Ahora que sé que Lestat le da por seguir a Mariana, no me siento tan tranquilo de juntarme con ella. La última vez que nos vimos, justo antes de que pasara lo que yo esperaba, y lo que creo que ella también, yo me puse medio nervioso tratando de cerrar ventanas y cortinas para evitar un potencial desastre y como, por respeto al pacto, no podía ponerla a Mariana al tanto de la situación, ella interpretó como quizo y de nuevo me fui con la sensación.
Con esa ya iban tres veces que nos juntábamos sólo a conversar y la situación ya me estaba poniendo algo tenso.
A Santini lo habían traído a Romano después de que la empresa fuera comprada por un Grupo español, justo una semana después del incidente del metro. Oriundo Buenos Aires, el tipo tenía más cancha que los 38 hombres restantes del elenco y en menos de una semana ya tenía a todas las mujeres de la empresa, incluidas Mariana y la Sra Gina, regalandole miradas y sonrisas coquetas. Físicamente no era nada muy particular, pero hablaba fuerte y con acento y eso llama la atención a cualquiera. A pesar de lo anterior, Santini era muy simpático y como yo no tenia nada en contra de los argentinos, en pocos días ya teníamos harto tema. Además como el venía de contralor y yo era de finanzas, nos pasábamos la mayor parte del tiempo juntos.
Lestat no me creyó un carajo. Para evitar un desastre, de alguno de los dos implicados, hubo que elegir a uno, a quien contarle y por respeto al pacto, elegí a Lestat. A Mariana habría tenido que explicarle lo de la mal avenida afición de mi amigo y de lo del pacto de silencio y aún con eso no solucionaba nada. A Lestat en cambio, tenía que dar menos explicaciones.
Yo solía poner a prueba la perspicacia de mi amigo y gracias a su ingenuidad casi infantil, siempre conseguía hacer que creyera alguna historia ridícula, como la de que la Sra Gina se había hecho implantes mamarios una vez que estuvo con licencia varios días. O que D'Aguirre era familiar directo de Americo dado el parecido. O de que Avilés había sido Carlos antes de ser Carla. Producto de ésto, el buen Lestat y su ingenuidad me habían tomado cierta distancia y ahora que por un bien mayor, para que supiera por mi y no como fruto de uno de sus espionajes, lo de mis aventuras con la Mariana, el tipo no me daba crédito alguno.
Así para recuperar su confianza, tuve que dar algunos detalles bien específicos. Agradecí en todo caso que fuera a Lestat y no a Ordoñez, si no la pobre de Mariana habría quedado igual que la foto de Villamil en la caja de la película.
Como era de suponer, una vez que me creyó, Lestat no entendió que lo nuestro con Mariana era únicamente amistad y durante un par de semanas estuvo regalando miradas de complicidad cada vez más evidentes. Incluso en una oportunidad en la que tomábamos café los tres, insistió largo rato en que haríamos una hermosa pareja, para luego mirar por debajo de las cejas con una sonrisa a la pobre Mariana que no entendía nada y yo que hacía enormes pero inútiles esfuerzos para desviar el tema, pensaba en lo insólito que resulta fabricarme mis propios problemas. Nada de ésto habría sucedido si no se me hubiese ocurrido la tontera del pacto de silencio. Por supuesto aquella semana ella hizo caso omiso a mis mensajes y no nos vimos más que en la oficina.
Luego yo me consolaba pensando en que tal vez Lestat y su espionaje habría terminado por delatarnos y la explicación habría tenido que dársela igual. Eso sí, conocía al tipo desde antes de trabajar en Romano, el y su discreción me tenían sin mucho cuidado.
No termino de entender como es que Claudia, la hermana chica de Lestat sabe de lo mío con Mariana. A Claudia la conozco de los 6, hoy tiene 17 y ya cada vez me está costando más verla con la ternura que la veía antes. Claramente a ella no le pasa por que me sigue diciendo tío. El domingo me la encontré en la feria y me dijo que encontraba muy bueno de que al fin estuviera saliendo con alguien y de que con ésto le iba a callar la boca a todos los que decían que yo era del otro equipo. Tal cuál. Yo no tenía idea de que por aquí corrieran ese tipo de rumores, pero siempre me ha llamado la atención lo que le desespera a la gente que uno esté soltero. Mi hermana de hecho, hace algún tiempo me había invitado a una junta de amigos en su casa, a la que accedí por no tener otro panorama. Tiempo después me confesó que todo había sido orquestado para presentarme con Lin, la hermana soltera que le iba quedando a su mejor amiga y que todo el resto de la gente presente ahí ese día, sabía perfecto el propósito de la junta. Si yo hubiese sabido que tenía el papel principal ese día le hubiese hecho empeño a por lo menos hablar con la chiquilla, en cambio estuve hasta la una hablando con mi cuñado de uno de sus negocios redondos y luego me fui a dormir por que tenía sueño.
Junto a Santini, hace una semana que también trabaja con nosotros Pablo. El no es extranjero ni viene con el grupo de los españoles. Es hijo del Sr D'Aguirre y viene como gerente de finanzas. Lo peor de todo es que el pobre no tiene idea de nada, ni ganas de aprender tampoco. Es bien indignante que alguien con tan poca antigüedad como conocimiento tenga inmediato a su llegada más poder que cualquier funcionarios de la empresa, pero lo que más me disgusta es que, como es lógico me pregunta todo y siento que estoy haciendo el trabajo por el que a él le pagan casi el doble que mi. he pensado seriamente en llamar a Roberto por lo del negocio de los insumos, pero seria dejar el camino libre a Santini con Mariana y probablemente ella no accederia a seguir reuniéndose conmigo.
Tuve que hablar seriamente con Lestat para que no siguiera divulgando el asunto. Para darle mayor seriedad lo hice en el tren entre las mismas estaciones del pacto de silencio original. Claro con el tren en movimiento hubo que ser un poco mas conciso con el discurso y resumir en un minuto con treinta segundos que lo mío y de Mariana era solo amistad con privilegio y que por respeto a ambos, necesitaba que nadie más lo supiera. Lestat insistió en bajar los humos, me dijo que por que no reconocía de una vez que me gustaba y que, como ninguno de los dos tenía compromiso alguno, al único que le estábamos siendo infieles era al artículo siete del reglamento. Añadió al final, -y mejor que te apures mira que el argentino ya tiene harto camino recorrido con la chica, si no, vas a perder como en la guerra.
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