III.
AUNQUE cueste creerlo, de ese tipo de gente nefasta hay más como yo. Y por si fuera poco, una sociedad que los agrupa. Los detesto, a cada uno, pero no me pierdo ninguna de sus podridas reuniones, en donde no se hace más que jactarse. Jactarse de todo, de esto, de aquello, de lo de más allá, de lo que viene.
Tengo un amigo en ese grupo. Bueno lo tenía hasta que intente seducir a su mujer. (Creo que hasta les hablé de esto) Tengo planeado recuperar su amistad, explicándole mis teorías y haciéndome ver como una lagaña o como una plaga de polillas. Así de inútil y poco original. Lo que no se si deba aclarar, es que a su mujer la detesto, igual que a todas las que he intentado seducir. Una de las veces que me reuní con ella, no pude dejar de mirar todo el tiempo una lagaña negra teñida de rimel en su ojo derecho. Es insólito como en ocasiones puedo dedicar tanta atención a algo tan poco relevante y sin que aporte en nada a mi vida.
No me gusta mi actitud en grupo. No menos que la de los demás, pero siempre acabo en las reuniones, por encontrarme más parecido a ellos de lo que creo ser el resto del tiempo. Aborrezco que nadie piense, que nadie sea capaz de elaborar una opinión propia más que - oh, si que terrible esto o aquello.
Lo peor, es que yo soy sólo uno más y me doy cuenta, pero con eso no basta y me odio por esto de tener la capacidad de darme cuenta sin sacar provecho. Para muestra, un (No puedo creer que este escribiendo este refrán desagradable que me equivale a un señor ingles de frac negro, sombrero de copa, guantes blancos y una tasa de té con leche, con el dedo meñique estirado) botón.
Hace poco hubo atentados en Francia. Murieron 16 franceses y 8 extranjeros. (hasta aquí no hice más que repetir el titular)
El fin de semanan en una reunión de la sociedad, durante el café, alguien dijo: -¿supieron lo que paso en Francia? Yo agregué de inmediato -si, creo que fueron como 16 franceses y algo de 8 extranjeros (traté de que los números sonaran aproximados para que se oyera más como recurso personal) luego, dos o tres de los arribistas de la sociedad a la que pertenezco agregaron -ay si, que terrible -como es posible tanta maldad.
Aquí hay que agregar un dato que yo conozco pero ustedes no. Este diálogo transcurre mientras tomamos café de grano y galletas artesanales en un salon con alfombras y cortinas de terciopelo rojo.
Prosigo: Lo habitual es que la conversación se detenga ahí y yo sólo me dé cuenta de lo desagradable que me resulta verme parte de ese círculo de "no pensantes" repetidores de noticias. Pero esta vez ocurrió algo aún peor. Uno de los "no pensantes" pensó y enunció un postulado de su autoria. Dijo: -lo que pasa es que Francia, hace un tiempo que viene haciendo alarde de su poderío militar y esta no es más que una respuesta clara del anarquismo Sirio (se lo que están pensando, -voy a averiguar inmediatamente de que se trata. Bueno para su tranquilidad, yo sólo estoy repitiendo lo que dijo Naum y aunque en el momento también pensé en averiguar del tema, aun no lo hice y continúo sumergido en la ignorancia ) el grupo quedó perplejo, en silencio. Nadie fue capaz de agregar nada, ni rebatir, ni aseverar. Es más, hubiese sido constructivo pedir al propio Naum que nos explicara del origen del conflicto y así todos podríamos haber opinado, para luego lucirnos en reuniones propias. A mi, por supuesto no se me ocurrió tal cosa en el momento, se me ocurrió después, pero cuando quise llamarlo para que me explicara, recordé lo de su mujer y me abstuve. Si alguno lo pensó, seguro siento vergüenza de admitir su ignorancia. Dos o tres segundos después, alguien puso otro tema relacionado con el cambio climático (de lo que casualmente se había estado hablando la noche anterior en las noticias) y otros tres repitieron pomposos enunciados en relación al tema.
Tiempo atrás intenté averiguar de que se trataba lo que pasaba en la franja de gasa. Aparecieron a diario por cerca de un mes reportajes relacionados en el periódico que leo. Yo desconozco si el hecho de dejar de lado la lectura (¿dejar de lado? no se a quien intento engañar, la verdad es que jamás he leído mucho. Los titulares a diario y a lo sumo un par de instructivos de algunos productos) ha terminado en una atrofia severa de mi compresión lectora o tal vez debí haber seguido los reportajes desde el primero y no pretender entender desde la mitad en adelante, pero la verdad es que se me hizo ininteligible y me hizo pensar. Pensar en que realmente no estoy al tanto de nada. Leo el periodico todos los días casi como mecánicamente y escucho noticias durante la mañana y antes de dormir, pero todas pasan, ninguna se detiene, nada me hace reflexionar, ninguna cambia mi vida. Podría incluso hacer el ejercicio y predecirlo.
Hoy llegaré a casa pasado las nueve. Saludare a Carla y le preguntare por su día. Ella hablará del gimnasio, del supermercado y del un almuerzo con una tal Bernardita Hansenn o Hensenn. Agregará un par de datos a mi agenda seguramente sobre alguna reunión de apoderados de la Martina. Yo tomaré una tasa de té (tengo problemas para dormir y si bebo café a esa hora, duermo a saltos y sueño que se acaba el mundo) y me iré hasta el dormitorio. Allí encenderé el televisor y escucharé mientras me desvisto dos testimonios de testigos de los atentados, un reportaje a una familia Siria, el auge del robo de vehículos con intimidación en las comunas de Vitacura y Las Condes, luego dos minutos de comerciales uno de una empresa de seguridad, otro de viajes al caribe y otro del banco Falabella con el slogan "te miramos a los ojos". Éste último llamará mi atención por que me mostrará a un padre con su hija de unos diez y siete, a quien le regala una motoneta estilo vintage, ella sonríe y se abrazan. Luego de la conmovedora escena, pensaré en que cuando la Martina tenga esa edad, me encantaría hacerle un regalo así. Entonces iré hasta su dormitorio y la besaré en la frente para desearle las buenas noches y le preguntaré si le gustaría andar en motoneta cuando sea grande. Ella por supuesto dirá que sí, por que yo señalaré con mi dedo, a su muñeca Barbie sentada sobre una motoneta rosada en el mismo estilo, que sonríe feliz sobre la repisa enfrente a su cama.
¿Saben como lo sé? Por que mis días son exactamente iguales uno al otro desde hace unos veite años. Llevo un tiempo de darme cuenta, pero a menudo me he vuelto a descubrir en la misma rutina y salvo contadas excepciones que casi siempre tienen relación con mi hija menor (los mayores parecen también haber sido devorados) el paso de la vida solo se deja notar en el hecho de sentirme más y más cansado.
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