Hoy jueves, Ordoñez llegó con un tajo horrible en la cara y tres manchitas rojas arriba que se amoldan perfectamente a los nudillos de la mano izquierda del marido de Luli. El insiste que un aterrizaje forzoso en la bicicleta pero la lesión no puede tener más pinta de combo. Desde que se compró la bicicleta, Ordoñez ha pasado más tiempo en el suelo que arriba de ella. Para peor, en su juvenil estado famélico, no hay mucha grasa que amortigue las caídas. Así que lo que sea que haya sido, puñete o porrazo, era algo que se veía venir.
Ayer nos juntamos con Mariana, pero solo conversamos. A pesar de que nuestra amistad también da para juntarnos sólo a conversar, me resulta algo extraño irme de su casa sin que nos hayamos acostado. Es la misma sensación de cuando uno sale de la propia con la idea de dejar algo olvidado.
Lo que lo traía más indignado a Ordoñez fue lo cara que le salió la gracia. Tiempo atrás nos contó orgulloso que se había desafiliado del fondo nacional de salud y que había contratado un plan de salud en una isapre de la que no recuerdo el nombre, que para los efectos de la historia, es poco relevante, pues la estafa en la misma en todas.
Nos contó entusiasmado un día mientras almorzabamos, que había contratado un plan "todo evento" con seguro catastrófico y pensión de invalidez vitalicia para su cónyuge e hijos, si es que los tenía, en caso de fallecimiento. Es increíble la cantidad de palabras bonitas con que suelen vender estos artificios, le dan a uno la sensación de ser inmortal y más aún, si con todo se le ocurre morirse, igual dejará a todo el mundo feliz y contento.
Ordoñez también contó orgulloso en ese almuerzo, que ya no haría más filas en consultorios u hospitales, ahora lo iban a atender como rey en la Santa Maria o en la Davila, donde el se le ocurriese caer accidentado.
Lo concreto fue que tuvo que esperar mas de dos horas y media en la sala de espera de la clínica para ser atendido y luego hora y cuarto más a que llegara el cirujano que estaba de llamado por ser horario no hábil. La espera no habría sido nada, hasta que le pasaron la cuenta. $635.000 de los que la isapre le reembolsará la mitad el lunes por que para cuando salió del box, ya eran pasado las nueve, y a esa hora no se venden bonos, tengase el plan que se tenga. Los trecientos y fraccion también eran bastante para un tajito de un centímetro, pero la secretaria le explicó que era horario no hábil y eso siempre es mas caro y los planes por lo general no lo cubren, y que no incluía hospitalización, si hubiese incluido "día cama" le habría salido harto más caro, pero la isapre le habría reembolsado más, lo que a final de cuentas le habría salido casi lo mismo.
Ayer en la tarde la Mariana llamó a finanzas y preguntó por mi.
Es extraño por que "finanzas" que es el "departamento" en el que trabajo son solo dos escritorios al lado del suyo y yo, Martin Alday, soy, en estricto rigor el único funcionario del departamento en cuestión, así que mi respuesta al llamado fue un más o menos obvio "si, con él".
Si no me equivoco era segunda vez en cinco años que escuchaba a Mariana a través del teléfono, por lo que me resultó complicado darme cuenta de que se trataba de ella, más aun con lo poco coherente que me resultaba que llamara telefónicamente estando a unos 3 pasos de distancia. A veces yo olvidaba nuestra relación estrictamente profesional en la oficina y me acercaba a ella en tono más amistoso, pero su frialdad era implacable. Ella decía que se prestaba para que dijeran cualquier cosa y que las relaciones en ambiente laboral, al final son de todos, que al cabo de un tiempo todos andaban pendientes de si saludaste o no en la mañana, de que si llegaban juntos o separados, de que cara ponías al saludar etcétera, y tenía razón, era mejor así, además nosotros éramos sólo amigos que tenían sexo de vez en cuando y nada más.
Yo no le quise contar a Ordoñez por que habría sido como machacarle más la cara de lo que ya la tenía, pero tiempo atrás había estado tentado por un emprendimiento propio en el ámbito de los insumos médicos. Quierase o no, después de 5 años manejando las finanzas de Romano, algo de conocimiento tenía en el tema y después de varias conversaciones con Roberto, mi cuñado, habíamos estado a punto de concretar un negocio redondo. El problema era que todas las conversaciones habían sido durante reuniones familiares con un vaso de whisky en la mano, que a mi papá le daba por repartir como bajativo. A Roberto siempre se le ocurrían negocios redondos en las reuniones familiares después del segundo whisky, pero al parecer en la sobriedad eran más bien cuadrados o rectangulares, por que ya con el mes pasado, fueron cuatro cambios de casa en los últimos dos años, no precisamente debido a la falta de espacio sino de dinero para el arriendo.
Con el último de los negocios redondos, sin embargo, Roberto había logrado captar harto más de mi interés, incluso llegué a dedicar parte de mi tiempo libre a averiguar y comparar precios y mercado para los insumos médicos, por lo que tenia perfectamente claro, que de acuerdo a mis cálculos, la sutura del pómulo derecho de Ordoñez había tenido un costo neto de unos $4.300 incluso comprando los materiales al detalle.
Ordoñez ya venía lo suficientemente indignado como para contarle que las utilidades entre isapre y clínica descontando honorarios medicos, eran cerca de un mil por ciento del costo de los materiales ocupados.
Lo único que amortiguo la caída, fue que al parecer la cirujano plástico que lo coció era la mujer mas parecida a Soledad Villamil, que sale en una película argentina que a él le fascina y que ha visto dice por lo menos unas 40 veces. La película es en efecto excelente, pero cada vez que habla de ella, Ordoñez suele ensuciar el relato, como de costumbre, con detalles escabrosos de sus prácticas compulsivas al verla, que resulta sumamente desagradable.
Durante la llamada y mi desconcierto, Mariana mencionó algo de un sobre que había que retirar en el departamento de logística, es decir, su escritorio, con lo que he comenzado a sospechar de que se trata de algo, como siempre, estrictamente profesional.
Por supuesto que me equivoque, el sobre, a pesar del conducto regular en su entrega, no tenia ninguna relación con transportes Romano y solo era habitado por un papelito amarillo que me costó sacar por que era de los que traen pegamento, y que tenía en su cara libre una sola palabra. ("Llamame").
Con Mariana nos teníamos harto cariño y respeto, nos conocíamos hacía ya varios años, sin embargo no dejaba de impresionarme, como en casi todas las mujeres que conozco, lo intrincado, complejo y poco claro de su lenguaje y de cómo se las había ingeniado para idear un sistema de comunicación tan poco efectivo como elocuente.
Tal vez ella imaginó que yo iba a abrir el sobre en mi casa y en esa situación habría sido tan simple como tomar el teléfono, marcar su numero, esperar dos o tres tonos y hablar, pero no fue así, yo abrí el sobre sentado en mi escritorio y después de que logré extraer el papel engomado de su interior, la miré varias veces como para saber si quería que la llamara en ese momento o más tarde u otro día o desde la casa, pero no logre conectar mi cara de pregunta con su mirada. Cuando se percató de lo sucedido, ella bajo los ojos y no los levantó hasta que nos paramos para irnos. Parece que se molestó.
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