VI.
PERO mi parte más oscura no se constituye sólo en impulsos sexuales, no podría ser tan básico. Sin duda soy más que eso, el problema es que "eso" (el resto de mi) es lo que menos me gusta.
Siento constantemente impulsos aberrantes en contra del mundo que me rodea, en contra de la sociedad de arribistas, en contra de Naum.
Jamás he llegado a decírselo. Ni a él ni a nadie. Decirlo tendría dos caminos. Redimirme, es decir, correr a la iglesia más cercana, buscar al párroco de turno. Ahora que lo pienso, desconozco si estos señores trabajan "de llamado", o en un confecionario para casos de emergencia, con un letrero rojo de letras blancas, que dijera "En caso de arrepentimiento, rompa el cristal y confiese". Bueno da igual, es hipotético. Y confesar mis instintos asesinos en contra de Naum. En seguida, después de rezar claro, (no olvidemos que buscaría mi redención, pero los padres nuestros sólo me mantendrían ocupado unas horas o días) tendría que, aconsejado por Carla y mi hermana psicóloga, buscar ayuda profesional con un psiquiatra que a través de psicofarmacos mutaría mis ganas de matar a mi amigo transformándolas en un profundo sentimiento de insatisfacción conmigo mismo, originado tal vez en una relación disfuncional con mi padre en mis primeros años. O bien, o sea el otro camino sería concretar lo pensado y asesinarlo.
Podría, sin duda alguna. He estudiado su rutina y sabría perfectamente cuando y donde encontrarle inerme, indefenso, desprovisto de cualquier cosa. El problema es otro, le tengo cierto aprecio. Conozco a Naum desde pequeño además a su familia y a través de los años, he llegado a tenerles cariño. Me atormenta la sola idea de causarles una desgracia.
A pesar de lo anterior, he llegado a planearlo un par de veces. Unas cinco para ser exacto, todas con distinto método. Ninguno se ellos demasiado sofisticado (los métodos demasiado sofisticados suelen ser poco eficaces).
Hay una, sin embargo, mi favorita, la que prefiero ante todas. La repaso a diario y parece ser perfecta. El método, igual que en las demás, es tan simple como efectivo, su perfección radica en que se plantea como la posibilidad de un suicidio. Entonces no me acusarian de nada y yo sería tan sólo uno más de los que lamentarían la muerte de Naum.
He estado tentado en escribir sobre ella, (también me atormenta la idea de olvidar sus detalles) pero sé que ésto, en la remota posibilidad de llevar a cabo mi crimen, acabaría por delatarme y ya no sería un crimen perfecto. Solo por eso no escribo más de ello en éstas páginas.
Al diablo con todo. Si ya he llegado hasta acá, seguro puedo escribirlo, pero antes no me resisto a pensar que he recuperado vuestra atención, que por momentos creí perdida. Lo sé, por ratos éstas líneas faltas de cuerpo carecen de sentido. Una historia de amor, o un crimen, como en una novela policial (bueno, lo tenemos acá a modo de hipótesis) o algo que haga sentir que se va para algún lado. Quiero dejar en claro que yo mismo me he sorprendido preguntandome a donde pretendo llegar con ésto. La verdad es que aun no lo sé, pero creo ir por buen camino.
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