

Las dos mujeres, la suya y Angela, habrían acortado distancia y habrían comenzado a besarse tímidamente mientras sus manos habrían de recorrer el camino hasta sus cuerpos. Él se mantendría inmobil unos segundos en la entrada sin que ellas advirtieran su presencia y se diría mentalmente "gracias señor mío por este monento".

El presenciar esta escena, para él,  sublime, no sólo satisfacería el morbo impúdico que había sentido desde su adolescencia,  de presenciar una relación entre dos mujeres, sino que además,  le haría sentir dichoso de poder, por primera vez compartir con su esposa, el gusto y el deseo por otra mujer y que de esta manera la culpa recayera de manera cómplice en ambos, ya no por el hecho inmoral de serle infiel, sino por incurrir juntos en un acto impúdico y moralmente no permitido. Era esto último sin duda lo que lo llevaba a repetir mentalmente la escena una y otra vez durante esos días.

domingo, 13 de diciembre de 2015

La Funa XI.

XI.

CÓMO es de suponer y en atención a mi tendencia anterior, no escatimaré en elucubrar sobre las teorías que han llevado a tal ruptura.

Todo parte por el hecho en que se funda en él (en Naum) la idea obsesiva  de una relación sexual a trío, cosa que a sus cincuenta y tres años, se cuenta aun dentro de las fantasías no realizadas. 

En su juventud había sido objeto de la invitación, durante una junta, de dos de sus mejores amigas, que presas de una embriaguez, muy propia de algunos encuentros juveniles cristianos, con tinte espiritual,  habrían derivado en delirantes conversaciones de esta índole, que sin que ninguno de los tres se lo hubiese propuesto (llevaban semanas pensando en ello, después leer cada una, a escondidas un libro con un cargado contenido erótico, en donde personajes en situación similar, construían una relación de este tipo). A pesar de haber sido en ese tiempo mucho más joven y de tener un evidente mejor estado físico que el actual, que le hubiese permitido bueno y sano, satisfacer de sobra a esas dos señoritas, (incluso a tres, se atrevía a pensar) la embriaguez le jugó una pésima pasada y lo rindió dormido antes de empezar.

Por una especie de trauma y presa de la mayor frustración a la que puede optar un hombre en esa etapa de la vida, sus fantasías por mucho tiempo no volvieron a estar relacionadas al tema y jamás se atrevió a volver a intentarlo hasta hace algún tiempo en el que la obsesión había vuelto a anidarse a través de una conversación con una amiga de su esposa, de la que Naum, producto de unas copas de más, había creído interpretar como sugerente.

Por otra parte, le venía bien despejarse un poco de sus últimamente sombrios amoríos con Teresa, que desde hace algún tiempo, venían tomando un tinte profundamente  melancólico luego de consumado el acto y habían perdido de a poco ese fuego propio  de los primeros encuentros.

Naum había escuchado, hacía unos meses, en un programa de radio, hablar sobre un estudio de dudosa rigurosidad pero de muy conveniente resultado (a diferencia de mi, él presta menos atención al método científico y es mas crédulo de todo lo que lee) que concluía, basado en entrevistas psicológicas hechas a hombres y mujeres, que los hombres podíamos distinguir certeramente, solo a través de la mirada,  a las mujeres que se caracterizaban por tener mayor propensión al sexo.

Naum había creído observar varios de estos rasgos en el rostro de una amiga que su esposa llevaba poco tiempo de frecuentar.  Angela, bastante menor que él y que la esposa de Naum, era soltera y conservaba aún esa belleza delicada e inmaculada de la juventud, además de una personalidad liviana y risueña que animaban a Naum a participar de todas las reuniones en las que ella estuviera presente.

Por primera vez en muchos años, había vuelto a hacerse a la idea del trío amoroso sin que le vinieran a la mente imágenes de aquella ocasión en que su virilidad de durmió antes que él.  El problema radicaba en que a momentos dudaba de que efectivamente sus suposiciones sobre Angela fuesen acertadas y en el método (aún no definido) para plantear la cuestión a su mujer. Esto último era lo que lo traía más complicado dadas las profundas convicciones religiosas mantenidas hasta ese entonces dentro de su matrimonio.

Producto de su trauma, Naum no había tenido nesecidad de plantear antes el tema  y en las soslayadas conversaciones que habían procurado sobre cuestiones de esta índole,  ambos habían llegado a la conclusión de ser más bien tradicionales en el campo de las relaciones físicas, sin tendencia alguna a variantes de ningún tipo. Él,  aunque mayor que ella, siempre procuro mostrar (aunque no fuese cierta) una imagen moralmente  correcta, a veces incluso exageraba a propósito el todo conservador con la doble intención de, además de dar una imagen correcta, inducir en su esposa a que ella tomara un rol más libertino (soñaba con que fuese ella quien lo propusiera)

Aún cuando en estricto rigor, ella jamás tomó tal actitud, él,  sospechaba secretamente desde hacía algún tiempo, que ella se había hecho la imagen de estar con más de una persona al mismo tiempo y que podía incluso llegar a sentir una especie de atracción fisica por algunas de sus amigas, particularmente por Angela con quien se relacionaba con mucha naturalidad.

Por momentos, sus conjeturas parecían perfectamente fundadas y más de alguna vez estuvo a punto de planteárselo en conversaciones cotidianas durante la cena, con una naturalidad tal, que lo haría parecer absolutamente normal (se lo había propuesto e incluso  ensayado frente al espejo). Varias veces no lo hizo, única y exclusivamente, por estar presente su hija menor, quien podría querer hacerse parte de la discusión y pretender que se le explicase ciertos términos cuya explicación, por una cuestión de edad, aún estaba lejos de tener que entregar.

En otras ocasiones, sobre todo relacionadas a situaciones en las que su esposa mostró convicciones más cargadas de moral e hizo alusión al sentido común,  Naum creía caer en razón e imaginar una reacción de reproche e incluso asco frente a su propuesta y no le costaba imaginar que seria objeto de profundos cuestionamientos a su moral y hacia todas sus convicciones o las que creían tener en común y que habrían sido falsos cimientos de su vida matrimonial. En este escenario, temía perder con pan y pedazo, con su casa, su familia y con lo más preciado, el cariño de su hija.

martes, 8 de diciembre de 2015

La funa X.

Ha de ser cosa fascinante eso de confesar un crimen. Describir, más que el porqué, porque creo que todos, en absoluto, hemos deseado en algun momento de la vida cometer alguno, sin embargo, el motivo será menester de cada quien, lo que importa es el cómo, el paso a paso, lo que se hizo, lo que se planeó, los imprevistos, lo que se pensó mientras se hacía, y los segundos previos. Como se estuvo a punto de arrepentirse y como se dijo luego para si: "bueno ya he llegando hasta aquí, habrá que seguir adelante". Lo que se pensó después de que todo estuvo hecho, lo definitivo de los actos,  de que jamas se vuelve el tiempo atrás, en cómo cambiaría la vida de algunos, (y de la humanidad entera si esto llegara a saberse) a partir de ese preciso instante provocado por uno. De cómo se puede llegar a ser responsable del destino completo de un montón de personas, de cómo se llega, por momentos, al muy anhelado sueño de quedar, a perpetuidad, inscrito en el decurso de la historia. De cómo, generaciones completas después  hablarán de uno, del que cambió para siempre la vida de unos pocos y que servirá de ejemplo de lo que jamás debe hacerse para muchos otros. ¡Por Dios!, como me gustaría trascender a mi vida de esta manera, que se escribiese un libro, que hubiese quien indagara sobre mi y escribiese luego una biografía, y que en ella elucubrara intrincadas hipótesis sobre todos los sucesos en mi existencia que llegaron a generar la idea de cometer tales atrocidades. De que luego, algún aventajado en psiquiatría, elaborara una compleja clasificación de patologías mentales, en la que alguna de sus múltiples subramas llevase mi nombre. Por dios, que feliz sería yo, si algo así ocurriese. Me regocija de tal manera pensar en el que luego de algunos años, se leyese tal libro titulado por ejemplo "La Psicología Tras el Crimen de Roberto Naum" y de que alguien llegase a comprender mis motivos, a ponerse en mi lugar y a sentir que bien podría, bajo exactamente las mismas circunstancias haber llegado a hacer exactamente lo mismo. Por que uno puede llegar y leer la biografía de Ghandy o de la madre Teresa o de cualquier ser humano excepcionalmente bueno, pacífico, caritativo y se puede llegar a sentir admiración o simpatía, pero acaso jamás llega uno a ponerse en el lugar y a sentir que se puede llegar a ser aquella persona excepcional. No obstante,  bien podría yo  apostar mis genitales, a  que resulta menos lejana la idea, cuando el hecho en sí, resulta en algo inmoral, bajo o aberrante.

Es cierto, se lo que estarán pensando (debí haber sido mentalista) pero esta vez se los concedo.  He llenado treinta páginas de nada, que forma tan eficaz de hacerles perder el tiempo (puedo dejar la modestia a un lado y decir que, en general me resulta fácil hacer todo de forma eficaz, el problema radica en que casi siempre se trató de cosas deliberadamente inútiles).

Me veo en la obligación pues de darle sentido a estos escritos de una vez y por todas.

A escribir.

Por Dios, palabra que es difícil esto cuando no se es Cortazar o Julio Verne.

Es verdaderamente probable que fracase en ésto también. Que manía esta de procurarme mis propias frustraciones.

Ya les he dicho antes, de mi fracaso como esposo, por completo en mi matrimonio y sin que el segundo vaya por mejor camino. (Carla cada vez entiende menos lo que me pasa y sospecho que se avecina una crisis mayor).

Como padre, mi pequeña Martina representa la única esperanza de algún éxito en esta área, pero a menudo me sorprendo cayendo en entregarle las contradicciones más absurdas, como lo del viejo pascuero, el conejo de los huevos de chocolate (los conejos se reproducen por crías vivas y hasta ahora no se ha demostrado relación entre este fenómeno y la resurrección de Cristo) o esa copia grotesca, penosa y carente de sentido (en lo personal, no tengo la más puta idea de lo que celebramos en esa fiesta) que hacemos de haloween en Chile. 

Con los otros dos, a pesar de haber hecho lo moralmente correcto,  haberles proporcionado una familia, un techo, hasta que fueron capaces de valerse de si mismos, tampoco hay una relación, un lazo, tampoco me cuentan sus cosas, parecieran haber crecido de pronto y hasta hace un tiempo solo se acercaban a mi para pedirme dinero. Ahora que lo ganan, ya ni eso hacen, y cuando he intentado acercarme, no han escatimado en reproches a culpa de lo lejos que estuve antes, por las horas que preferí dedicar al trabajo en vez de a ellos. Y de pronto todo perdió el sentido. Yo que creía, hacía bien en trabajar de sol a sol para que nunca les faltase nada, para que al contrario, hubiese de sobra. Como paga, recibo a cambio reproches por no haber estado presente en los momentos importantes de sus vidas. Su madre que a mi parecer tampoco ahorró esfuerzos por permanecer a mi lado aún cuando nuestra relación se hubiere tornado ya de lo más hostil en el último tiempo, recibe como respuesta la más apremiada obsesión por dejar de vivir con ella como si quisieran huir desesperadamente del nido.

Podría, entonces, para darle un sentido a esto, (ya dijimos que no soy Neruda) seguir hablando de como he gastado buena parte de mi vida en experimentos inútiles y aunque se que a algunos podría llegar a parecer divertido, no me parece que se cumpliría con el objetivo de dar una continuidad coherente a estos escritos.

Podría también, terminar con este absurdo juego misterioso y esclarecer el enigma planteado en un principio a cerca de mi rol en la sociedad y aunque en algún momento pretendo aclararlo y considerando que muchos ya lo sabrán, mi objetivo con ello (con aclarar quien soy), era que ustedes comprendieran lo del odio de la sociedad a gente como yo, y sin embargo,  con todo lo que he contado hasta acá, me parece que esto (el lograr que se me odie) ya está bastante resuelto.

Podré contarles sino, a cerca de mis retorcidas fantasías acontecidas de la vida de Naum,  pero a pesar de que puedo probar estar en un noventa y ocho por ciento seguro, de que no se alejan en nada o muy poco de la realidad, no dejan de ser fantasías (como me perturba ésto)

Existe ,sin embargo, un hecho que si podría resultarme  interesante de contar.

Se de buena fuente que Naum viene desde hace un tiempo frecuentando a una mujer en forma constante. Sé que a diferencia de otras veces en que ha mantenido la reserva, quizá por no ser a su juicio aventuras de suficiente importancia, en esta oportunidad, aunque no lo ha manifestado, ha querido contarme en repetidas oportunidades, como quien de niño vive uno de sus primeros romances que quiere gritar al mundo o bien, por tratarse de un hecho reprobable y conociendo mi opinión al respecto del tema, a pesar de que jamas lo hemos conversado concretamente, ha querido contar con mi venia. 

Sin embargo, esta vez, Naum ha cometido una serie de errores que a mi juicio y a decir verdad, a juicio de cualquiera, lo han llevado a ser descubierto in fragante por su mujer, quien le ha dado plazo irrevocable para que deje su hogar y a la familia que hubieren formado juntos.

miércoles, 2 de diciembre de 2015

La funa IX

IX.

ESTOY agotado. A veces creo que debería pensar menos, luego me lleno de cólera conmigo pensando, en que hasta pensar en cuanto me agota pensar tanto, es en sí es un pensamiento. No logro poner mi mente en blanco, por que de  inmediato, me imagino en esta tarea y ya no estoy pensando en nada, sino en mi mismo pensando en que no estoy pensando. Es como el acto de enfrentar dos espejos. De niño una vez traté de imaginar que vería un espejo cuando se mirara al espejo y como ya estarán suponiendo lo llevé a cabo. Mientras lo hacía tuve la ilusión de que obtendría la imagen de la nada, pero muy por el contrario al asomar mi vista por encima de una esquina del enfrentamiento, vi aterrado como la imagen se reproducía hasta el infinito. 

Es diciembre y sé que se acerca una de esas época en que florece con mayor ímpetu, uno de los más gloriosos contrasentidos humanos de occidente. Y ya no es necesario que sea diciembre, por que el comercio lleva al menos dos meses encargado de ponerlo en la cabeza y en boca de todos.  Y ya hay que empezar a pensar en comprar regalos, en decorar la casa, en los invitados, en con quien se va a pasar este año, en la cena. Y la verdad es que ya desde hace unos veinte años que está fecha, para mi, resulta en una sola cuestión. Gastos.

Hace dos o tres años, cuando mi Martina tenía cuatro, enloqueci por hacer de esta una época grandiosa en su vida. Compré una máquina de espuma y justo a media noche fabrique una nevada artificial en la que cayeron copos de fina espuma muy similares a nieve en la entrada de mi casa. Me gané con ello abrazos y miradas de admiración por lo "buen padre" que era con mi hija, y por supuesto la mirada absorta de mi Martina,  que  estuvo fascinada con aquellos copos cayendo desde el cielo, transformando aquel antejardín  en un paraje estadounidense cualquiera.

Cuanto me arrepiento. Me he arrepentido desde el primer instante. Desde que compre la maquina, cuando la coticé, cuando la probaron frente a mi, cuando la estaba pagando, cuando la eche a la bolsa, cuando me preguntaron si era para regalo y dije que no, pero si, y la persona  rió, desde que llené su depósito con el químico que produce la espuma, que se llama "MagicFoam" y tiene una estrellita amarilla en vez punto de la i, desde que subí al techo y la deje instalada, desde que salimos al oír las campanillas que la señora Juanita amablemente accedió a agitar escondida en el arbusto de la entrada, aun cuando le negaramos el permiso para ir a ver a su familia al sur, argumentando de que ya había salido dos semanas  para las fiestas patrias.  Y los cuatro minutos antes de toda esta enorme farsa infame.

Ni la cara de sorpresa de mi hija, pudo quitarme la culpa de estar fundando en ella una contradicción tan absurda.

Recuerdo que esa misma noche  le pregunté, como queriendo adivinar, por qué le gustaba tanto la navidad. Ella no dijo nada del espíritu navideño (otra creación gringa) o de que se reúna la familia (de las pocas veces en el año que los veo) , o de que cenemos juntos, o de que se hagan buenas acciones (mentira, solo se compra) o de que la gente ande más contenta (estresada), ella no dijo nada de eso. -obvio papá,  por los regalos.

¿Que niño (o adulto) habrá de cuestionar tan absurda verdad, si se lo premia por creerla?

Les diré algo. En Santiago de Chile no neva,  y si ha pasado en forma muy excepcional, es en invierno. En diciembre acá es verano y hacen treinta grados. (Este año compre una pintura dorada en aerosol, con la que el domingo estuve decorando los árboles de la entrada).  Acá no hay pinos, no crecen en forma natural, sino por plantaciones con fines comerciales,  más hacia la costa. En ultimo caso, deberíamos decorar algarrobos, palmas, patagüas o coigües. (Para este año, compré un pino natural de tres metros y medio que no cupo en el living (el salón que tiene los sillones) y hubo que ponerlo en el patio, para eso habría que haber decorado el que había plantado)

Esperen, tengan la bondad de seguir adelante,  aun no he llegado a la mejor parte.

-y ¿por que crees tu, que el viejito pascuero viene en su trineo volador a traerte regalos? (admito haber sido aquí algo sarcástico,  pero ella jamás entendió de mala manera mis sarcasmos)
(el año pasado me disfrace de viejo pascuero. Soy flaco, fue un desastre, Gapar y Antonia, los hijos de mi sobrina mayor, aun me preguntan si era yo en realidad. Para este año decidimos contratar a alguien con experiencia)

Acá, como ya habrán de suponer, Martina no mencionó nada de la conmemoración del nacimiento de Cristo, que para estas alturas del mito, con lo de la fecha, es mera coincidencia.  Tampoco dijo nada sobre lo abrigado que anda ese pobre gordo, ni del trineo que vuela, ni del reno víctima de maltrato por sus pares a causa de su nariz roja e iluminada.

-por que me porté bien, dijo mi bella Martina, ya con unos diminutos ojos de sueño.

No sólo he engañado a mi hija durante años, sino además, chantajeo su comportamiento con una ilusión que llega a ser aberrante de lo absurda.

Momento, momento, déjenme adivinar. Estarán pensando (los más jóvenes al menos). .. lo voy a graficar en una frase mejor  -ah pero usted es como el "grinch" (no estoy seguro de si escribe así).

Pienso en eso y una carcajada nerviosa me sobreviene y me crispa las manos como si tuviese atrapado a alguien desde el pescuezo y no me aguantara las ganas de asfixiar. Porque ese grinch (o como se llame) también es un personaje amargado, pero no es esto lo que me irrita, (lo admito, soy de lo mas amargo) sino el hecho de que ese personaje proviene una película de hollywood. O sea, hasta para eso, hasta para oponernos, hasta para cuestionarnos (me incluyo) tampoco tenemos una identidad propia. Al diablo. O debería decir: fuck!.

lunes, 30 de noviembre de 2015

La funa anexo cap VIII

VERLOS (imaginar aquella escena en casa de Naum) sólo confirma mi tesis de que el ser humano es un ser aberrante, imperfecto y débil de espíritu, y que nos pasamos la vida tratando de negarnoslo,  pretendiendo ser puros, espirituales, inmaculados, como se nos ha enseñado,  a imagen y semejanza ni más ni menos que del mismísimo dios.  Cuanta mentira por cierto.

No les convence, lo sé, les parezco retorcido y enfermo ¿no es verdad? Pero díganme ustedes, ¿cuanta maldad no hay en la vida del ser humano? Si solo se tomaran unos minutos para pensar la historia que se nos ha enseñado, ¿no se darían cuenta acaso, de que no son más que hechos terribles enunciados de forma gloriosa? o acaso ¿no se mató,  violó y torturó en las guerras y conquistas?

Si solo reflexionaramos a cerca de las noticias con las que se nos informa a diario, ¿no bastarían segundos para concluir que es maldad pura?  y luego nos juntamos, cenamos y  jugamos a mostrarnos cuán felices somos con la vida que hemos logrado conseguir. Y si me lo permiten, puedo ir aun más lejos. Díganme ustedes ¿por que percibimos como "de poco peso" las noticias que no contienen violencia? ¿Por que todos y cada uno, habremos caído alguna vez en la tentación del morbo de ver imágenes o videos aberrantes en los que se mata o se tortura a alguien? o simplemente ¿por que algunos de mis pasajes les han de sonar tan familiares? y si aun siguen ahí ¿siendo yo un ser repugnante, como es que han llegado a leer hasta acá? ¿No existe tal vez la infinitamente pequeña posibilidad de que haya un pequeño yo en cada uno de ustedes?

Comprenderé plenamente si ahora mismo su intención es arrancar estas páginas y dedicar su tiempo a algo más "constructivo" como seguir cinco o seis temporadas de alguna serie u ojear una vez más alguna red social y enterarse de lo "feliz" que se siente Pedro, Juan o Diego. Lo sé, he caído de nuevo en el sarcasmo. (me cuesta no llegar a eso) Iba a que este mismo sentimiento autodestructivo es el que me atormenta a mi, día tras día, pero finalmente no puedo, ni quiero safar de él.

jueves, 26 de noviembre de 2015

La funa VIII.

No se en que momento he comenzado a volverme más  y más  intolerante. A abominar fuertemente a la sociedad a la que pertenezco y a reconocerme horrorizado como parte de ella. A sentirme carcomido por sus contradicciones carentes de sentido, pero tan provocadoramente presentes sin que nadie logre realmente darse cuenta de ninguna de ellas. Lo peor de todo esto, es que a menudo veo cada vez con más certeza, que todo este pensamiento, esta reflexión, todo este existencialismo barato, del me he  enorgullecido profundamente,  no habrá de conducirme más que al punto exacto, al que han de llegar todos aquellos que han pasado por la vida sin detenerse en una sola cuestión que no les calce del todo. Nacerán, serán educados, tendrán una profesión u oficio, lograrán en algún momento tener una casa propia y seguirán trabajando para  de pagar deudas hasta poco antes de morir y su existencia será tan reproducible y lo que más me irrita,  su breve pasaje por la vida tendrá el mismo valor que mi pasaje por está vida sin que haya mucha diferencia.

Tiempo atrás se me dio por  averiguar cuanto tiempo viven las moscas, pero me di cuenta de que no existe claro consenso en la información al respecto, al menos en la que tenía a mi alcance.

Entonces (como ya he dicho antes a cerca de la relación sinergial que hay entre la no utilidad de algún experimento y la obsesiva perfección del mismo) me he dado a la tarea de averiguarlo a criterio propio.

Mi primera dificultad residió en el darme cuenta de que absolutamente todos los métodos que la gente común utiliza a diario están concebidos para matar a las moscas y no para mantenerles en cautiverio con el propósito de contabilizar sus días. Por lo que hacerme de una muestra y de un lugar para el estudio me ha resultado sumamente dificultoso.

Una vez más, me he visto en la necesariedad de inventar alguna excusa para procurarme tiempo de observación y de someter a juicio de Angelica, la persona que trabaja conmigo, la propia cordura de mis experiencias (hubo dar instrucciones de mantener una oficina aislada en donde logré encerrar a tres de mis animalitos en estudio y dedicar el mayor tiempo de trabajo posible por no querer que los lapsos fuera de ella, me hiciera dar por perdido el momento exacto del deceso.

Me asalta ahora un hecho del que no había tomado cuenta hasta aquí. Tengo tres moscas atrapadas en una habitación ciega con el fin claro de establecer por método científico la duración de su vida. Intuyo que es corta y por eso he comenzado con el experimento sin creer que me iba a tomar demasiado tiempo, pero, ¿como habría yo de saber cuántos años-mosca tenían ya mis sujetos experimentales? Ostento la fama no se si  positiva, de haber pasado buena parte de mi vida adolescente observando cómo su vuelo pareciera escapar a leyes físicas de inercia y gravedad, pero jamás me detuve a mirar si se trataba de individuos (moscas) jóvenes o adultas. Y aun que me lo hubiese cuestionado, ¿como habría yo de saberlo? A pesar de esto, mi obsesión me impidió dejar de lado el experimento.

Tenía entonces dos opciones pero el solo hecho de pensar en experimentar con moscas desde su eclosión me parecía repugnante. Así es que decidí que lo mas lógico era estimar que los individuos reclutados estarían en la mitad de su vida. (Para lo cual fue necesario reclutar seis individuos más)

Lo segundo que no me pareció menos importante fue pensar en que el cautiverio bien podría parecerles hostil a mis observados y acortar con ello la longitud de su vida  falseando la veracidad del estudio. Vuelvo a caer aquí en la misma conclusión, por Dios, que poco sabemos la gente común sobre las moscas, compartiendo hábitat desde hace siglos. ¿como podía saber que hacer para que mis individuos se sintieran más a gusto? Y si alguno se ellos, a raíz del encierro, tuviese los mismos cuestionamientos existenciales que tengo yo, pero, no sobreviviera a su planteamiento optando entonces por el suicidio, ¿no falsearia también mis datos?

Esto se torna cada vez más complejo a la vez de seguir sumando datos arbitrarios que no han hecho más que restar exactitud a mi experiencia.

Me visto obligado (ya que hasta donde se, no se conoce nada sobre la psicología de moscas en cautiverio) a asumir el hecho de que las rige un comportamiento instintual y que al paso de unas pocas horas, habrían de dar por hecho de que no habría universo más allá de las paredes en que las tenía confinadas.

No deja de tentarme la idea de comparar esta existencia a mi propia vida. ¿sería posible confinar mi existencia a los límites del mundo conocido sin que yo me cuestionase a cerca de los porqué de este universo? Y si así fuese ¿no sería lógico caer en un comportamiento autómata perpetuado hasta que se me agotase la vida? Es decir, de pronto el universo ilimitado de mi vida infantil que por momentos he logrado revivir a traves de mi hija Martina, se confina mi hogar, mi trabajo y el camino que los une, sin que haya algo más. Y luego un mal día  dejára de buscar ese más allá y esta automaticidad se me hiciera perpetua hasta la muerte. Me aterra.

A diferencia de mis tantas otras experiencias,  esta no fue concluyente, intuyo por la cantidad de variables que no pude controlar. Mis moscas (nueve en total) vivieron entre tres y cinco días, la misma variabilidad que pude encontrar en la literatura que tenía a la mano.

He logrado imaginar con precisión,  encuentros clandestinos entre Roberto (Naum) y Teresa.

Para lograrlo ha sido necesario recurrir a una tercera persona. Yo bien puedo trasponerme hasta el cuerpo de Naum, pero en solitario sólo podría imaginarlo teniendo una fantasía y como no es raro en mi, el verme obsesionado por la verosimilitud de mis experiencias, consideré que esta vez era necesario ir en busca de Pamela que me daría mayor exactitud. Pamela es una prostituta que trabaja de miércoles a sábado en una calle cercana a mi oficina. La veo cuando voy tarde. Asumo que su nombre real no es Pamela, así como tampoco el placer que finje sentir cuando está conmigo. No me importa, yo también miento.

Finjo ser un tal Carlos. Es éste el nombre que utilicé en la clandestinidad. Primero por que es un nombre común, entonces no sonaría raro finjir desconcierto si alguien me llamase por este nombre y responder con un certero -disculpe, pero me temo que me ha confundido con otra persona. (he ensayado mi cara al decirlo, aun no alcanzo una naturalidad creíble). Pero ante todo por Carlos Valverde, un ex compañero de universidad que hasta donde supe, era extremadamente correcto, extremadamente probo,  extremadamente honesto, inmaculado. incluso su aspecto. Era alto, muy flaco, de cabellos rubios y ojos celestes con un rostro de buena persona que siempre llevaba una sonrisa amigable y al que no le haría hecho nada un poco de mala fama en su expediente.

Pamela me ha ayudado antes en otras fantasías que no siempre conllevan una relación sexual. Ella jamás pregunta mucho, solo obedece a mis instrucciones. A veces suelta una carcajada contenida que se apaga en seguida apenas nota la seriedad de mi expresión. Dudo que sus encuentros conmigo signifiquen un punto álgido en su carrera, pero le pago bien y siempre está disponible. Creo que en cierto modo se siente protegida y sabe que en realidad soy inofensivo. 

Todo parte con un mensaje sugerente. No grosero, solo sugerente,  de esos que se dejan a merced del receptor lo que quiera entender, pero que habiendo suficiente complicidad, siempre logran su objetivo. Hay suficiente complicidad entre ellos (Naum y Teresa) desde hace un tiempo. Pude percatarme en el último evento en el que los vi quedar solos en un mar de gente (entre los que estaba yo como testigo).

Luego acuerdan hora y lugar sin mucho detalle. No es ni la primera, ni la última vez que lo hacen. 

Hay algo que puedo intuir de estos encuentros.  A pesar de tener ambos una pareja estable, la motivación en ellos es en absoluto distinta.

Él piensa mas bien en que lo hace por que puede hacerlo, por que el cuerpo de Teresa, menudo y por sobre todo distinto al de su esposa, lo exita de sólo mirarlo. No la ama, solo la desea y ese deseo se apaga justo después de un orgasmo suyo, para volver a encenderse semanas o meses después. El deseo extinto da paso a la culpa y a la premura por terminar luego lo empezado. No hay besos, ni caricias, ni miradas dulces, ni suspiros.

Su voluntad se sitúa por encima de la de ella, (figuradamente claro) sin embargo la de ella corre con un precio mucho más alto.

Teresa, en cambio, esta enamorada de Naum desde la primera vez que se vieron. De su estampa, de su pulcritud, de su ser oculto. Su cuerpo no es como el de Mario, que en comparación es bastante menor.  y sin embargo ella haría cualquier cosa que Naum le pidiese. Y en cada uno de sus encuentros,  ella alberga la remota  esperanza  de que por fin él se atreva y le proponga dejar todo botado y huir juntos y empezar de cero en otro lugar (idealmente Irlanda del Norte). Para ella, esto (su aventura) es un amor cuasi perfecto, que solo falló en el que la vida los junto cuando ya ambos tenían compromisos con otras perdonas.

El ve y siente que eso la ilusiona, se siente asfixiado y quiere salir corriendo.

Ella se desilusiona al ver que las cosas no cambian y se promete en cada nueva vez que si será  la última.

martes, 24 de noviembre de 2015

La funa VII.

VII.

HABLARÉ del crimen hipotético más tarde. Mi bajeza una vez más, me permite mantener el suspenso. No es fácil escribir sobre algo sin pretender que alguien lo lea más tarde. Ya di antes indicios, no me importa lo que de mi se  piense ahora.

No, No puedo ahora  pensar más que en el crimen que me obsesiona.

Confieso que hay lapsos de tiempo en los que repaso a diario la rutina de Naum. En ocasiones agrego variantes como salidas con amigos o idas al cine, incluso imagino las películas que ve (conozco de cerca sus gustos) y luego las veo también para imaginar con mayor precisión.  Una noche como muchas, después de que terminara mi trabajo, imaginé una cena con amigos (no me resulta difícil, los tenemos en común).

Naum llega a su casa y saluda tiernamente a su mujer y a su pequeña (besa la frente de esta última) su mujer ha preparado la cena y minutos mas tarde suena el timbre.

mi ejercicio también incluye imaginar lo que él piensa. Para evitar confusión lo pondré en modo de paréntesis

(Naum: cena preparada, mantel largo, ¡dios! ( es profundamente creyente) ¡que día es hoy!)
-¿esperabas a alguien? Dice él
-Teresa y Felipe con sus respectivos,  les dije que vinieran a cenar, no te molesta ¿cierto?
(¿a cenar? ¿un martes? ¿ese pedante? )
-no, para nada, pero me hubieses dicho  para ayudarte en algo
( Uf que agotador ¿será preciso que esté presente?pero ¿y ese pedante un martes?)
-no quise importunarte,  tengo de todo. Dice ella mientras abre la puerta.

Al cabo de un rato, los seis se han sentado a la mesa, ella sirve la cena y conversan sobre distintos tópicos.  Primero el trabajo, las amistades en común, el último viaje y luego sobre un huerto en el que la guapa de  Teresa (aquí pongo algo de mi cosecha, no obstante es por que estoy seguro de que Naum también la desea),  cultiva en su balcón y desde donde cosechan especias con las que luego cocina junto a ese tal Mario. Las tres parejas parecen más afiatados que nunca, como si compitieran por la cantidad de amor que se profesan el uno al otro, por la complicidad. Sobre todo Teresa y ese (Mario), aparentan ser inmensamente cómplices, inmensamente  afiatados, inmensamente felices juntos y lo que es peor, que esa felicidad es permanente,  absoluta,  ininterrumpida,  no lo dicen (decirlo no lo haría más creíble) pero sé siente al verlos y yo se que mienten en su apariencia idílica de felicidad.

Y de pronto me invaden incertidumbres y ya no estoy tan seguro de mi verdad.  ¿es posible tal cosa? ¿es posible tal felicidad? ¿acaso Naum se abstuvo de mirar el escote de Teresa  cuando ésta se inclino sobre la mesa para alcanzar la ensalada? ¿acaso no paso por su mente retorcida la ínfima posibilidad de que ella no lo hubiese hecho a propósito para que él mirara? ¿sería posible tal negación de la naturaleza humana? ¿a que costo? Admito cierta envidia (ahora propia) por que, es cierto, yo también podría llegar a casa, besar a Carla, a mi hija e invitar gente a comer. A algunos de la sociedad, a alguna amiga de Carla, la Hensenn o Hansenn y que viniera con su marido, o al propio Naum con su esposa, y tener una velada espléndida, hablar de cosas moralmente apropiadas, hablar de viajes, de amigos, de trabajo e irradiar felicidad dando una imagen de pareja perfecta, exitosa,  no lo niego, me dan ganas de intentarlo, pero ¿cuanto en mi sería real? ¿Cuanto podría aguantar sin pensar y llevar a cabo alguna de las barbaridades  que se me ocurren a diario? Más aun,  ¿cuanto hay de barbarie en esa gente exitosa, compuesta, modelada por una sociedad, por la moral y las buenas costumbres, por el sentido común?.

Son estos los momentos en los que me siento más enfermo, pero, conozco de cerca que es lo que harían conmigo (ya lo dije antes, lo de los psicofarmacos) y tampoco lo veo como una solución ¿que hago entonces sino llevar una doble vida?

Se como hacer disipar mis dudas y voy a compartirlo a precio de vender a un familiar. (Aunque como hice antes, podría cambiar roles y ya nadie sabría de quien estoy hablando)

Tengo una Prima, casada, un hijo de once años. Vive con ellos además, un familiar, el padre de ella. La madre murió hace poco tiempo y a partir de eso, el padre de ella (mi tío) viene con un deterioro cognitivo importante. El marido de mi prima, que para estos efectos llamaremos Charles (juro por dios que me detuve aquí tratando de pensar en otro nombre pero me fue imposible) no pudo lograr nunca una estabilidad laboral  lo suficientemente sólida como para financiar la vida que aparentan llevar. Tienen dos autos caros, el hijo de once en colegio bilingüe, ella paga año corrido en el gimnasio Balthus y él juega golf dos veces por semana. Conozco a la familia desde adentro, conmigo tienen más confianza y se muestran sin ocultar nada.

La relación entre ellos siempre ha sido algo tirante, una lucha constante por quien hace uso de más autoridad.

Últimamente y producto de la demencia senil de mi tío (al que llamaremos Juan),  y de la inestabilidad económica de Charles,  las cosas han andado bastante más tensas. De las cuatro personas que componen ese grupo, las dos menos protegidas son el tío juan y el hijo de once, que producto del estrés constante en el que se ha transformado la vida, por  querer financiar un estilo, para el que no les alcanza, son ambos víctimas de malos tratos en forma constante (no físicos). Además de eso, Charles tiene ahora último una actitud cada vez más retraída y mi prima que actualmente tiene cuarenta, ha adquirido un temblor esencial en su cuello (como diciendo "no") en forma constante, a lo que los medicamentos no han podido dar solución.

Hacen unos meses, mi prima y Charles estuvieron de aniversario, celebraron diez años de matrimonio y trece juntos.

Tuve la oportunidad de asistir a tal celebración, en la que incluso se leyeron discursos y se renovaron votos. Pude percibir la mirada de varias parejas de amigos que los veían con gran admiración y les manifestaron en múltiples oportunidades, el deseo de llegar a ser como ellos.

Con todo y mi psicosis existencial consciente, si de algo estoy completamente seguro, es que ninguno en esa casa lo pasa mejor que yo. A mi no me gustaría ser como alguno de ellos. Sin embargo proyectan una imagen a sus amistades que nada tiene que ver con la realidad, simulan ante todo ser inmensamente felices.

La funa VI

VI.

PERO mi parte más oscura no se constituye sólo en impulsos sexuales, no podría  ser tan básico. Sin duda soy más que eso, el problema es que "eso" (el resto de mi) es lo que menos me gusta.

Siento constantemente impulsos aberrantes en contra del mundo que me rodea, en contra de la sociedad de arribistas, en contra de Naum.

Jamás he llegado a decírselo. Ni a él ni a nadie. Decirlo tendría dos caminos. Redimirme, es decir, correr a la iglesia más cercana, buscar al párroco de turno. Ahora que lo pienso, desconozco si estos señores trabajan "de llamado", o en un confecionario para casos de emergencia,  con un letrero rojo de letras blancas, que dijera  "En caso de arrepentimiento, rompa el cristal y confiese". Bueno da igual, es hipotético. Y confesar mis instintos asesinos en contra de Naum. En seguida, después de rezar claro, (no olvidemos que buscaría mi redención, pero los padres nuestros sólo me mantendrían ocupado unas horas o días) tendría que, aconsejado por Carla y mi hermana psicóloga, buscar ayuda profesional con un psiquiatra que a través de psicofarmacos mutaría mis ganas de matar a mi amigo transformándolas en un profundo sentimiento de insatisfacción conmigo mismo, originado tal vez en una relación disfuncional con mi padre en mis primeros años. O bien, o sea el otro camino sería concretar lo pensado y asesinarlo. 

Podría, sin duda alguna. He estudiado su rutina y sabría perfectamente cuando y donde encontrarle inerme, indefenso, desprovisto de cualquier cosa. El problema es otro, le tengo cierto aprecio.  Conozco a Naum desde pequeño  además a su familia y a través de los años, he llegado a tenerles cariño. Me atormenta la sola idea de causarles una desgracia.

A pesar de lo anterior, he llegado a planearlo un par de veces. Unas cinco para ser exacto, todas con distinto método. Ninguno se ellos demasiado sofisticado (los métodos demasiado sofisticados suelen ser poco eficaces).

Hay una, sin embargo, mi favorita, la que prefiero ante todas. La repaso a diario y parece ser perfecta. El método, igual que en las demás, es tan simple como efectivo, su perfección radica en que se plantea como la posibilidad de un suicidio. Entonces no me acusarian de nada y yo sería tan sólo uno más de los que lamentarían la muerte de Naum. 

He estado tentado en escribir sobre ella, (también me atormenta la idea de olvidar sus detalles) pero sé que ésto,  en la remota posibilidad de llevar a cabo mi crimen, acabaría por delatarme y ya no sería un crimen perfecto.  Solo por eso no escribo más de ello en éstas páginas. 

Al diablo con todo. Si ya he llegado hasta acá, seguro puedo escribirlo, pero antes no me resisto a pensar que he recuperado vuestra atención,  que por momentos creí perdida.  Lo sé, por ratos éstas líneas faltas de cuerpo carecen de sentido. Una historia de amor, o un crimen, como en una novela policial (bueno, lo tenemos acá a modo de hipótesis) o algo que haga sentir que se va para algún lado. Quiero dejar en claro que yo mismo me he sorprendido preguntandome a donde pretendo llegar con ésto.  La verdad es que aun no lo sé,  pero creo ir por buen camino.

miércoles, 18 de noviembre de 2015

La funa V.

V.

Una noche encontré a Carla hablando de la separación de una de sus amigas a raíz de la infidelidad in fragante del marido.

Fui un hipócrita. Le dije que la infidelidad es, antes que todo un engaño a uno mismo y que ese hombre, que de seguro tampoco lo estaba pasando tan bien,  debió haberse replanteado su relación antes de cometer adulterio. Que tal vez, habrían de separarse igual, pero que seguramente habría sido todo menos doloroso. Que patraña tan elaborada. Ahora mismo  he sentido orgullo de mi labia.

-entonces ¿tu me lo vas a decir cuando ya no me quieras? Preguntó ella más calmada escrutando mis ojos para asegurar la verdad. (Puedo mentirle y mirarla a los ojos sin problema, creo que éste es otro cliché barato de la sociedad moderna,  la gente miente mirando a los ojos, todos los días)

Sin contar las veces en las que pagué por sexo, en siete años, a Carla le fui infiel con unas sesenta o setenta mujeres distintas (es posible que este alardeando, hay cierto placer en ésto,  aun así, no debieron ser menos de diez o quince). Algunas de ellas ( creo haber hablado de esto) ni siquiera fueron de mi gusto. ¿por que lo hice? Porque podía hacerlo, porque tenía ganas, por que siente placer, ¡por dios! como dios habría de crear el placer sin imaginar que íbamos a intentar obtenerlo en las cantidades que nos fuese posible. Yo nunca estuve para esclarecer tan absurda negación de privarselo viniendo de uno mismo, me estuvo a la mano y lo tomé y no me arrepiento. Creo no haber caído más abajo que un alcohólico o un drogadicto. Y por la culpa. La bendita culpa, que cada vez me erosionaba menos (esto si podría ser una adicción). Creo que, de todo lo que detesto de mi, esta es de las cosas que me dieron mayor satisfacción.

-si cielo, te lo diré primero que a nadie.
No, por supuesto no, creo que las relaciones humanas son tanto más complejas que un "te diré cuando ya no te quiera", es mas, tal vez nadie lo diga nunca, tal vez sería más honesto decir, (y aquí es donde re flota de nuevo mi parte científica) he elaborado un sencillo  listado de frases más honestas a las que se podría apelar en momentos como el de el planteado. "Cuando ya no te quiera yo:"

-haré un boicot silencioso a la relación hasta que se te haga tan repudiable, que tu también quieras terminarla. (Mi experiencia anterior. Es un pésimo método,  no lo recomiendo a nadie)
- buscare serte infiel con alguna de tus amigas (éste no es tan malo. Siempre hubo alguna amiga guapa y más simpática que me dejó con la sensación de haber elegido con demasiada premura)
-fingire ser homosexual y haber decidido de pronto comunicarlo al mundo (sólo en las películas)

Momento, sé que estarán pensando  -para que pagar por sexo si se puede seducir a alguien para obtenerlo. Y la reflexión siguiente es: -seguro no es así tan como lo cuenta. (Tan seductor me refiero) bueno les diré algo. Es distinto.

Primero, en el sexo pagado no hace falta una conversación ni un trago. No hay que bajarse a abrir la puerta del automóvil ni llevar a cenar. No se necesita decir palabras protocolares ni llevar flores. No hay que prometer nada, se paga en reemplazo de todo.

Segundo, no existe nesecidad de procurar placer a nadie más que a uno mismo, el de ella se compra y mientras más alto sea el precio, más placer será el que finja sentir.

Tercero, tampoco se necesita llamar para decir que se ha llegado bien a casa, ni se corre el riesgo de que lo vayan a llamar a uno en un momento poco oportuno, la relación se acaba al cerrar la puerta.

Si no fuera tan mal visto, yo lo contaría e incluso lo recomendaría a varios de los arribistas que frecuento. Pero que digo, estoy seguro que más de alguno ya piensa y actúa como yo.

Hubo una vez en la que si conversé largo rato con una chica colombiana.  Creo que hubo química.  Me dejo pensando, en que tanto más auténtica era su vida que la que pretendo llevar yo, llena de apariencias y mentiras. No me refiero a las mentiras que digo a Carla, si no a las que me constituyen en lo que proyecto de mi, incluso frente al espejo.

martes, 17 de noviembre de 2015

La funa IV.

IV.

HAY una especie de obsesión en mi, que me lleva a querer experimentar con todo, aun con las cosas más inútiles y mientras más inútil es el experimento, más me obsesiona la perfección de  su método.

Vengo pensando desde hace un tiempo en lo de las noticias y me he permitido ir un paso más allá. Pero antes de dar a conocer mis anotaciones, aclararé que ni yo se bien el objeto de este tipo de  experiencias, tampoco tengo claro si es que es muy original, pero la obsesión que me trae hasta acá, me resulta más fuerte que el  interés por averiguarlo.

Para mi experimento, fue preciso tener a la mano cuatro equipos de televisión conectados a la red eléctrica. Para lo anterior he traído a una de las habitaciones que no utilizaba en mi oficina, el aparato que hasta unas semanas tenía en mi dormitorio. (lo que me costó una reñida discusión con Carla y un viaje a Brasil para solucionar las cosas) Con la Sra. Juanita fueron menos explicaciones, le dije que era por motivos de fuerza mayor, pero que al cabo de un mes, tendría su televisor de vuelta. El tercero fue el de la sala de espera y como a mi Martina no puedo dejarla sin su caricatura favorita, menos por las malsanas obsesiones de su padre, el cuarto hubo que comprarlo.

Una vez con los cuatro televisores a la mano, he diseñado un ingenioso calendario, que me permite registrar el contenido de los noticiarios de los cuatro principales canales de televisión abierta al mismo tiempo, incluyendo los avisos comerciales.

Aun siendo bastante rudimentaria, mi experiencia está orientada a comprobar la hipótesis de que los noticieros dan absolutamente todos las mismas noticias, en el mismo orden y que estas son interrumpidas por avisos comerciales sincronizados en la misma duración.

Para todo lo anterior, también ha sido necesario permanecer en mi oficina hasta más tarde los días lunes, miércoles y viernes alternados semana por medio con martes y jueves. Como es lógico de suponer, que Carla no iba a tragarse tan aberrantemente "absurdo" motivo para mi demora, he logrado hacer coincidir  con los dias de registro, seis congresos, dos reuniones familiares (Carla no se lleva con mi familia, por lo que siempre se abstiene de asistir a eventos de este tipo),  tres juntas con amigos, dos velorios y un partido de fútbol.  Una sola noche me quedó sin justificar, que para mi desgracia fue la que me trajo mayor problema. La pregunta me llevó de improviso a decir que había demorado el regreso a casa tomando un café con alguien que no pude especificar rápidamente (me cuesta mentir de improviso, no así cuando es elaborado con tiempo) con lo que Carla sospechó inmediatamente y me quitó el saludo por varios días.

Mi experimento hasta aquí podrá parecerles fútil, es decir, carente de importancia por falta de fundamento (acabo de buscar el significado de esta palabra en el diccionario. En Google)(con frecuencia despierto pensando en alguna palabra como ésta,  que lejos de olvidar, reaparece mentalmente hasta que me obligo a buscarla) pero tuve la oportunidad de hacerlo y simplemente lo hice.

Ésta es la parte del diálogo en la que he despertado su curiosidad y ustedes deberán pensar algo como  "bueno, si ya  llegó hasta acá, pues bien, veamos de que se trata".

Antes aclaro que, dado lo revelador de los resultados por mi obtenidos, guardaré reserva de los derechos de autor y sin pretender en ningún caso retribución económica alguna, se de por solicitada la mención de mi nombre (desde que sea revelado) en caso de ser usados pública o particularmente.

Hecha la aclaración, paso a detallar:

1 - las noticias fueron efectivamente entregadas en el mismo orden en los cuatro noticiosos analizados con excepción de uno que alternó las dos últimas.
2 - las tandas de avisos comerciales duraron exactamente cuatro minutos y veintinueve segundos con una discrepancia que no superó los tres segundos para ninguno de los canales analizados.
3 - la sección de deportes siempre estuvo ubicada al final junto con la del pronóstico del tiempo cuya única variación radicó en que está formara o no parte del noticioso en relación cuatro es a uno.

Como verán, sin duda era una verdad de la que todos veníamos sospechando desde hace tiempo, (espero no ser el único que se fijó en esto) bueno, pues yo no he hecho más que comprobarlo.

domingo, 15 de noviembre de 2015

La funa III.

III.

AUNQUE cueste creerlo,  de ese tipo de gente nefasta hay más como yo. Y por si fuera poco, una sociedad que los agrupa. Los detesto, a cada uno, pero no me pierdo ninguna de sus podridas reuniones, en donde no se hace más que jactarse. Jactarse de todo, de esto, de aquello, de lo de más allá, de lo que viene.

Tengo un amigo en ese grupo. Bueno lo tenía hasta que intente seducir a su mujer. (Creo que hasta les hablé de esto) Tengo planeado recuperar su amistad, explicándole mis teorías y haciéndome ver como una lagaña o como una plaga de polillas. Así de inútil y poco original. Lo que no se si deba aclarar, es que a su mujer la detesto, igual que a todas las que he intentado seducir. Una de las veces que me reuní con ella, no pude dejar de mirar todo el tiempo una lagaña negra teñida de rimel en su ojo derecho.  Es insólito como en ocasiones  puedo dedicar tanta atención a algo tan poco relevante y sin que aporte en nada a mi vida.

No me gusta mi actitud en grupo. No menos que la de los demás, pero siempre acabo en las reuniones, por encontrarme más parecido a ellos de lo que creo ser el resto del tiempo.  Aborrezco que nadie piense, que nadie sea capaz de elaborar una opinión propia más que - oh, si que terrible esto o aquello. 

Lo peor, es que yo soy sólo uno más y me doy cuenta, pero con eso no basta y me odio por esto de tener la capacidad de darme cuenta sin sacar provecho. Para muestra, un (No puedo creer que este escribiendo este refrán desagradable que  me equivale a un señor ingles de frac negro, sombrero de copa, guantes blancos y una tasa de té con leche, con el dedo meñique estirado) botón.

Hace poco hubo atentados en Francia. Murieron 16 franceses y 8 extranjeros. (hasta aquí no hice más que repetir el titular)

El fin de semanan en una reunión de la sociedad, durante el café, alguien dijo: -¿supieron lo que paso en Francia? Yo agregué de inmediato -si, creo que fueron como 16 franceses y algo de 8 extranjeros (traté de que los números sonaran aproximados para que se oyera más como recurso personal) luego, dos o tres de los arribistas de la sociedad a la que pertenezco agregaron -ay si, que terrible -como es posible tanta maldad.

Aquí hay que agregar un dato que yo conozco pero ustedes no. Este diálogo transcurre mientras tomamos café de grano y galletas artesanales en un salon con alfombras y cortinas de terciopelo rojo.

Prosigo: Lo habitual es que  la conversación se detenga ahí y yo sólo me dé cuenta de lo desagradable que me resulta verme parte de ese círculo de "no pensantes" repetidores de noticias. Pero esta vez ocurrió algo aún peor. Uno de los "no pensantes" pensó y enunció un postulado de su autoria.  Dijo: -lo que pasa es que  Francia, hace un tiempo que viene haciendo alarde de su poderío militar y esta no es más que una respuesta clara del anarquismo Sirio (se lo que están pensando, -voy a averiguar inmediatamente de que se trata. Bueno para su tranquilidad, yo sólo estoy repitiendo lo que dijo Naum y aunque en el momento también pensé en averiguar del tema, aun no lo hice y continúo sumergido en la ignorancia ) el grupo quedó perplejo,  en silencio. Nadie fue capaz de agregar nada, ni rebatir, ni aseverar. Es más, hubiese sido constructivo pedir al propio Naum que nos explicara del origen del conflicto y  así todos podríamos  haber opinado,  para luego lucirnos en reuniones propias.  A mi, por supuesto no se me ocurrió tal cosa en el momento, se me ocurrió después, pero cuando quise llamarlo para que me explicara,  recordé lo de su mujer y me abstuve.   Si alguno lo pensó, seguro siento vergüenza de admitir su ignorancia. Dos o tres segundos después, alguien puso otro tema relacionado con el cambio climático (de lo que casualmente se había estado hablando la noche anterior en las noticias) y otros tres repitieron pomposos enunciados en relación  al tema.

Tiempo atrás intenté averiguar de que se trataba lo que pasaba en la franja de gasa. Aparecieron a diario por cerca de un mes reportajes relacionados en el periódico que leo. Yo desconozco si el hecho de dejar de lado la lectura (¿dejar de lado? no se a quien intento engañar, la verdad es que jamás he leído mucho.  Los titulares a diario y a lo sumo un par de  instructivos de algunos productos) ha terminado en una atrofia severa de mi compresión lectora o tal vez debí haber seguido los reportajes desde el primero y no pretender entender desde la mitad en adelante, pero la verdad es que se me hizo ininteligible y me hizo pensar. Pensar en que realmente no estoy al tanto de nada. Leo el periodico todos los días casi como mecánicamente y escucho noticias durante la mañana y antes de dormir, pero todas pasan, ninguna se detiene, nada me hace reflexionar, ninguna cambia mi vida. Podría incluso hacer el ejercicio y predecirlo.

Hoy llegaré a casa pasado las nueve. Saludare a Carla y le preguntare por su día. Ella hablará del gimnasio,  del supermercado y del un almuerzo con una tal Bernardita Hansenn o Hensenn.   Agregará un par de datos a mi agenda seguramente sobre alguna reunión de apoderados de la Martina. Yo tomaré una tasa de té (tengo problemas para dormir y si bebo café a esa hora, duermo a saltos y sueño que se acaba el mundo) y me iré hasta el dormitorio.  Allí encenderé el televisor y escucharé mientras me desvisto dos testimonios de testigos de los atentados, un reportaje a una familia Siria, el auge del robo de vehículos con intimidación en las comunas de Vitacura y Las Condes, luego dos minutos de comerciales uno de una  empresa de seguridad,  otro de viajes al caribe y otro del banco Falabella con el slogan "te miramos a los ojos". Éste último llamará mi atención por que me mostrará a un padre con su hija de unos diez y siete, a quien le regala una motoneta estilo vintage, ella sonríe y se abrazan.  Luego de la conmovedora escena, pensaré en que cuando la Martina  tenga esa edad, me encantaría hacerle un regalo así.  Entonces iré hasta su dormitorio y la besaré en la frente para desearle las buenas noches y le preguntaré si le gustaría andar en motoneta cuando sea grande. Ella por supuesto dirá que sí,  por que yo señalaré con mi dedo, a su muñeca Barbie sentada sobre una motoneta rosada en el mismo estilo, que sonríe feliz sobre  la repisa enfrente a su cama.

¿Saben como lo sé? Por que mis días son exactamente iguales uno al otro desde hace unos veite años. Llevo un tiempo de darme cuenta, pero a menudo me he vuelto a descubrir en la misma rutina y salvo contadas excepciones que casi siempre tienen relación con mi hija menor (los mayores parecen también haber sido devorados) el paso de la vida solo se deja  notar en el hecho de sentirme más y más cansado.

jueves, 12 de noviembre de 2015

La Funa II.

II.

Volvamos a lo del odio, que hasta ahora por cierto, fue para ustedes un odio infundado. Y lo seguirá siendo hasta que salde mi deuda de aclarar quien soy. Pero como ya he dado indicios de mi bajeza, hasta ahora inconsistente, me permito (esta vez consiente eso si) mantener el misterio que asumo los ha traído a leer hasta aquí, pues para quien haya dejado de leer antes, no será necesaria tal aclaración.

Estábamos en que me dejé seducir en mi inmadurez, por un camino que prometía estar lleno de lujos y satisfacciones pero que jamás habló de la moral o de la ética. O bueno quizá habló, pero en una visión deformada que lejos de normar mi propia moral, no hizo más que engrandecer la imagen en mi espejo. Creo que estoy siendo demasiado etéreo para estás alturas. Podré un ejemplo para aterrizar la idea.

Trabajo con el dolor. No como herramienta, pero esta relacionado a lo que hago. ¿Sabían ustedes que el quejido que genera un dolor moderado en una mujer es muy similar al que produce cuando siente placer? Bueno ahora lo saben. ¿comprenden ahora por que me aborrezco? Seré aún más claro. Cada mujer que se quejó durante la práctica de algún procedimiento por mi realizado, no me generó compasión, que es lo que, según la moral y el sentido común, me debía de haber generado. Por el contrario, me genero una imagen mental de connotación plenamente sexual. Incluso en personas que para mi fueron detestables.

Creo que fueron precisamente estas imágenes mentales, las que me llevaron a intentar seducir a mujeres que yo mismo detestaba.  Podría decir también, que fueron mis incansables inquietudes científicas las que me llevaron en un intento de comprobar mi "teoría del gemido dolor-placer", que de otra forma no podría haber sido comprobada. Pero no.  Sería otra bajeza más. Sin duda es algo de los rasgos psicóticos de mi personalidad lo que me lleva a aquellos actos.

En una de estas ocasiones fui capaz de llegar aún más lejos. Intenté seducir nada menos que a la mujer de mi amigo. A ella   también la detestaba. Por fortuna no dio resultado. Perdí la amistad de él y la simpatía de ella, pero al menos entre ellos se mantuvo el amor. Creo que fue lo mejor para los tres.

Continuaré por aclarar (por si es que a alguien le queda alguna duda) que engaño a mi esposa. Si no la engañara, no podría estar con ella. Bueno conceptualmente, tal vez ni siquiera es un engaño y podríamos clasificar mi acto con esa disculpa barata de la omisión. En tal caso podemos decir que  ella no sabe que me acuesto con otras mujeres.  He llegado a sentirme enfermo por lo que voy a explicar y en modo alguno pretendere lograr su compasión (la de ustedes digo) o empatia.  Lo cuento por que me da la gana y por que me parece digno de análisis.

Nuestra relación es cíclica y siempre llega a un punto en el que yo pierdo el interés y ella el encanto. Es entonces  cuando la engaño. Las primeras veces lo hice con culpa, con remordimiento y con Dolores, una compañera de trabajo con quien sienpre hubo una innegable atracción física. Las primeras veces pensaba en nuestra hija, en la familia, en la señora Juanita (no se por que pensaba en ella, pero pensaba) en dios. Pero de a poco me fui acostumbrando a la culpa, aceptandola,  queriéndola. Por fin he terminado de entender que es precisamente la culpa la que me hace volver a querer, volver al centro, encontrar esa imagen en el espejo de hombre resuelto y digno de admiración al punto de volverme romántico.

Me ocurre también siendo infiel, algo sumamente curioso. He vuelto a juntarme con mi ex esposa. Será adecuado contar que tengo dos hijos de un primer matrimonio con Elena, a la que conocí exactamente de la misma manera que a Carla. Duramos veintiséis años casados, que no es poco. A ella también fui infiel antes de Carla.  El interés con Elena, se perdió sin embargo mucho antes de eso. Ambos quisimos permanecer juntos por nuestros hijos, pero una vez que ya estuvieron crecidos a ninguno de los dos le costó mucho trabajo la separación.  Hacía ya año y medio que no teníamos relaciones y habíamos caído en la negación más absurda en las que incurren las parejas, la de separar las camas. Durante ese periodo ni la culpa fue capaz de devolverme el interés. Dejamos incluso de besarnos en la mejilla en el saludo, que fue reemplazado por un ademán hosco y desabrido. Su humanidad se volvió completamente indiferente hacia mi. Eso mucho antes de que me interesara por Carla, que para esos años era hija de su mejor amiga. (Se lo que piensan, habrán llegado a la deducción barata de que Carla es bastante menor que yo. Brillante, mis felicitaciones,  veinte años para que agreguen el dato) El punto es que he vuelto a juntarme con ella (con Elena). ¿Y que hay con eso? dirán ustedes (los que aún sigan leyendo), es que es Elena,  a quien yo había incluso suspendido el contacto corporal en el saludo. Convengamos que, si ha tenido cambios a lo largo de los años, la lógica dice que no pueden haber sido mejoras. A lo sumo una baja ligera de peso, pero el resto de ella sólo empeoró.  Y sin embargo ahora que ya no estuvo más a mi alcance, después de que me aburrió incluso el hecho de pelearnos, ha vuelto a despertar mi interés.

Bueno como supondrán, tengo mi teoría al respecto. Ahora Elena es algo prohibido.

Aunque no debo relacionar éste hecho directamente con lo del odio antes citado, no por que crea que el engaño no sea en sí un hecho repudiable, sino sólo por que no es público.

Llevo tiempo tratando de hablarles del odio ( siempre es dificil hablar tratar estos asuntos) y no he hecho más que desviarme con temas que considero justo sepan de mi antes de cualquier juicio.

Dije que hubo indicios, y si que los hubo. Una vez alguien (mi hermana)  refirió mis datos a un conocido suyo (su mejor amiga) que necesitaba de mis servicios.  Los roles han sido modificados para evitar que personas de la realidad  sean reconocidos, sobre todo ella (Teresa) que calzaba tan bien con lo de la "teoría del gemido dolor-placer". Además a Teresa le mire el pecho izquierdo casi completo sin que se diera cuenta.

A mi "hermana" le pregunté luego de unos días por los comentarios de su amiga luego de que estuviera conmigo. Y ella, siempre desde la mirada interpretativa del psicoanálisis (desde que es psicóloga, creo que me analiza todo el tiempo) dijo: Sigmund (pondré un nombre cualquiera para no develar aún el mío) a nadie puede gustarle lo que tu haces, si no fuese necesario,  nadie buscaría tu servicio.

Hay alguien que trabaja conmigo. Hay alguien que trabaja para mi. Hace cinco o seis veces en cantidad de trabajo lo que hago yo. Le pago por ello menos de la décima parte. Debería odiarme (yo me odiaría si fuese ella) pero no lo hace, ve en mi una especie de ser superior. Dice que en el mundo debiesen haber más personas como yo.

La Funa

I.

ME SIENTO estafado, embaucado, engañado. Me vengo dando cuenta de que pertenezco a un pequeño porcentaje de la sociedad que es profundamente odiado por el resto y del que la sociedad preferiría que no existiese. No tuve antes conciencia de este odio. La ilusión de pertenecer a una élite me impidió darme cuenta del mismo. Quizá otrora este despertar fue menos agrio en tanto fue compensado por desmedidas retribuciones (por las que yo hoy habría sentido vergüenza) que amortiguaban el enorme complejo de ser detestable en todo el amplio sentido de la palabra. Hoy está ausente  esa riqueza que antes apaciguaba suciamente la culpa de ser indolentes,  de vender una imagen altruista con una bondad intachable llena de sabiduría y luego cobrar sin ninguna moral ni valor.

De admitir algo, podría decir que me deje seducir. Fui ingenuo, inmaduro. El mundo presionaba y amenazaba con morderme si no decidía y este cuento de lujos se presentó como algo que solucionaba todo. Como camino fácil.

Ser de mi especie es comparable a tener canas.  En el sentido de no tener conciencia de algo que para los demás es tan evidente a la vista. Uno no nació con ellas y durante gran parte de mi vida cada vez que estuve frente al espejo vi café y no blanco. Tal vez hasta hoy fueron las más veces que me vi café de las que me he visto blanco y por eso aún no tengo conciencia, quizá cuando este numero desconocido se equipare, comenzaré a ser un canoso consciente.

Pero, ¿que hay entonces con eso de la imagen que se tiene de si mismo? Que ¿hasta en el espejo puede ser un engaño? Tal vez uno puede acomodar el reflejo hasta hacerlo satisfactorio como reflejo mental involuntario. Hablo de verse guatón y automáticamente hundir la panza en forma inconsciente sin pensar en que uno jamás anda así por la vida. Yo por ejemplo me he sorprendido en puntillas frente al espejo, claramente puede deducirse de ello que no soy muy alto o que me gustaría serlo en mejor medida. También hundo el estomago y tiendo a hacer una ligera contracción de los músculos pectorales que logra aumentar el ancho de mi espalda en tres o cuatro centímetros. 

Lo que me divierte en mayor medida es la expresión, que consiste en bajar el mentón, levantar la vista y rotar la cabeza hacia algún lado (a la derecha de preferencia para ver mi lado izquierdo que es mi mejor lado) fruncir el ceño y hacer un leve gesto con la boca como estuviese en camino se besar. Me da la sensación como de que fuera a preguntar algo a alguien que de inmediato se formaría una primera impresión de mi como un tipo resuelto, seguro, definido en todos sus aspectos, para nada dubitativo, tal vez incluso audaz y confiable.

Todo eso mientras ese reflejo autónomo ordena según una imagen mental preconcebida y adecua la verdad a aquella construcción del ego.

Bueno pues yo creo haber encontrado una forma de desmontar tal farsa narcisista, esa imagen a la que me refiero, en absoluto falsa y distorsionada.

Antes de exponer aquí mis argumentos deberé decir que no me he válido de complejos e ingeniosos métodos para mi demostración. Mi experimento carece de ingenio, es mas, ni siquiera me pertenece.

Partiré por decir que recurrí a la imaginación. Me resulta irrisorio y patético a la vez imaginarme caminando por la calle, es decir, no cualquier calle, pongamos alguna en donde las apariencias importan, supongamos barrio "El golf", con esta postura adoptada de forma permanente (me he reído a carcajadas al escribir esto) intentando no despertar la curiosidad de la gente común. Partiendo por que los individuos que me encontraría en esa calle, ahora mismo por ejemplo, no debe ser para nada gente común, por el contrario con una fijación obsesiva en las apariencias. Tal vez por eso evito este tipo de lugares. No se si mencione que soy introvertido, no me gusta sentirme observado y si en ultimo caso tengo aceptar serlo, me gustaría que fuese para exaltar un rasgo positivo de mi aspecto y no una postura absurda y para nada natural como la que modula mi reflejo al darme una imagen de mi mismo.

En segunda instancia y aquí con mayor fuerza, para todo aquel que no haya quedado convencido con mi argumento anterior, recurrire y esta vez con más cientificidad, dado que es cierto que la imaginación es subjetiva y alguien bien podría imaginarse a si mismo dando aquella imagen que se pretende, de manera exitosa, a un método más comprobable y más aun reproducible. 

Para tal comprobación me he hecho de una grabadora no muy sofisticada y de una cámara de vídeo para hacer autoregistros diarios en actitudes cotidianas, para luego ser comparadas en forma subjetiva con mi propia imagen especular. Lo ideal hubiese sido objetivar la observación añadiendo terceras personas al experimento, pero hay cierta conciencia en mi de lo absurdo que hasta mi me resulta, por lo que he obviado esta herramienta, no obstante en mi defensa puedo decir que, dada la baja complejidad del mismo, cualquiera podría repetirlo y comprobar a propio criterio mis planteamientos.

Tal como lo he vaticinado,  mis resultados en la comparación son en extremo concluyentes. Las imágenes y archivos de audio que pude capturar de mi en actitudes cotidianas,  no tienen semejanza alguna con la que yo obtengo de mirarme en el espejo, con lo que me atrevo a plantear que la gente tiene de mi una imagen muy distinta a la que tengo yo.

Tal desconocimiento de la realidad es el que ahora me angustia al pensar en haber creído durante prácticamente media vida que era otro,  que cumplía un rol benéfico, que era admirado y querido.

No puedo decir que no hubo avisos. Había frases que resonaban de manera distinta a las que yo interponía mi imagen preformada desde el ego.

Otro rasgo abominable de mi ocupación es que incluye a diferencia de otras, juicios morales en los que es difícil no caer y que también me los he de cuestionar en estos escritos como probables agravantes al odio antes descrito contra los de mi especie.

Por cierto, esta bueno ya que lo especifique aún que muchos lo habrán deducido. No, aun tengo un par de cosas más que decir antes de que se me descarte. Ya diré en su momento que es lo que me hace ser lo que soy.