lunes, 30 de noviembre de 2015

La funa anexo cap VIII

VERLOS (imaginar aquella escena en casa de Naum) sólo confirma mi tesis de que el ser humano es un ser aberrante, imperfecto y débil de espíritu, y que nos pasamos la vida tratando de negarnoslo,  pretendiendo ser puros, espirituales, inmaculados, como se nos ha enseñado,  a imagen y semejanza ni más ni menos que del mismísimo dios.  Cuanta mentira por cierto.

No les convence, lo sé, les parezco retorcido y enfermo ¿no es verdad? Pero díganme ustedes, ¿cuanta maldad no hay en la vida del ser humano? Si solo se tomaran unos minutos para pensar la historia que se nos ha enseñado, ¿no se darían cuenta acaso, de que no son más que hechos terribles enunciados de forma gloriosa? o acaso ¿no se mató,  violó y torturó en las guerras y conquistas?

Si solo reflexionaramos a cerca de las noticias con las que se nos informa a diario, ¿no bastarían segundos para concluir que es maldad pura?  y luego nos juntamos, cenamos y  jugamos a mostrarnos cuán felices somos con la vida que hemos logrado conseguir. Y si me lo permiten, puedo ir aun más lejos. Díganme ustedes ¿por que percibimos como "de poco peso" las noticias que no contienen violencia? ¿Por que todos y cada uno, habremos caído alguna vez en la tentación del morbo de ver imágenes o videos aberrantes en los que se mata o se tortura a alguien? o simplemente ¿por que algunos de mis pasajes les han de sonar tan familiares? y si aun siguen ahí ¿siendo yo un ser repugnante, como es que han llegado a leer hasta acá? ¿No existe tal vez la infinitamente pequeña posibilidad de que haya un pequeño yo en cada uno de ustedes?

Comprenderé plenamente si ahora mismo su intención es arrancar estas páginas y dedicar su tiempo a algo más "constructivo" como seguir cinco o seis temporadas de alguna serie u ojear una vez más alguna red social y enterarse de lo "feliz" que se siente Pedro, Juan o Diego. Lo sé, he caído de nuevo en el sarcasmo. (me cuesta no llegar a eso) Iba a que este mismo sentimiento autodestructivo es el que me atormenta a mi, día tras día, pero finalmente no puedo, ni quiero safar de él.

jueves, 26 de noviembre de 2015

La funa VIII.

No se en que momento he comenzado a volverme más  y más  intolerante. A abominar fuertemente a la sociedad a la que pertenezco y a reconocerme horrorizado como parte de ella. A sentirme carcomido por sus contradicciones carentes de sentido, pero tan provocadoramente presentes sin que nadie logre realmente darse cuenta de ninguna de ellas. Lo peor de todo esto, es que a menudo veo cada vez con más certeza, que todo este pensamiento, esta reflexión, todo este existencialismo barato, del me he  enorgullecido profundamente,  no habrá de conducirme más que al punto exacto, al que han de llegar todos aquellos que han pasado por la vida sin detenerse en una sola cuestión que no les calce del todo. Nacerán, serán educados, tendrán una profesión u oficio, lograrán en algún momento tener una casa propia y seguirán trabajando para  de pagar deudas hasta poco antes de morir y su existencia será tan reproducible y lo que más me irrita,  su breve pasaje por la vida tendrá el mismo valor que mi pasaje por está vida sin que haya mucha diferencia.

Tiempo atrás se me dio por  averiguar cuanto tiempo viven las moscas, pero me di cuenta de que no existe claro consenso en la información al respecto, al menos en la que tenía a mi alcance.

Entonces (como ya he dicho antes a cerca de la relación sinergial que hay entre la no utilidad de algún experimento y la obsesiva perfección del mismo) me he dado a la tarea de averiguarlo a criterio propio.

Mi primera dificultad residió en el darme cuenta de que absolutamente todos los métodos que la gente común utiliza a diario están concebidos para matar a las moscas y no para mantenerles en cautiverio con el propósito de contabilizar sus días. Por lo que hacerme de una muestra y de un lugar para el estudio me ha resultado sumamente dificultoso.

Una vez más, me he visto en la necesariedad de inventar alguna excusa para procurarme tiempo de observación y de someter a juicio de Angelica, la persona que trabaja conmigo, la propia cordura de mis experiencias (hubo dar instrucciones de mantener una oficina aislada en donde logré encerrar a tres de mis animalitos en estudio y dedicar el mayor tiempo de trabajo posible por no querer que los lapsos fuera de ella, me hiciera dar por perdido el momento exacto del deceso.

Me asalta ahora un hecho del que no había tomado cuenta hasta aquí. Tengo tres moscas atrapadas en una habitación ciega con el fin claro de establecer por método científico la duración de su vida. Intuyo que es corta y por eso he comenzado con el experimento sin creer que me iba a tomar demasiado tiempo, pero, ¿como habría yo de saber cuántos años-mosca tenían ya mis sujetos experimentales? Ostento la fama no se si  positiva, de haber pasado buena parte de mi vida adolescente observando cómo su vuelo pareciera escapar a leyes físicas de inercia y gravedad, pero jamás me detuve a mirar si se trataba de individuos (moscas) jóvenes o adultas. Y aun que me lo hubiese cuestionado, ¿como habría yo de saberlo? A pesar de esto, mi obsesión me impidió dejar de lado el experimento.

Tenía entonces dos opciones pero el solo hecho de pensar en experimentar con moscas desde su eclosión me parecía repugnante. Así es que decidí que lo mas lógico era estimar que los individuos reclutados estarían en la mitad de su vida. (Para lo cual fue necesario reclutar seis individuos más)

Lo segundo que no me pareció menos importante fue pensar en que el cautiverio bien podría parecerles hostil a mis observados y acortar con ello la longitud de su vida  falseando la veracidad del estudio. Vuelvo a caer aquí en la misma conclusión, por Dios, que poco sabemos la gente común sobre las moscas, compartiendo hábitat desde hace siglos. ¿como podía saber que hacer para que mis individuos se sintieran más a gusto? Y si alguno se ellos, a raíz del encierro, tuviese los mismos cuestionamientos existenciales que tengo yo, pero, no sobreviviera a su planteamiento optando entonces por el suicidio, ¿no falsearia también mis datos?

Esto se torna cada vez más complejo a la vez de seguir sumando datos arbitrarios que no han hecho más que restar exactitud a mi experiencia.

Me visto obligado (ya que hasta donde se, no se conoce nada sobre la psicología de moscas en cautiverio) a asumir el hecho de que las rige un comportamiento instintual y que al paso de unas pocas horas, habrían de dar por hecho de que no habría universo más allá de las paredes en que las tenía confinadas.

No deja de tentarme la idea de comparar esta existencia a mi propia vida. ¿sería posible confinar mi existencia a los límites del mundo conocido sin que yo me cuestionase a cerca de los porqué de este universo? Y si así fuese ¿no sería lógico caer en un comportamiento autómata perpetuado hasta que se me agotase la vida? Es decir, de pronto el universo ilimitado de mi vida infantil que por momentos he logrado revivir a traves de mi hija Martina, se confina mi hogar, mi trabajo y el camino que los une, sin que haya algo más. Y luego un mal día  dejára de buscar ese más allá y esta automaticidad se me hiciera perpetua hasta la muerte. Me aterra.

A diferencia de mis tantas otras experiencias,  esta no fue concluyente, intuyo por la cantidad de variables que no pude controlar. Mis moscas (nueve en total) vivieron entre tres y cinco días, la misma variabilidad que pude encontrar en la literatura que tenía a la mano.

He logrado imaginar con precisión,  encuentros clandestinos entre Roberto (Naum) y Teresa.

Para lograrlo ha sido necesario recurrir a una tercera persona. Yo bien puedo trasponerme hasta el cuerpo de Naum, pero en solitario sólo podría imaginarlo teniendo una fantasía y como no es raro en mi, el verme obsesionado por la verosimilitud de mis experiencias, consideré que esta vez era necesario ir en busca de Pamela que me daría mayor exactitud. Pamela es una prostituta que trabaja de miércoles a sábado en una calle cercana a mi oficina. La veo cuando voy tarde. Asumo que su nombre real no es Pamela, así como tampoco el placer que finje sentir cuando está conmigo. No me importa, yo también miento.

Finjo ser un tal Carlos. Es éste el nombre que utilicé en la clandestinidad. Primero por que es un nombre común, entonces no sonaría raro finjir desconcierto si alguien me llamase por este nombre y responder con un certero -disculpe, pero me temo que me ha confundido con otra persona. (he ensayado mi cara al decirlo, aun no alcanzo una naturalidad creíble). Pero ante todo por Carlos Valverde, un ex compañero de universidad que hasta donde supe, era extremadamente correcto, extremadamente probo,  extremadamente honesto, inmaculado. incluso su aspecto. Era alto, muy flaco, de cabellos rubios y ojos celestes con un rostro de buena persona que siempre llevaba una sonrisa amigable y al que no le haría hecho nada un poco de mala fama en su expediente.

Pamela me ha ayudado antes en otras fantasías que no siempre conllevan una relación sexual. Ella jamás pregunta mucho, solo obedece a mis instrucciones. A veces suelta una carcajada contenida que se apaga en seguida apenas nota la seriedad de mi expresión. Dudo que sus encuentros conmigo signifiquen un punto álgido en su carrera, pero le pago bien y siempre está disponible. Creo que en cierto modo se siente protegida y sabe que en realidad soy inofensivo. 

Todo parte con un mensaje sugerente. No grosero, solo sugerente,  de esos que se dejan a merced del receptor lo que quiera entender, pero que habiendo suficiente complicidad, siempre logran su objetivo. Hay suficiente complicidad entre ellos (Naum y Teresa) desde hace un tiempo. Pude percatarme en el último evento en el que los vi quedar solos en un mar de gente (entre los que estaba yo como testigo).

Luego acuerdan hora y lugar sin mucho detalle. No es ni la primera, ni la última vez que lo hacen. 

Hay algo que puedo intuir de estos encuentros.  A pesar de tener ambos una pareja estable, la motivación en ellos es en absoluto distinta.

Él piensa mas bien en que lo hace por que puede hacerlo, por que el cuerpo de Teresa, menudo y por sobre todo distinto al de su esposa, lo exita de sólo mirarlo. No la ama, solo la desea y ese deseo se apaga justo después de un orgasmo suyo, para volver a encenderse semanas o meses después. El deseo extinto da paso a la culpa y a la premura por terminar luego lo empezado. No hay besos, ni caricias, ni miradas dulces, ni suspiros.

Su voluntad se sitúa por encima de la de ella, (figuradamente claro) sin embargo la de ella corre con un precio mucho más alto.

Teresa, en cambio, esta enamorada de Naum desde la primera vez que se vieron. De su estampa, de su pulcritud, de su ser oculto. Su cuerpo no es como el de Mario, que en comparación es bastante menor.  y sin embargo ella haría cualquier cosa que Naum le pidiese. Y en cada uno de sus encuentros,  ella alberga la remota  esperanza  de que por fin él se atreva y le proponga dejar todo botado y huir juntos y empezar de cero en otro lugar (idealmente Irlanda del Norte). Para ella, esto (su aventura) es un amor cuasi perfecto, que solo falló en el que la vida los junto cuando ya ambos tenían compromisos con otras perdonas.

El ve y siente que eso la ilusiona, se siente asfixiado y quiere salir corriendo.

Ella se desilusiona al ver que las cosas no cambian y se promete en cada nueva vez que si será  la última.

martes, 24 de noviembre de 2015

La funa VII.

VII.

HABLARÉ del crimen hipotético más tarde. Mi bajeza una vez más, me permite mantener el suspenso. No es fácil escribir sobre algo sin pretender que alguien lo lea más tarde. Ya di antes indicios, no me importa lo que de mi se  piense ahora.

No, No puedo ahora  pensar más que en el crimen que me obsesiona.

Confieso que hay lapsos de tiempo en los que repaso a diario la rutina de Naum. En ocasiones agrego variantes como salidas con amigos o idas al cine, incluso imagino las películas que ve (conozco de cerca sus gustos) y luego las veo también para imaginar con mayor precisión.  Una noche como muchas, después de que terminara mi trabajo, imaginé una cena con amigos (no me resulta difícil, los tenemos en común).

Naum llega a su casa y saluda tiernamente a su mujer y a su pequeña (besa la frente de esta última) su mujer ha preparado la cena y minutos mas tarde suena el timbre.

mi ejercicio también incluye imaginar lo que él piensa. Para evitar confusión lo pondré en modo de paréntesis

(Naum: cena preparada, mantel largo, ¡dios! ( es profundamente creyente) ¡que día es hoy!)
-¿esperabas a alguien? Dice él
-Teresa y Felipe con sus respectivos,  les dije que vinieran a cenar, no te molesta ¿cierto?
(¿a cenar? ¿un martes? ¿ese pedante? )
-no, para nada, pero me hubieses dicho  para ayudarte en algo
( Uf que agotador ¿será preciso que esté presente?pero ¿y ese pedante un martes?)
-no quise importunarte,  tengo de todo. Dice ella mientras abre la puerta.

Al cabo de un rato, los seis se han sentado a la mesa, ella sirve la cena y conversan sobre distintos tópicos.  Primero el trabajo, las amistades en común, el último viaje y luego sobre un huerto en el que la guapa de  Teresa (aquí pongo algo de mi cosecha, no obstante es por que estoy seguro de que Naum también la desea),  cultiva en su balcón y desde donde cosechan especias con las que luego cocina junto a ese tal Mario. Las tres parejas parecen más afiatados que nunca, como si compitieran por la cantidad de amor que se profesan el uno al otro, por la complicidad. Sobre todo Teresa y ese (Mario), aparentan ser inmensamente cómplices, inmensamente  afiatados, inmensamente felices juntos y lo que es peor, que esa felicidad es permanente,  absoluta,  ininterrumpida,  no lo dicen (decirlo no lo haría más creíble) pero sé siente al verlos y yo se que mienten en su apariencia idílica de felicidad.

Y de pronto me invaden incertidumbres y ya no estoy tan seguro de mi verdad.  ¿es posible tal cosa? ¿es posible tal felicidad? ¿acaso Naum se abstuvo de mirar el escote de Teresa  cuando ésta se inclino sobre la mesa para alcanzar la ensalada? ¿acaso no paso por su mente retorcida la ínfima posibilidad de que ella no lo hubiese hecho a propósito para que él mirara? ¿sería posible tal negación de la naturaleza humana? ¿a que costo? Admito cierta envidia (ahora propia) por que, es cierto, yo también podría llegar a casa, besar a Carla, a mi hija e invitar gente a comer. A algunos de la sociedad, a alguna amiga de Carla, la Hensenn o Hansenn y que viniera con su marido, o al propio Naum con su esposa, y tener una velada espléndida, hablar de cosas moralmente apropiadas, hablar de viajes, de amigos, de trabajo e irradiar felicidad dando una imagen de pareja perfecta, exitosa,  no lo niego, me dan ganas de intentarlo, pero ¿cuanto en mi sería real? ¿Cuanto podría aguantar sin pensar y llevar a cabo alguna de las barbaridades  que se me ocurren a diario? Más aun,  ¿cuanto hay de barbarie en esa gente exitosa, compuesta, modelada por una sociedad, por la moral y las buenas costumbres, por el sentido común?.

Son estos los momentos en los que me siento más enfermo, pero, conozco de cerca que es lo que harían conmigo (ya lo dije antes, lo de los psicofarmacos) y tampoco lo veo como una solución ¿que hago entonces sino llevar una doble vida?

Se como hacer disipar mis dudas y voy a compartirlo a precio de vender a un familiar. (Aunque como hice antes, podría cambiar roles y ya nadie sabría de quien estoy hablando)

Tengo una Prima, casada, un hijo de once años. Vive con ellos además, un familiar, el padre de ella. La madre murió hace poco tiempo y a partir de eso, el padre de ella (mi tío) viene con un deterioro cognitivo importante. El marido de mi prima, que para estos efectos llamaremos Charles (juro por dios que me detuve aquí tratando de pensar en otro nombre pero me fue imposible) no pudo lograr nunca una estabilidad laboral  lo suficientemente sólida como para financiar la vida que aparentan llevar. Tienen dos autos caros, el hijo de once en colegio bilingüe, ella paga año corrido en el gimnasio Balthus y él juega golf dos veces por semana. Conozco a la familia desde adentro, conmigo tienen más confianza y se muestran sin ocultar nada.

La relación entre ellos siempre ha sido algo tirante, una lucha constante por quien hace uso de más autoridad.

Últimamente y producto de la demencia senil de mi tío (al que llamaremos Juan),  y de la inestabilidad económica de Charles,  las cosas han andado bastante más tensas. De las cuatro personas que componen ese grupo, las dos menos protegidas son el tío juan y el hijo de once, que producto del estrés constante en el que se ha transformado la vida, por  querer financiar un estilo, para el que no les alcanza, son ambos víctimas de malos tratos en forma constante (no físicos). Además de eso, Charles tiene ahora último una actitud cada vez más retraída y mi prima que actualmente tiene cuarenta, ha adquirido un temblor esencial en su cuello (como diciendo "no") en forma constante, a lo que los medicamentos no han podido dar solución.

Hacen unos meses, mi prima y Charles estuvieron de aniversario, celebraron diez años de matrimonio y trece juntos.

Tuve la oportunidad de asistir a tal celebración, en la que incluso se leyeron discursos y se renovaron votos. Pude percibir la mirada de varias parejas de amigos que los veían con gran admiración y les manifestaron en múltiples oportunidades, el deseo de llegar a ser como ellos.

Con todo y mi psicosis existencial consciente, si de algo estoy completamente seguro, es que ninguno en esa casa lo pasa mejor que yo. A mi no me gustaría ser como alguno de ellos. Sin embargo proyectan una imagen a sus amistades que nada tiene que ver con la realidad, simulan ante todo ser inmensamente felices.

La funa VI

VI.

PERO mi parte más oscura no se constituye sólo en impulsos sexuales, no podría  ser tan básico. Sin duda soy más que eso, el problema es que "eso" (el resto de mi) es lo que menos me gusta.

Siento constantemente impulsos aberrantes en contra del mundo que me rodea, en contra de la sociedad de arribistas, en contra de Naum.

Jamás he llegado a decírselo. Ni a él ni a nadie. Decirlo tendría dos caminos. Redimirme, es decir, correr a la iglesia más cercana, buscar al párroco de turno. Ahora que lo pienso, desconozco si estos señores trabajan "de llamado", o en un confecionario para casos de emergencia,  con un letrero rojo de letras blancas, que dijera  "En caso de arrepentimiento, rompa el cristal y confiese". Bueno da igual, es hipotético. Y confesar mis instintos asesinos en contra de Naum. En seguida, después de rezar claro, (no olvidemos que buscaría mi redención, pero los padres nuestros sólo me mantendrían ocupado unas horas o días) tendría que, aconsejado por Carla y mi hermana psicóloga, buscar ayuda profesional con un psiquiatra que a través de psicofarmacos mutaría mis ganas de matar a mi amigo transformándolas en un profundo sentimiento de insatisfacción conmigo mismo, originado tal vez en una relación disfuncional con mi padre en mis primeros años. O bien, o sea el otro camino sería concretar lo pensado y asesinarlo. 

Podría, sin duda alguna. He estudiado su rutina y sabría perfectamente cuando y donde encontrarle inerme, indefenso, desprovisto de cualquier cosa. El problema es otro, le tengo cierto aprecio.  Conozco a Naum desde pequeño  además a su familia y a través de los años, he llegado a tenerles cariño. Me atormenta la sola idea de causarles una desgracia.

A pesar de lo anterior, he llegado a planearlo un par de veces. Unas cinco para ser exacto, todas con distinto método. Ninguno se ellos demasiado sofisticado (los métodos demasiado sofisticados suelen ser poco eficaces).

Hay una, sin embargo, mi favorita, la que prefiero ante todas. La repaso a diario y parece ser perfecta. El método, igual que en las demás, es tan simple como efectivo, su perfección radica en que se plantea como la posibilidad de un suicidio. Entonces no me acusarian de nada y yo sería tan sólo uno más de los que lamentarían la muerte de Naum. 

He estado tentado en escribir sobre ella, (también me atormenta la idea de olvidar sus detalles) pero sé que ésto,  en la remota posibilidad de llevar a cabo mi crimen, acabaría por delatarme y ya no sería un crimen perfecto.  Solo por eso no escribo más de ello en éstas páginas. 

Al diablo con todo. Si ya he llegado hasta acá, seguro puedo escribirlo, pero antes no me resisto a pensar que he recuperado vuestra atención,  que por momentos creí perdida.  Lo sé, por ratos éstas líneas faltas de cuerpo carecen de sentido. Una historia de amor, o un crimen, como en una novela policial (bueno, lo tenemos acá a modo de hipótesis) o algo que haga sentir que se va para algún lado. Quiero dejar en claro que yo mismo me he sorprendido preguntandome a donde pretendo llegar con ésto.  La verdad es que aun no lo sé,  pero creo ir por buen camino.

miércoles, 18 de noviembre de 2015

La funa V.

V.

Una noche encontré a Carla hablando de la separación de una de sus amigas a raíz de la infidelidad in fragante del marido.

Fui un hipócrita. Le dije que la infidelidad es, antes que todo un engaño a uno mismo y que ese hombre, que de seguro tampoco lo estaba pasando tan bien,  debió haberse replanteado su relación antes de cometer adulterio. Que tal vez, habrían de separarse igual, pero que seguramente habría sido todo menos doloroso. Que patraña tan elaborada. Ahora mismo  he sentido orgullo de mi labia.

-entonces ¿tu me lo vas a decir cuando ya no me quieras? Preguntó ella más calmada escrutando mis ojos para asegurar la verdad. (Puedo mentirle y mirarla a los ojos sin problema, creo que éste es otro cliché barato de la sociedad moderna,  la gente miente mirando a los ojos, todos los días)

Sin contar las veces en las que pagué por sexo, en siete años, a Carla le fui infiel con unas sesenta o setenta mujeres distintas (es posible que este alardeando, hay cierto placer en ésto,  aun así, no debieron ser menos de diez o quince). Algunas de ellas ( creo haber hablado de esto) ni siquiera fueron de mi gusto. ¿por que lo hice? Porque podía hacerlo, porque tenía ganas, por que siente placer, ¡por dios! como dios habría de crear el placer sin imaginar que íbamos a intentar obtenerlo en las cantidades que nos fuese posible. Yo nunca estuve para esclarecer tan absurda negación de privarselo viniendo de uno mismo, me estuvo a la mano y lo tomé y no me arrepiento. Creo no haber caído más abajo que un alcohólico o un drogadicto. Y por la culpa. La bendita culpa, que cada vez me erosionaba menos (esto si podría ser una adicción). Creo que, de todo lo que detesto de mi, esta es de las cosas que me dieron mayor satisfacción.

-si cielo, te lo diré primero que a nadie.
No, por supuesto no, creo que las relaciones humanas son tanto más complejas que un "te diré cuando ya no te quiera", es mas, tal vez nadie lo diga nunca, tal vez sería más honesto decir, (y aquí es donde re flota de nuevo mi parte científica) he elaborado un sencillo  listado de frases más honestas a las que se podría apelar en momentos como el de el planteado. "Cuando ya no te quiera yo:"

-haré un boicot silencioso a la relación hasta que se te haga tan repudiable, que tu también quieras terminarla. (Mi experiencia anterior. Es un pésimo método,  no lo recomiendo a nadie)
- buscare serte infiel con alguna de tus amigas (éste no es tan malo. Siempre hubo alguna amiga guapa y más simpática que me dejó con la sensación de haber elegido con demasiada premura)
-fingire ser homosexual y haber decidido de pronto comunicarlo al mundo (sólo en las películas)

Momento, sé que estarán pensando  -para que pagar por sexo si se puede seducir a alguien para obtenerlo. Y la reflexión siguiente es: -seguro no es así tan como lo cuenta. (Tan seductor me refiero) bueno les diré algo. Es distinto.

Primero, en el sexo pagado no hace falta una conversación ni un trago. No hay que bajarse a abrir la puerta del automóvil ni llevar a cenar. No se necesita decir palabras protocolares ni llevar flores. No hay que prometer nada, se paga en reemplazo de todo.

Segundo, no existe nesecidad de procurar placer a nadie más que a uno mismo, el de ella se compra y mientras más alto sea el precio, más placer será el que finja sentir.

Tercero, tampoco se necesita llamar para decir que se ha llegado bien a casa, ni se corre el riesgo de que lo vayan a llamar a uno en un momento poco oportuno, la relación se acaba al cerrar la puerta.

Si no fuera tan mal visto, yo lo contaría e incluso lo recomendaría a varios de los arribistas que frecuento. Pero que digo, estoy seguro que más de alguno ya piensa y actúa como yo.

Hubo una vez en la que si conversé largo rato con una chica colombiana.  Creo que hubo química.  Me dejo pensando, en que tanto más auténtica era su vida que la que pretendo llevar yo, llena de apariencias y mentiras. No me refiero a las mentiras que digo a Carla, si no a las que me constituyen en lo que proyecto de mi, incluso frente al espejo.

martes, 17 de noviembre de 2015

La funa IV.

IV.

HAY una especie de obsesión en mi, que me lleva a querer experimentar con todo, aun con las cosas más inútiles y mientras más inútil es el experimento, más me obsesiona la perfección de  su método.

Vengo pensando desde hace un tiempo en lo de las noticias y me he permitido ir un paso más allá. Pero antes de dar a conocer mis anotaciones, aclararé que ni yo se bien el objeto de este tipo de  experiencias, tampoco tengo claro si es que es muy original, pero la obsesión que me trae hasta acá, me resulta más fuerte que el  interés por averiguarlo.

Para mi experimento, fue preciso tener a la mano cuatro equipos de televisión conectados a la red eléctrica. Para lo anterior he traído a una de las habitaciones que no utilizaba en mi oficina, el aparato que hasta unas semanas tenía en mi dormitorio. (lo que me costó una reñida discusión con Carla y un viaje a Brasil para solucionar las cosas) Con la Sra. Juanita fueron menos explicaciones, le dije que era por motivos de fuerza mayor, pero que al cabo de un mes, tendría su televisor de vuelta. El tercero fue el de la sala de espera y como a mi Martina no puedo dejarla sin su caricatura favorita, menos por las malsanas obsesiones de su padre, el cuarto hubo que comprarlo.

Una vez con los cuatro televisores a la mano, he diseñado un ingenioso calendario, que me permite registrar el contenido de los noticiarios de los cuatro principales canales de televisión abierta al mismo tiempo, incluyendo los avisos comerciales.

Aun siendo bastante rudimentaria, mi experiencia está orientada a comprobar la hipótesis de que los noticieros dan absolutamente todos las mismas noticias, en el mismo orden y que estas son interrumpidas por avisos comerciales sincronizados en la misma duración.

Para todo lo anterior, también ha sido necesario permanecer en mi oficina hasta más tarde los días lunes, miércoles y viernes alternados semana por medio con martes y jueves. Como es lógico de suponer, que Carla no iba a tragarse tan aberrantemente "absurdo" motivo para mi demora, he logrado hacer coincidir  con los dias de registro, seis congresos, dos reuniones familiares (Carla no se lleva con mi familia, por lo que siempre se abstiene de asistir a eventos de este tipo),  tres juntas con amigos, dos velorios y un partido de fútbol.  Una sola noche me quedó sin justificar, que para mi desgracia fue la que me trajo mayor problema. La pregunta me llevó de improviso a decir que había demorado el regreso a casa tomando un café con alguien que no pude especificar rápidamente (me cuesta mentir de improviso, no así cuando es elaborado con tiempo) con lo que Carla sospechó inmediatamente y me quitó el saludo por varios días.

Mi experimento hasta aquí podrá parecerles fútil, es decir, carente de importancia por falta de fundamento (acabo de buscar el significado de esta palabra en el diccionario. En Google)(con frecuencia despierto pensando en alguna palabra como ésta,  que lejos de olvidar, reaparece mentalmente hasta que me obligo a buscarla) pero tuve la oportunidad de hacerlo y simplemente lo hice.

Ésta es la parte del diálogo en la que he despertado su curiosidad y ustedes deberán pensar algo como  "bueno, si ya  llegó hasta acá, pues bien, veamos de que se trata".

Antes aclaro que, dado lo revelador de los resultados por mi obtenidos, guardaré reserva de los derechos de autor y sin pretender en ningún caso retribución económica alguna, se de por solicitada la mención de mi nombre (desde que sea revelado) en caso de ser usados pública o particularmente.

Hecha la aclaración, paso a detallar:

1 - las noticias fueron efectivamente entregadas en el mismo orden en los cuatro noticiosos analizados con excepción de uno que alternó las dos últimas.
2 - las tandas de avisos comerciales duraron exactamente cuatro minutos y veintinueve segundos con una discrepancia que no superó los tres segundos para ninguno de los canales analizados.
3 - la sección de deportes siempre estuvo ubicada al final junto con la del pronóstico del tiempo cuya única variación radicó en que está formara o no parte del noticioso en relación cuatro es a uno.

Como verán, sin duda era una verdad de la que todos veníamos sospechando desde hace tiempo, (espero no ser el único que se fijó en esto) bueno, pues yo no he hecho más que comprobarlo.

domingo, 15 de noviembre de 2015

La funa III.

III.

AUNQUE cueste creerlo,  de ese tipo de gente nefasta hay más como yo. Y por si fuera poco, una sociedad que los agrupa. Los detesto, a cada uno, pero no me pierdo ninguna de sus podridas reuniones, en donde no se hace más que jactarse. Jactarse de todo, de esto, de aquello, de lo de más allá, de lo que viene.

Tengo un amigo en ese grupo. Bueno lo tenía hasta que intente seducir a su mujer. (Creo que hasta les hablé de esto) Tengo planeado recuperar su amistad, explicándole mis teorías y haciéndome ver como una lagaña o como una plaga de polillas. Así de inútil y poco original. Lo que no se si deba aclarar, es que a su mujer la detesto, igual que a todas las que he intentado seducir. Una de las veces que me reuní con ella, no pude dejar de mirar todo el tiempo una lagaña negra teñida de rimel en su ojo derecho.  Es insólito como en ocasiones  puedo dedicar tanta atención a algo tan poco relevante y sin que aporte en nada a mi vida.

No me gusta mi actitud en grupo. No menos que la de los demás, pero siempre acabo en las reuniones, por encontrarme más parecido a ellos de lo que creo ser el resto del tiempo.  Aborrezco que nadie piense, que nadie sea capaz de elaborar una opinión propia más que - oh, si que terrible esto o aquello. 

Lo peor, es que yo soy sólo uno más y me doy cuenta, pero con eso no basta y me odio por esto de tener la capacidad de darme cuenta sin sacar provecho. Para muestra, un (No puedo creer que este escribiendo este refrán desagradable que  me equivale a un señor ingles de frac negro, sombrero de copa, guantes blancos y una tasa de té con leche, con el dedo meñique estirado) botón.

Hace poco hubo atentados en Francia. Murieron 16 franceses y 8 extranjeros. (hasta aquí no hice más que repetir el titular)

El fin de semanan en una reunión de la sociedad, durante el café, alguien dijo: -¿supieron lo que paso en Francia? Yo agregué de inmediato -si, creo que fueron como 16 franceses y algo de 8 extranjeros (traté de que los números sonaran aproximados para que se oyera más como recurso personal) luego, dos o tres de los arribistas de la sociedad a la que pertenezco agregaron -ay si, que terrible -como es posible tanta maldad.

Aquí hay que agregar un dato que yo conozco pero ustedes no. Este diálogo transcurre mientras tomamos café de grano y galletas artesanales en un salon con alfombras y cortinas de terciopelo rojo.

Prosigo: Lo habitual es que  la conversación se detenga ahí y yo sólo me dé cuenta de lo desagradable que me resulta verme parte de ese círculo de "no pensantes" repetidores de noticias. Pero esta vez ocurrió algo aún peor. Uno de los "no pensantes" pensó y enunció un postulado de su autoria.  Dijo: -lo que pasa es que  Francia, hace un tiempo que viene haciendo alarde de su poderío militar y esta no es más que una respuesta clara del anarquismo Sirio (se lo que están pensando, -voy a averiguar inmediatamente de que se trata. Bueno para su tranquilidad, yo sólo estoy repitiendo lo que dijo Naum y aunque en el momento también pensé en averiguar del tema, aun no lo hice y continúo sumergido en la ignorancia ) el grupo quedó perplejo,  en silencio. Nadie fue capaz de agregar nada, ni rebatir, ni aseverar. Es más, hubiese sido constructivo pedir al propio Naum que nos explicara del origen del conflicto y  así todos podríamos  haber opinado,  para luego lucirnos en reuniones propias.  A mi, por supuesto no se me ocurrió tal cosa en el momento, se me ocurrió después, pero cuando quise llamarlo para que me explicara,  recordé lo de su mujer y me abstuve.   Si alguno lo pensó, seguro siento vergüenza de admitir su ignorancia. Dos o tres segundos después, alguien puso otro tema relacionado con el cambio climático (de lo que casualmente se había estado hablando la noche anterior en las noticias) y otros tres repitieron pomposos enunciados en relación  al tema.

Tiempo atrás intenté averiguar de que se trataba lo que pasaba en la franja de gasa. Aparecieron a diario por cerca de un mes reportajes relacionados en el periódico que leo. Yo desconozco si el hecho de dejar de lado la lectura (¿dejar de lado? no se a quien intento engañar, la verdad es que jamás he leído mucho.  Los titulares a diario y a lo sumo un par de  instructivos de algunos productos) ha terminado en una atrofia severa de mi compresión lectora o tal vez debí haber seguido los reportajes desde el primero y no pretender entender desde la mitad en adelante, pero la verdad es que se me hizo ininteligible y me hizo pensar. Pensar en que realmente no estoy al tanto de nada. Leo el periodico todos los días casi como mecánicamente y escucho noticias durante la mañana y antes de dormir, pero todas pasan, ninguna se detiene, nada me hace reflexionar, ninguna cambia mi vida. Podría incluso hacer el ejercicio y predecirlo.

Hoy llegaré a casa pasado las nueve. Saludare a Carla y le preguntare por su día. Ella hablará del gimnasio,  del supermercado y del un almuerzo con una tal Bernardita Hansenn o Hensenn.   Agregará un par de datos a mi agenda seguramente sobre alguna reunión de apoderados de la Martina. Yo tomaré una tasa de té (tengo problemas para dormir y si bebo café a esa hora, duermo a saltos y sueño que se acaba el mundo) y me iré hasta el dormitorio.  Allí encenderé el televisor y escucharé mientras me desvisto dos testimonios de testigos de los atentados, un reportaje a una familia Siria, el auge del robo de vehículos con intimidación en las comunas de Vitacura y Las Condes, luego dos minutos de comerciales uno de una  empresa de seguridad,  otro de viajes al caribe y otro del banco Falabella con el slogan "te miramos a los ojos". Éste último llamará mi atención por que me mostrará a un padre con su hija de unos diez y siete, a quien le regala una motoneta estilo vintage, ella sonríe y se abrazan.  Luego de la conmovedora escena, pensaré en que cuando la Martina  tenga esa edad, me encantaría hacerle un regalo así.  Entonces iré hasta su dormitorio y la besaré en la frente para desearle las buenas noches y le preguntaré si le gustaría andar en motoneta cuando sea grande. Ella por supuesto dirá que sí,  por que yo señalaré con mi dedo, a su muñeca Barbie sentada sobre una motoneta rosada en el mismo estilo, que sonríe feliz sobre  la repisa enfrente a su cama.

¿Saben como lo sé? Por que mis días son exactamente iguales uno al otro desde hace unos veite años. Llevo un tiempo de darme cuenta, pero a menudo me he vuelto a descubrir en la misma rutina y salvo contadas excepciones que casi siempre tienen relación con mi hija menor (los mayores parecen también haber sido devorados) el paso de la vida solo se deja  notar en el hecho de sentirme más y más cansado.

jueves, 12 de noviembre de 2015

La Funa II.

II.

Volvamos a lo del odio, que hasta ahora por cierto, fue para ustedes un odio infundado. Y lo seguirá siendo hasta que salde mi deuda de aclarar quien soy. Pero como ya he dado indicios de mi bajeza, hasta ahora inconsistente, me permito (esta vez consiente eso si) mantener el misterio que asumo los ha traído a leer hasta aquí, pues para quien haya dejado de leer antes, no será necesaria tal aclaración.

Estábamos en que me dejé seducir en mi inmadurez, por un camino que prometía estar lleno de lujos y satisfacciones pero que jamás habló de la moral o de la ética. O bueno quizá habló, pero en una visión deformada que lejos de normar mi propia moral, no hizo más que engrandecer la imagen en mi espejo. Creo que estoy siendo demasiado etéreo para estás alturas. Podré un ejemplo para aterrizar la idea.

Trabajo con el dolor. No como herramienta, pero esta relacionado a lo que hago. ¿Sabían ustedes que el quejido que genera un dolor moderado en una mujer es muy similar al que produce cuando siente placer? Bueno ahora lo saben. ¿comprenden ahora por que me aborrezco? Seré aún más claro. Cada mujer que se quejó durante la práctica de algún procedimiento por mi realizado, no me generó compasión, que es lo que, según la moral y el sentido común, me debía de haber generado. Por el contrario, me genero una imagen mental de connotación plenamente sexual. Incluso en personas que para mi fueron detestables.

Creo que fueron precisamente estas imágenes mentales, las que me llevaron a intentar seducir a mujeres que yo mismo detestaba.  Podría decir también, que fueron mis incansables inquietudes científicas las que me llevaron en un intento de comprobar mi "teoría del gemido dolor-placer", que de otra forma no podría haber sido comprobada. Pero no.  Sería otra bajeza más. Sin duda es algo de los rasgos psicóticos de mi personalidad lo que me lleva a aquellos actos.

En una de estas ocasiones fui capaz de llegar aún más lejos. Intenté seducir nada menos que a la mujer de mi amigo. A ella   también la detestaba. Por fortuna no dio resultado. Perdí la amistad de él y la simpatía de ella, pero al menos entre ellos se mantuvo el amor. Creo que fue lo mejor para los tres.

Continuaré por aclarar (por si es que a alguien le queda alguna duda) que engaño a mi esposa. Si no la engañara, no podría estar con ella. Bueno conceptualmente, tal vez ni siquiera es un engaño y podríamos clasificar mi acto con esa disculpa barata de la omisión. En tal caso podemos decir que  ella no sabe que me acuesto con otras mujeres.  He llegado a sentirme enfermo por lo que voy a explicar y en modo alguno pretendere lograr su compasión (la de ustedes digo) o empatia.  Lo cuento por que me da la gana y por que me parece digno de análisis.

Nuestra relación es cíclica y siempre llega a un punto en el que yo pierdo el interés y ella el encanto. Es entonces  cuando la engaño. Las primeras veces lo hice con culpa, con remordimiento y con Dolores, una compañera de trabajo con quien sienpre hubo una innegable atracción física. Las primeras veces pensaba en nuestra hija, en la familia, en la señora Juanita (no se por que pensaba en ella, pero pensaba) en dios. Pero de a poco me fui acostumbrando a la culpa, aceptandola,  queriéndola. Por fin he terminado de entender que es precisamente la culpa la que me hace volver a querer, volver al centro, encontrar esa imagen en el espejo de hombre resuelto y digno de admiración al punto de volverme romántico.

Me ocurre también siendo infiel, algo sumamente curioso. He vuelto a juntarme con mi ex esposa. Será adecuado contar que tengo dos hijos de un primer matrimonio con Elena, a la que conocí exactamente de la misma manera que a Carla. Duramos veintiséis años casados, que no es poco. A ella también fui infiel antes de Carla.  El interés con Elena, se perdió sin embargo mucho antes de eso. Ambos quisimos permanecer juntos por nuestros hijos, pero una vez que ya estuvieron crecidos a ninguno de los dos le costó mucho trabajo la separación.  Hacía ya año y medio que no teníamos relaciones y habíamos caído en la negación más absurda en las que incurren las parejas, la de separar las camas. Durante ese periodo ni la culpa fue capaz de devolverme el interés. Dejamos incluso de besarnos en la mejilla en el saludo, que fue reemplazado por un ademán hosco y desabrido. Su humanidad se volvió completamente indiferente hacia mi. Eso mucho antes de que me interesara por Carla, que para esos años era hija de su mejor amiga. (Se lo que piensan, habrán llegado a la deducción barata de que Carla es bastante menor que yo. Brillante, mis felicitaciones,  veinte años para que agreguen el dato) El punto es que he vuelto a juntarme con ella (con Elena). ¿Y que hay con eso? dirán ustedes (los que aún sigan leyendo), es que es Elena,  a quien yo había incluso suspendido el contacto corporal en el saludo. Convengamos que, si ha tenido cambios a lo largo de los años, la lógica dice que no pueden haber sido mejoras. A lo sumo una baja ligera de peso, pero el resto de ella sólo empeoró.  Y sin embargo ahora que ya no estuvo más a mi alcance, después de que me aburrió incluso el hecho de pelearnos, ha vuelto a despertar mi interés.

Bueno como supondrán, tengo mi teoría al respecto. Ahora Elena es algo prohibido.

Aunque no debo relacionar éste hecho directamente con lo del odio antes citado, no por que crea que el engaño no sea en sí un hecho repudiable, sino sólo por que no es público.

Llevo tiempo tratando de hablarles del odio ( siempre es dificil hablar tratar estos asuntos) y no he hecho más que desviarme con temas que considero justo sepan de mi antes de cualquier juicio.

Dije que hubo indicios, y si que los hubo. Una vez alguien (mi hermana)  refirió mis datos a un conocido suyo (su mejor amiga) que necesitaba de mis servicios.  Los roles han sido modificados para evitar que personas de la realidad  sean reconocidos, sobre todo ella (Teresa) que calzaba tan bien con lo de la "teoría del gemido dolor-placer". Además a Teresa le mire el pecho izquierdo casi completo sin que se diera cuenta.

A mi "hermana" le pregunté luego de unos días por los comentarios de su amiga luego de que estuviera conmigo. Y ella, siempre desde la mirada interpretativa del psicoanálisis (desde que es psicóloga, creo que me analiza todo el tiempo) dijo: Sigmund (pondré un nombre cualquiera para no develar aún el mío) a nadie puede gustarle lo que tu haces, si no fuese necesario,  nadie buscaría tu servicio.

Hay alguien que trabaja conmigo. Hay alguien que trabaja para mi. Hace cinco o seis veces en cantidad de trabajo lo que hago yo. Le pago por ello menos de la décima parte. Debería odiarme (yo me odiaría si fuese ella) pero no lo hace, ve en mi una especie de ser superior. Dice que en el mundo debiesen haber más personas como yo.

La Funa

I.

ME SIENTO estafado, embaucado, engañado. Me vengo dando cuenta de que pertenezco a un pequeño porcentaje de la sociedad que es profundamente odiado por el resto y del que la sociedad preferiría que no existiese. No tuve antes conciencia de este odio. La ilusión de pertenecer a una élite me impidió darme cuenta del mismo. Quizá otrora este despertar fue menos agrio en tanto fue compensado por desmedidas retribuciones (por las que yo hoy habría sentido vergüenza) que amortiguaban el enorme complejo de ser detestable en todo el amplio sentido de la palabra. Hoy está ausente  esa riqueza que antes apaciguaba suciamente la culpa de ser indolentes,  de vender una imagen altruista con una bondad intachable llena de sabiduría y luego cobrar sin ninguna moral ni valor.

De admitir algo, podría decir que me deje seducir. Fui ingenuo, inmaduro. El mundo presionaba y amenazaba con morderme si no decidía y este cuento de lujos se presentó como algo que solucionaba todo. Como camino fácil.

Ser de mi especie es comparable a tener canas.  En el sentido de no tener conciencia de algo que para los demás es tan evidente a la vista. Uno no nació con ellas y durante gran parte de mi vida cada vez que estuve frente al espejo vi café y no blanco. Tal vez hasta hoy fueron las más veces que me vi café de las que me he visto blanco y por eso aún no tengo conciencia, quizá cuando este numero desconocido se equipare, comenzaré a ser un canoso consciente.

Pero, ¿que hay entonces con eso de la imagen que se tiene de si mismo? Que ¿hasta en el espejo puede ser un engaño? Tal vez uno puede acomodar el reflejo hasta hacerlo satisfactorio como reflejo mental involuntario. Hablo de verse guatón y automáticamente hundir la panza en forma inconsciente sin pensar en que uno jamás anda así por la vida. Yo por ejemplo me he sorprendido en puntillas frente al espejo, claramente puede deducirse de ello que no soy muy alto o que me gustaría serlo en mejor medida. También hundo el estomago y tiendo a hacer una ligera contracción de los músculos pectorales que logra aumentar el ancho de mi espalda en tres o cuatro centímetros. 

Lo que me divierte en mayor medida es la expresión, que consiste en bajar el mentón, levantar la vista y rotar la cabeza hacia algún lado (a la derecha de preferencia para ver mi lado izquierdo que es mi mejor lado) fruncir el ceño y hacer un leve gesto con la boca como estuviese en camino se besar. Me da la sensación como de que fuera a preguntar algo a alguien que de inmediato se formaría una primera impresión de mi como un tipo resuelto, seguro, definido en todos sus aspectos, para nada dubitativo, tal vez incluso audaz y confiable.

Todo eso mientras ese reflejo autónomo ordena según una imagen mental preconcebida y adecua la verdad a aquella construcción del ego.

Bueno pues yo creo haber encontrado una forma de desmontar tal farsa narcisista, esa imagen a la que me refiero, en absoluto falsa y distorsionada.

Antes de exponer aquí mis argumentos deberé decir que no me he válido de complejos e ingeniosos métodos para mi demostración. Mi experimento carece de ingenio, es mas, ni siquiera me pertenece.

Partiré por decir que recurrí a la imaginación. Me resulta irrisorio y patético a la vez imaginarme caminando por la calle, es decir, no cualquier calle, pongamos alguna en donde las apariencias importan, supongamos barrio "El golf", con esta postura adoptada de forma permanente (me he reído a carcajadas al escribir esto) intentando no despertar la curiosidad de la gente común. Partiendo por que los individuos que me encontraría en esa calle, ahora mismo por ejemplo, no debe ser para nada gente común, por el contrario con una fijación obsesiva en las apariencias. Tal vez por eso evito este tipo de lugares. No se si mencione que soy introvertido, no me gusta sentirme observado y si en ultimo caso tengo aceptar serlo, me gustaría que fuese para exaltar un rasgo positivo de mi aspecto y no una postura absurda y para nada natural como la que modula mi reflejo al darme una imagen de mi mismo.

En segunda instancia y aquí con mayor fuerza, para todo aquel que no haya quedado convencido con mi argumento anterior, recurrire y esta vez con más cientificidad, dado que es cierto que la imaginación es subjetiva y alguien bien podría imaginarse a si mismo dando aquella imagen que se pretende, de manera exitosa, a un método más comprobable y más aun reproducible. 

Para tal comprobación me he hecho de una grabadora no muy sofisticada y de una cámara de vídeo para hacer autoregistros diarios en actitudes cotidianas, para luego ser comparadas en forma subjetiva con mi propia imagen especular. Lo ideal hubiese sido objetivar la observación añadiendo terceras personas al experimento, pero hay cierta conciencia en mi de lo absurdo que hasta mi me resulta, por lo que he obviado esta herramienta, no obstante en mi defensa puedo decir que, dada la baja complejidad del mismo, cualquiera podría repetirlo y comprobar a propio criterio mis planteamientos.

Tal como lo he vaticinado,  mis resultados en la comparación son en extremo concluyentes. Las imágenes y archivos de audio que pude capturar de mi en actitudes cotidianas,  no tienen semejanza alguna con la que yo obtengo de mirarme en el espejo, con lo que me atrevo a plantear que la gente tiene de mi una imagen muy distinta a la que tengo yo.

Tal desconocimiento de la realidad es el que ahora me angustia al pensar en haber creído durante prácticamente media vida que era otro,  que cumplía un rol benéfico, que era admirado y querido.

No puedo decir que no hubo avisos. Había frases que resonaban de manera distinta a las que yo interponía mi imagen preformada desde el ego.

Otro rasgo abominable de mi ocupación es que incluye a diferencia de otras, juicios morales en los que es difícil no caer y que también me los he de cuestionar en estos escritos como probables agravantes al odio antes descrito contra los de mi especie.

Por cierto, esta bueno ya que lo especifique aún que muchos lo habrán deducido. No, aun tengo un par de cosas más que decir antes de que se me descarte. Ya diré en su momento que es lo que me hace ser lo que soy.

martes, 10 de noviembre de 2015

Anexo 6

Anexo 6

Allá abajo

( Detrás de las letras )

Tania, la colorina, se molestó por que la vincule con D'Aguirre mucho mayor que ella. Dijo que ella pensó siempre en entrar a la escena con Martin. Tuve que explicar que, dado el hecho de que ya había una historia anterior con Carol, un encuentro, aun que fuese casual, ponía en juego la consecuencia del protagonista  que desde los primeros capítulos persigue una relación con más estable Mariana, aun cuando nunca se pretendió que fuera éste el eje central de la historia.

No la vi muy convencida, pero me dijo que podíamos transar con un viaje a buenos aires.  Otra más. Comienzo a sospechar de complot.

lunes, 9 de noviembre de 2015

Capítulo 19

Allá abajo

( Capítulo 19 )

Para mi buen Lestat las cosas han andado algo mejor. Al parecer con Laura han vuelto a encontrar su estabilidad como pareja y desde hace un par de semanas viene comentando de que  se han puesto en "campaña" para tener otro hijo. A mi sienpre me resultó gracioso el concepto se ponerse en campaña. Se entiende con ello que han dejado de lado todo método anticonceptivo y han dado al destino la tarea de la planificación familiar . El punto es que con eso a  mi amigo, le ha mejorado notoriamente el humor, está mas chispeante  que nunca y su pelo ha adquirido un brillo casi como para comercial de shampoo.  Desconozco si es que el efecto es el mismo en ella, pero en vista de los resultados, al menos en él,  tal vez no sería una mala idea consultar por la posibilidad de instaurar políticas de campaña en forma permanente.

Sagredo es otro que se lo ve contento desde hace ya un buen tiempo. En el yoga conoció a Eduardo, que según él,  es un tipo extremadamente sensible. De tanto en tanto viene a buscarlo a la oficina y nos tiene invitados a todos a un asado vegano para que lo conozcamos.

Pablo huye de sus problemas matrimoniales refugiado en el deporte.  Logró bajar de peso y ahora es todo un crack para subir pedaleando el cerro. Yo lo acompaño  de tanto en tanto.

De Ramiro Santini podría decir que es prófugo de la justicia argentina por no pago de múltiples pensiones alimenticias de los hijos que tiene con tres mujeres distintas en Córdoba, San Luis y Río Negro. Pero no sería cierto. Es un buen tipo y como era lógico,  en cuestión de semanas llegó contándome que salía con una joven y escultural arquitecto amiga de Ignacia. Por lo de escultural, Santini siempre tendió a exagerar un poco las cosas, pero la verdad es que es muy simpática.  El viernes me contó también, que había conseguido el numero de la colorina del frente y que tenía planes de invitarla a almorzar a algún lugar más cómodo.  Ojala corra con mejor suerte que yo.

Ordoñez fue padre de una hermosa niña hace seis semanas. Aloja cinco de siete días en casa de Luli,  Lestat dice que es un turno de paternidad al estilo minero. Al parecer ya no es tan impulsivo, o al menos ahora no lo cuenta. Aunque esta feliz con la paternidad, dice que ahora todo su tiempo libre lo usa para dormir.

Con Mariana tenemos una relación de amistad y algunos privilegios. Un acuerdo tácito nos permite hacernos el amor de cuatro a siete veces por semana, salvo que ahora somos conscientes de estar enamorados uno del otro. Además de amantes furtivos, somos buenos amigos y nos tenemos antes que nada, un cariño indeleble. Creo que durante mucho tiempo entendí otra cosa del amor. Resultado de eso, mis  relaciones anteriores duraron sólo lo que dura el vértigo inicial, que en promedio  nunca pasó de un año. En diciembre harán seis  que conozco a Mariana y nos hemos propuesto vivir juntos en esa fecha si es que todo continúa como hasta ahora. No voy a decir que fuimos felices para siempre por que eso pasa sólo en los cuentos.  Hemos tenido diferencias y malos entendidos que no siempre nos generan conflicto.  Las diferencias nos permiten tener cada uno su mundo propio.  Los malos entendidos a veces nos distancian, pero otras nos han jugado a favor. Mariana sabe que la quiero, pero eso de andar diciéndolo no es algo que se me dé muy fácil.  Hace unos días mientras paseábamos en el persa en hora de almuerzo un fin de semana, quise sugerir que comieramos algo, pero al parecer el ruido distorsiono mi mensaje por que recibí como respuesta una carcajada amorosa acompañada de un -¿cosita rica? nunca antes me dijiste así, suena cursi pero me encantó. Yo también te quiero cosita rica. No quise aclarar el mensaje,  total de comer, íbamos a comer igual.

FIN

sábado, 7 de noviembre de 2015

Anexo 5

Debido a los constantes comentarios de algunos suspicaces lectores que insisten en establecer un nexo, me veo en la obligación se publicar la siguiente aclaración:

Cualquier similitud entre Martin Alday y el autor de esta obra, es pura coincidencia.  Por favor no insista.

Sin perjuicio de lo anterior, el pensamiento del personaje central podría representar en ocasiones el del autor, sin quitar al protagonista de razonamiento propio.

Daniel Valenzuela.

Del escribir

Del escribir

Si algo heredé intacto de mi viejo, fue escribir con pluma. A pesar de que son contadas las ocasiones de usarla, siempre lleva consigo una de ellas. Recuerdo haberle acompañado al persa de niño en busca de estos pequeños tesoros. Por dos o tres pesos conseguía piezas antiguas, las que restauraba cuidadosamente. A los cincuenta ya había logrado una modesta colección que encantaba de hacer gala entre  familiares y amigos. Lo mágico de las plumas dice él, es que guardan cada palabra escrita y con ello cada momento de la historia en que han sido utilizadas. El metal en su punta se acostumbra con cada traza al peso de la propia mano y al cabo de unos años, si el uso fue constante, se logra domar y hacer de ella una extensión del pensamiento. Cuanto más tuya es una pluma, más fiel a tu sentir será lo que escribas y en mejor medida sabrá interpretar lo que quieres decir.

Una pluma no se presta, y si se presta no escribe, por que en ella hay historia que no es la propia de quien la pide. 

No es poco el mérito si se considera que soy zurdo. Y que mis dedos siempre pasaron por encima de lo escrito. Cuando se es zurdo uno tiene dos opciones. Inventar una propia forma de escribir o domar la que ya existe para que se deje utilizar. Yo opté por la segunda, para que  los demás me entendieran, pero a diferencia del resto de los de mi especie, reemplace la contorsion del brazo girando el papel hasta ponerlo de lado, con lo que varios siguen creyendo que es chino lo que escribo. Hoy mi letra no es de las más lindas ni mi ortografía tan perfecta, sin embargo y después de mucha escritura, he logrado domar algunas y escribir con la mano izquierda, cualquier cosa que se me ocurra.

martes, 3 de noviembre de 2015

Capítulo 18

Allá abajo

( Capítulo 18 )

Ordoñez llegó atacado por lo de los cancerígenos de la carne. Dijo durante el café de la mañana, que con eso, sumado a los ácidos saturados y los transgenicos, ya era prácticamente nada lo que se podía comer con tranquilidad.

A mi no me dejaba de llamar la atención lo obstinado que estaba Ordoñez en prolongar la vida, siendo la vejez una etapa tan hostil con el cuerpo y estando a la vez tan poco preparados como sociedad para enfrentarla. Guiñez llegó contando la última vez, que le dolía todo y que la artrosis le hace cada vez más compleja la sencilla tarea  de vestirse.

Mi abuela, vivió hasta los noventa, pero los últimos años estuvo postrada, desnutrida e incapaz de articular una sola palabra coherente. Los veinte anteriores, después de la muerte de mi abuelo,  fueron sumidos en una miseria que se acentuó día tras día.  Me tocó ver a mi padre de cincuenta años hacerse cargo de ella y sacrificar en su prolongada agonía, diez de los años en los que debió haber disfrutado de los frutos de su propio esfuerzo.

Sin sentir en absoluto desprecio por la vida, todos los recuerdos que tenía yo de mi querida abuela, eran de su larga y triste agonía y a menudo me cuestionaba el sentido que tuvo haber  mantenido funcionando su humanidad por un tiempo tan prolongado como jugando a las escondidas con la muerte, que finalmente, tal y como parte del juego terminó por encontrarla.

Respondí un obvio "si" a la propuesta de Mariana. Los detalles estaban demás. Como a ella no le gustaba que se sospechara de lo nuestro, teníamos desde hacía tiempo, un acabado y discreto método  para encontrarnos dos calles hacia arriba en un pasaje no muy transitado. Eso siempre y cuando la propuesta fuese para almorzar. De tarde, y dado que el primero era colonizado por trabajadoras del comercio sexual Santiaguino, el punto de encuentro se trasladaba dos estaciones de tren en dirección al oriente, justo a la salida de un café en el que habíamos tenido nuestra primera conversación. A pesar de no haberlo efectuado hacía ya tiempo, el método estratégico engranaba como recién aceitado y jamás hubo espera o confusión.

Estaba estratégicamente diseñado para reducir al mínimo la posibilidad de encontrarse con alguien de la oficina. Al menos hasta ese día.

Cinco para la una, camino desde mi escritorio hasta el perchero y tomo mi chaqueta. Miro de reojo al escritorio hacia mi derecha en donde Mariana levanta el teléfono y lo cuelga con lo que doy por recibida mi señal. Dos minutos después salgo por la salida norte de la galería en dirección a huérfanos. Tres minutos mas tarde ya estoy en el lugar. Ella dobla la esquina siempre cerca de medio minuto detrás de mis pasos. Ésta vez me pareció ver a Avilés que salía en la misma dirección. Nos tropezamos en el perchero y ninguno de los dos supo que decir. Durante la caminata no quise voltear la mirada para no despertar más sospechas. Podía ser perfecta coincidencia que caminaramos ambos en la misma dirección saliendo de la galería. El lugar de encuentro tenía una particularidad que en la mayoría de las veces resultaba favorable. Esperando en la esquina uno quedaba detrás de un quiosco prácticamente invisible al que venía al encuentro. Ese día al llegar al lugar, me encontré de frente a Sebastian D'Aguirre que igual de sorprendido que yo no pudo ocultar su nerviosismo y sin saludar, a pesar del evidente contacto visual, inicio su marcha apurada hacia la vereda del frente. D'Aguirre nunca fue muy preocupado por su apariencia.  Sin contar el matrimonio de su hijo, fueron contadas las ocasiones en las que se lo vio llegar con la camisa completamente dentro del pantalón o con los zapatos lustrados. Ese día sin embargo llevaba terno, pañuelo asomado y una rosa roja envuelta en papel transparente con una cinta de raso negro que mantenía el conjunto. Exactos treinta segundos más tarde y para mi sorpresa, protagonice un segundo pero igualmente incómodo encuentro con Avilés que desde luego fingió sorpresa y preguntó que me había llevado a ese lugar. Ante la sorpresa de la pregunta y sin que hubiese pensado jamás en encontrar a alguien mas de la oficina que no fuese Mariana, y aun cuando lógicamente yo debí haber inventado cualquier excusa de los tantos motivos probables que me podrían haber llevado al lugar dije torpemente -vine a juntarme con una amiga que no es del trabajo. Era claro que con lo básico de mi respuesta no logre convencer a nadie de su veracidad y por suerte Mariana, que para esos imprevistos suele ser más astuta que yo, siguió de largo y el encuentro paso desapercibido. Dos cuadras más tarde logré conectar con ella y mientras caminábamos me contó que había visto desde lejos al directorio muy elegante con una rosa en la mano y que seguro esperaba a Tania, la colorina del frente. Que sabía de buena fuente que venían desde hace algún tiempo teniendo encuentros fortuitos en horas de almuerzo de los días en que él no estaba en la oficina.

Mariana explotó en comentarios. A parte de lo del directorio, que para esas alturas ya tenía nivel de rumor, me habló de su hermana, de la nueva relación de su madre y de que planeaba acompañar a Avilés en su próximo viaje a Buenos Aires.  Parecía que todo ese tiempo sin hablarnos había hecho acumularse en ella toda esa complicidad de los temas que sólo tratábamos juntos. Yo que para esas fechas también había acumulado más de algún sentimiento,  le confesé de que su escote me había permitido prestar sólo atención parcial a sus relatos y que dado todo el tiempo transcurrido desde nuestro último encuentro, me sentía confundido y ya no podía afirmar con tanta precisión cual de sus pechos era el más pequeño. Lo que por cierto fue falso. Aunque igualmente hermosos, yo recordaba perfecto que el izquierdo era notoriamente más pequeño que el derecho. Recordaba también la textura de sus pezones rosados y hasta podría haber precisado el sabor que tomaba su piel, los días en que su dieta era mas condimentada.

Mariana no tenía un cuerpo exuberante, pero yo muchas veces me plantee que parecía haber sido concebido para dar por completo con mi gusto. Sus pechos eran pequeños, sus caderas no muy anchas y sus piernas alargadas completaban una delicada delgadez que sin embargo sabía llevar con mucha gracia una vez que se lo proponía. Su rostro eso si, era acreedor de una de las bellezas más sublimes jamás vistas, que se acentuaba al extremo cuando su sonrisa coincidía  con un rayo de luz de la tarde. Eso aquella tarde pasó tres veces.