miércoles, 30 de septiembre de 2015

Capítulo 8

Entre los días seis y veintinueve del mes en que nos conocimos, con Mariana tuvimos algo parecido a una relación más formal, pero que no prosperó dado que los dos teníamos historias anteriores  pendientes. Ambos consideramos en ese momento, que lo más sano era terminar con nuestros procesos personales antes de empezar a construir algo nuevo, y por fidelidad a nuestras parejas de ese entonces, mientras, deberíamos mantener el celibato estricto entre nosotros.  Cómo es obvio, lo que menos hicimos fue lo último. Las relaciones de cada uno, sin embargo, terminaron al poco tiempo y de eso ya habían pasado cinco años y por alguna razón, ninguno quizo ir más allá.

Por fin pasó algo con Carol. Yo a Mariana no me la iba sacar de la cabeza, pero no sacaba nada con deprimirme mientras la veía entrar y salir con Santini. Además tenía que estar bien para poder ayudar a mi amigo que estaba en un estado considerablemente peor al mío. Con ella, eso si, fui transparente.  Le conté que llevaba cinco años enamorado de una compañera de trabajo sin darme cuenta y que ahora que ella salía con alguien mas, me interesaba recuperarla. A al bueno de Lestat en su estado, no se le podía contar más problemas, y la linda de Carol se transformó en mi confidente esa tarde. Y además de eso y dada nuestra atracción innegable,  accedió a hacer el amor conmigo. A pesar de conocernos poco, fue en extremo agradable.

Mariana siempre quizo ser bailarina. Yo estoy seguro de que lo habría sido y una de las mejores. Cuando tenía 6, a la madre de Mariana la citaron a entrevista con la profesora. En ella le dijeron que la niña era muy inquieta y que como eso estaba afectando los procesos de aprendizaje de sus compañeros, lo mejor era que la llevara al neurólogo. La dejaron con diez miligramos al día de metilfenidato, con lo que, al término de un mes, las ganas de  bailar se habían apagado casi por completo.

A los doce la llevaron de paseo junto a su curso a Savory y al año siguiente a Evercrips y lo que más le llamó la atención a Mariana, fue que dentro de ambas fábricas, estaban todos demasiado tapados y que casi no se podía ver la cara de los que trabajaban. Lo otro que despertó su curiosidad fue que  la fabrica de helados, totalmente distinta a lo que ella había imaginado,  era prácticamente igual a la de papas fritas. 

Lejos lo más entretenido del paseo, fue que en el camino, el bus que  trasportaba los escolares se fue, como se dice "del moño" con un camion tres cuartos de una empresa de transportes  que quedaba frente al liceo donde cursaba Mariana. 

A los  diez y siete,  ingresó a una academia de baile, donde le dijeron que tenía muchas condiciones, pero que desgraciadamente, para un nivel competitivo, en esto había que empezar harto más joven.

Al año siguiente,  tuvo que decidir sobre sus estudios, pero como ya no estaba tan clara de lo que realmente quería,  y tampoco tenía mucha experiencia tomando decisiones,  optó por seguir en el liceo y salir con el técnico de secretariado.  Su madre, que tampoco habría podido pagar para que estudiara leyes o medicina, estuvo conforme y se quedó tranquila por que con un título se garantizaba algo de la felicidad de su hija.

Mariana me contó además que en la actualidad,  suele acompañar a su madre al valet, que ambas tienen una sensibilidad especial con el baile y que ella, a menudo le dice, que le hubiese encantado ser bailarina.

Hoy Sagredo llegó con una camisa tan apretada que por largo rato estuvimos observando a ver si efectivamente respiraba. Ahora que le tenemos más confianza,  Lestat se acercó serio y le pregunto sin esbozar la más mínima sonrisa, si estaba pensando bajar de peso en el futuro. 

Es la primera broma que le escucho a mi amigo en estas últimas dos semanas, con lo pendiente que he estado del tema de Mariana y el argentino, no le he preguntado mucho a Lestat de por su situación sentimental,  pero asumo por la broma que las cosas deben andar mejor.

La última idea saludable del "prieta Sagredo" como le puso mi amigo ese día, fue que, cómo estábamos a fines de septiembre y no habíamos hecho nada para el diez y ocho,  nos tomáramos la tarde del último día viernes e hiciéramos un asado para compartir. La idea de "asado" ya sonaba peligrosa considerando que trabajábamos en un subterráneo, pero el joven de bienestar argumentó que tenía una parrilla eléctrica así que no sería problema. En mala hora se le encarga un asado a un funcionario con convicciones profundas de vida saludable. Resultó que la "parrilla" si a una plancha caliente que se enchufa, se le puede llamar así,  tenía en su repertorio vienesa de soja, longanizas de soja y hamburguesas de garbanzos, que era lo único que resultó medianamente comestible.  hábilmente, Mariana y Avilés se les ocurrió bailar cueca para apaciguar los ánimos de los que queríamos ahorcar a Sagredo, y como el argentino baila tango a la perfección, pero con la cueca no se mete, hice yo mi jugada. Punto para mi.

martes, 29 de septiembre de 2015

Capítulo 7

El día está hermoso, cada uno de los banquillos esta adornado en el extremo con orquídeas. Yo de pié con la impaciencia y ansiedad aflorando por cada poro, feliz. A mi lado, mi buen Lestat, de  traje negro, zapatos de charol y capa. Aún más allá, mi santa madre que me mira con todo el amor del mundo y sonríe. De pronto oigo música y miro hacia atrás. Te veo de pie en la entrada, segura, feliz, rodeada de rayos de sol... la música se hace más fuerte. De pronto la reconozco y pienso "en que momento se nos ocurrió esta canción para la entrada", no importa, nada podría opacar este momento, más que la hora, ya son casi las siete y volví a soñar con Mariana.

Carol es un encanto de mujer, más aún sin ese uniforme que parece que estuviese hecho para que uno sólo se concentrara en el desayuno, pero yo no logro sacarme a Mariana de la cabeza.

Llamé a su número esa misma tarde,  me dijo que nos juntáramos en un café cerca de su casa. El lugar donde trabaja también tiene café, pero ahí nuestra pequeña historia había sido tan bullada,  que la cita, no habría sido solo con ella, sino con todo el personal. Nada de lo que  imaginé estuvo tan lejos de lo que en realidad  pasó. Carol me contó cada detalle del día, para mi nefasto, en el que se me ocurrió preguntar por ella en su trabajo. Yo le conté mi versión de los hechos y juntos nos reímos un buen rato, de verdad que es una mujer fascinante, yo tristemente estuve a punto se decirle "Mari" varias veces.

No se porqué siempre que Lestat aparece en algún sueño mío, lo hace vestiendo como vampiro.  Debe ser por que su nombre me resulta en una carcajada interna cada vez que lo pronuncio e imagino a sus padres de rostro pálido y cabellos negros, hace 33 años, decidiendo el nombre de su hijo.

Le conté a Carol que ese día la habia esperado afuera, hecho un atado de nervios y que hacía años que no vivía una situación similar. Mientras le contaba, traté de pensar en cuántos años había pasado de la última vez que me declaré a alguien y no logré recordarlo. En los últimos años Mariana, a pesar de ser sólo amistad más privilegios, como yo decía, había sido, sin duda, mi historia más importante.  De esa historia si me acordaba de cada detalle por ínfimo que fuera.

Mariana llegó a Romano poco antes de que yo empezara a trabajar para D'Aguirre.  A ella le tocó recibir mis papeles un día que el jefe no estaba.  Le habían dejado dicho, que iba a ir una persona a entregar un currículum para trabajar en finanzas y que era sobrino de un ex socio de don Sebastian, así que, tenía que decirle, en respuesta, que se presentara el lunes a primera hora. Casualidad o no, yo estuve justo en el lugar y momento equivocado y al pobre Victor Riquelme que llegó tan solo diez y siete minutos después, le dijeron que la vacante ya había sido ocupada y que no insistiera. Juan Riquelme, el ex socio de D'Aguirre,  se molestó tanto, de que hubiera hecho ir al joven para nada, después de haber  prometido un trabajo con oficina y todo, que no volvió a dirigirle la palabra a Sebastian. Yo que nunca entendí muy bien por qué me habían contratado de inmediato, sin entrevista, ni antecedente alguno en el área, estuve un buen tiempo convencido de que había sido mi buena presencia que me jugó una muy buena pasada. Al cabo de tres días, con Mariana ya éramos amigos y al cabo de una semana ya nos habíamos besado a lo menos una cuatrocientas veces.

El domingo siguiente a ese primer encuentro,  pasé por ella y fuimos al persa. De todos los comercios posibles, éste,  que debe ser el último peldaño del capitalismo, es el que mas me gusta. De aquella vez en adelante no paramos de ir. Una vez, Mariana  llegó de vuelta con una máquina de hacer burbujas automática. Dos mil de ellas por minuto sin soplar ni una sola vez y solo usando agua con jabón. -Para el cumpleaños de la Mia esta especial, dijo. La Mia, su sobrina, ya tenía 13, así que para cuando celebró, la maquinita duró cerca de tres minutos encendida.

Además de comprar cosas que no necesitabamos, a mi me gustaba recorrer el lugar en busca de historia. Ese lugar, tiene algo que las otras formas de comercio no tienen, cada negocio es en particular una crónica de vida.

Tiempo atrás conocí a  Salustio Vera,  un ex funcionario de gendarmería que había jubilado de la institución para dedicarse a su verdadera pasión, los retablos de madera. Hay dos profesiones en el mundo, de las que yo simplemente no entiendo, que puede estar pasando por la cabeza de alguien que decide dedicarse a ellas, dentista y gendarme. Salustio, entre otras cosas, había postergado su faceta artística para consagrar treinta años de su vida a la institución. En su jubilación, se había dedicado a tallar minuciosamente micros antiguas de unos veite por quince centímetros. Al parecer, tanta rigurosidad y disciplina durante todo el tiempo que duró su paso por la gendarmería, habían molado su creatividad, por que las micros, que estaban perfectamente talladas, eran todas absolutamente iguales, como hechas en serie. Su local siempre estuvo vacío, pero ordenado y limpio con los retablos de micro colgados en perfecto orden como quien forma reos obedientes en el patio de una correccional. Yo le compre dos y Mariana uno y solíamos hacer juegos de encontrar las siete diferencias, de las que nunca hubo más de dos.

domingo, 27 de septiembre de 2015

Allá abajo (Capítulo 6)


Allá abajo

( Capítulo 6 )

No tenía idea que Sagredo llegara tan temprano. Como no pasé por el desayuno ni lunes ni martes, me compre ambos días queques de doscientos en el kiosco de la esquina. Aún cuando un café instantáneo y un queque de doscientos no reemplaza el desayuno al que estoy acostumbrado,  utilicé un antiguo recurso muy común en mis años de estudiante. Cuando no había dinero para un tentempié, o peor aún, cuando había que destinar el del almuerzo a fotocopias o materiales, bastaba con comprar y comer uno o dos queques de doscientos pesos, de esos que venden en el centro en todos los kioscos, que parecían estar hechos con aceite del mismo que sacan a los camiones de la empresa.

Con uno de esos bastaba para conseguir un buen dolor de estómago y no sentir hambre el resto del día.

Lunes y martes que llegué harto más temprano de lo habitual, me tope a Sagredo tomando café. Además de andar más alegre, con los que sabemos su secreto, tiene más confianza y resulta que ahora somos como su grupo de amigos. En realidad parece no ser mala persona sino más bien alguien muy sólo. 

Con el objeto de responder a su confianza, le pregunté como iba eso del bienestar.  El tipo debe estar muy entusiasmado, por que de inmediato comenzó a contarme con lujo de detalles sobre sus proyectos y de cómo se ha interiorizado de prácticas del yoga o tai Chi para tener más herramientas para realizar su trabajo. También ha comenzado un nuevo tipo de acondicionamiento físico intensivo del que no recuerdo bien el nombre, pero que me  describió minuciosamente sobre cada uno de los ejercicios.  Y al final, dijo, para terminar, elongo. Yo, que tenía la cabeza entre Mariana y el desastre de intentó de salida con Carol, en un momento aterrice en la conversación, pero mi vuelo se retrasó por que sin entender nada de la nueva faceta deportiva de Sagredo, pregunté -¿y cual es el hongo? Tratando de imaginar alguna posición que incluyera juntar ambas palmas sobre la cabeza o alguna infusión que acompañara la relajación posterior a los ejercicios.  Sagredo se río de mí los 7 u 8 minutos siguientes.

Mariana sale a almorzar con el argentino cada vez que pueden. Desde la semana pasada, no responde mis mensajes y ya no me mira, ni siquiera para mostrar su enojo. No sé que pensar. En realidad si sé,  pero no quiero pensarlo. 

Parece como que el remeson hubiese hecho que algo cambiara en mi vida que estaba tan resuelta. Tenía mi trabajo, mi amigo, mi autito y a Mariana. Ahora, a pesar de que sólo falta ella, es como si faltara todo y lo de más ya no aporta a mi felicidad. Bueno, ahora también está Pablo que me echa a perder el día de tanto en tanto.

Para mi buen Lestat, las cosas tampoco andaban mejor. Su matrimonio que había venido de crisis en crisis,  estaba pasando por una de las peores. Ya ni para aforismos le daba. Es triste por que el, normalmente esta lleno de vida y los viajes en tren solían ser amenizados por comentarios ácidos del resto de los trabajadores o de los compañeros de vagón a esa hora, pero no desde las últimas dos semana. El tipo andaba callado, cabizbajo y hasta mas pálido, cualquiera diría que de verdad se estaba transformando en vampiro.

Había un café a la vuelta de la oficina de esos atendidos por chicas en tenida primaveral. Con Lestat solíamos ir en los momentos difíciles. Un par de veces también nos pillamos a Ordoñez dentro, muy acaramelado que, ponía cara dramática cuando nos veía.

No toda la gente sabe, pero es increíble la cantidad de hombres, que van a esos lugares a hablar de sus problemas. Esas buenas  mujeres, además de regalar belleza, seguramente cumplen un rol fundamental y anónimo en la salud mental masculina del país.

Para colmo mi amigo, hacía ya cuatro días que andaba con un dolor de muelas horrible que insistía en alargar sus noches. El problema del dolor de muelas como excusa para pedir permiso en el trabajo, es que a pesar de ser varios dientes, se lo creen a uno, no mas de dos o tres, y Lestat llevaba ya cinco este año, de los que sólo uno antes fue real. El otro problema de cuando es real, es que en los consultorios hay que hacer fila desde el día antes y solo se tiene alguna posibilidad si se está embarazada o se tienen seis años. Ninguno de los dos casos era el de mi amigo. Lo único que logró conseguir fue que, a través de Angelina, la hija de la señora Gina, lo atendieran en un servicio de atención primaria, que funcionaba hasta tarde cerca de la Cisterna. El profesional, canoso, de ojos claros, no muy alto, le ofreció una cátedra detallada de la forma en la que se había producido el proceso carioso en su muela y le dijo que la solución  pasaba por hacer un tratamiento de conductos o la extracción, pero que, en el lugar habían sólo materiales para hacer extracciónes, por lo que si quería conservar su muela, debía consultar en forma particular, que por cierto habría tenido un coste equivalente a un mes completo de sueldo y como de nada le servía una muela, si no tenía con que comprar comida para usarla, tuvo que optar por la extracción. 

El miércoles volví a mis desayunos, el exabrupto debe haberme costado por lo menos unos seiscientos a setecientos gramos a mi grasa abdominal. Cuando se vive sólo,  uno tiene que tratar de que las comidas sean buenas, por que es fácil caer en el que te dé lata cocinar y comience uno a verse enjuto como Ordoñez.  

El miércoles estaba Carol en la caja, pero no la miré a los ojos como siempre. Aún no había pensado en una coartada y a pesar de que era un turno de funcionarios distintos,  era claro que le habían contado y yo no quería dar explicaciones.

Para mi sorpresa,  ese miércoles, además  de mi nombre en la boleta, Carol anotó su número.

Alla abajo (Capítulo 5)

El pelmazo de Pablo D'Aguirre llegó del almuerzo diciendo que el día afuera está "merengue" y no supe que decir. Hay un programa que dan en todos los canales, generalmente después de las noticias, que está plagado de variedades de términos meteorológicos para cada una de las situaciones climáticas posibles, más todas las que podríamos usar en el lenguaje cotidiano normal, pero, "merengue" yo nunca lo había escuchado,  quizá es un término que usan los pasteles. Lo peor fue que le pedí que me explicara el concepto de día "merengue" y me dijo -así como término medio. Bueno ese pastel ahora es mi jefe.

Pablo era hijo del primer matrimonio del Sr D'Aguirre.  Su padre había tenido la mala idea de compensar todo ese abandono de la separación con la mayor cantidad de posible de cosas. Colegio con cancha sintética, juguetes caros, auto eléctrico (a lo jorge del salto) a los cinco y uno de verdad a los diez y ocho , carrera en universidad privada y un departamento que desde los veintiuno Pablo sólo ocupaba para "eventos" con sus amigos.  El resultado, era que a sus veinticuatro, el tipo parecía venir de otro planeta de lo poco aterrizado con la realidad social de su país. Ayer llegó atacado por que, se percató en la mañana al salir de la casa, de la rueda delantera izquierda pinchada  de su Volvo V40 y como los del automóvil club, la ultima vez se habían demorado dos horas y media en llegar y nadie más podía prestarle el auto en la casa, se había tenido que venir en taxi y metro.  Contó además que no tenía idea que el metro ahora era tan caro y ni de que se llenara tanto en hora punta y de que este país estaba cada vez peor.

Al lado de su hijo, Sebastian D'Aguirre era un ejemplo de persona. Tirano igual, pero al menos, con una idea mucho más elaborada de la realidad de la gente que trabaja para el todos los días. Pablo en cambio era el típico joven merengue abc1, que no tiene tan clara la realidad social del país en el que vive, y de que, lo único que sabe del resto, es que hay gente que le gusta que le regalen todo y eso le carga.

Es curioso como tanto "cariño" entregado de tan mala manera, puede dar por resultado algo tan nefasto.

Para colmo de colmos, el pelmazo que por alguna razón me tiene cierta confianza y ahora me cuenta sus cosas, me ha preguntado dos veces si Mariana es soltera. Dice que la encuentra guapa, pero, que igual como que le complica que viva Santiago centro. Yo, que por cierto, no me voy a dar a la tarea de reformar al joven, ni aun que me paguen una asignación extra, le dije que seguro iba a ser muy complicado y que mejor siguiera con su polola actual que está apunto de ser profesional y es de buena familia.

He intentado un par de veces entablar conversación con Carol, pero no logro pasar del "esta fría la mañana" o "¿hasta que hr le toca hoy día?". Yo no se si va a resultar esta relación. Pensaba que ya por conocer sus horarios y ella mis gustos al desayuno, tendríamos algo de camino andado, pero me doy cuenta de que la cosa no fluye tanto como pensé. Con Mariana es distinto, fuera de la oficina no nos cuesta nada empezar una conversación, lo que a menudo nos resulta difícil es parar de hablar.

El auto se lo había de comprado de oportunidad a una amiga de mi hermanan que se iba de viaje, por insistencia de mi cuñado, que me dijo que no iba a encontrar un auto así por ese precio con tan poco kilometraje. En realidad fue una buena compra. Un suzuki Alto año 2013 con doce mil kilómetros andados, una joya. El que fuera verde agua en realidad no me importaba tanto, puesto que, por tener el tren cerca, lo usaba en contadas ocasiones o para algún acarreo familiar.

Ésta era una buena ocasión para usarlo. Después de enseñarle a Pablo un par de cosas sobre las planillas de fin de mes y preocuparme de que tuviera cierta seguridad para cuadrarlas, le pedí la tarde del jueves a Aguirre con la excusa de que tenía que llevar a mi madre al médico.  No me gusta meter a mi mamá,  que es una santa, en chivas baratas, pero hace tiempo que Aguirre anda bien difícil con los permisos y no quise arriesgarme a que no me lo diera.

Tres y quince de la tarde y yo figuraba de punto fijo en el servicentro a ver si la veía a Carol. Tenía planeado fingir un encuentro casual y en eso de preguntarle donde iba, podría ofrecer acercarla un poco pues yo me dirigiría hacia algún lugar en esa dirección. 

Tres cuarenta y cinco, la chica aún no salía. Es curioso como estas situaciones a la edad que sea, llegan a ponerlo a uno tan nervioso. Me transpiraban las manos y se me secaba la boca. Yo a mis treinta y cinco ya no tenía nada que perder, había descartado la opción del matrimonio y lo de tener hijos no me quitaba el sueño, debía ser un juego de niños, pero nada de eso, ni el acabo de mundo me pareció tan estresante.

Cuatro en punto y ya no aguanté más. Decidí bajar del auto.

Para mi sorpresa, en la caja estaba Daniela, la chica de la tarde y Carol no se veía por ningún lado. Era lógico que ese día no fue, o quizá había tenido algún problema y tuvo que retirarse antes. Tres personas delante mío. Al minuto siguiente, dos mas atrás de mi. Tenía la opción de preguntar por ella, pero iba a salir demasiado poco natural y seguro llamaría la atención del resto del personal, sin contar a los clientes que estaban allí en ese momento. Por preparado que estuviese todo, era obvio que lo mejor era abortar la misión.

-Buenas tardes Sr, bienvenido, ¿en que lo puedo ayudar?
-Hola, buenas tardes, un cortado chico y una media luna. ¿Carol vino hoy?
-¿La de la mañana? Si, pero se fue un poquito antes por que tiene a su chiquitito enfermo.

Hasta aquí dos imprevistos con los que no contaba en absoluto. Suena redundante, lo sé,  pero es que de verdad no contaba con que tuviese hijos. Ni hablar del padre del chiquitito. 

Una señal clara, no sólo debía abortar la misión, sino que además, descartar de plano una relación con ella. Lo del chiquito no era tan grave. De cierta edad para arriba, es difícil encontrar gente sin hijos, pero ¿el padre? No venía escapando de una situación de tercero para meterme en otra.

-y ¿no sabe usted para que lado vive? le tengo un recado muy importante.

Aquí la situación término de ponerse agria. Yo creo que hacía unos veinte años que no se me ocurría una excusa tan mala. Además a estas alturas ya eran tres detrás mío y  habían empezado a prestar atención al diálogo.

-si me espera un momento puedo consultarle a mi jefa, ella sí sabe.

Era obvio que Daniela sabía y lo que ella en realidad quería consultar con la jefa de local, era si podía proporcionarme a mi esa información. Ahora la jefa también estaba al tanto y se iba a preguntar por qué y para qué necesitaba yo ese tipo de datos.

-dice que no sabe, pero que viene mañana.

¡Uf! Al menos no fue tan malo, la jefa podría haberme hecho pasar y haberme interrogado sobre cuál era mi propósito y  de que se trataba eso del recado.

Estuve toda esa tarde pensando en que seguro le iban a decir igual, que yo andaba tratando de ubicarla, que le tenía un recado importante y que había dejado un cortado simple y una media luna sin retirar ese día. Lunes y martes siguiente sin desayuno. 

 

sábado, 26 de septiembre de 2015

Alla abajo (Capítulo 4)

El martes por fin volvimos a juntarnos, el martes por fin volvió a pasar.

Y no sólo volvió a pasar, Mariana se quedó en mi casa esa noche. Es un verdadero lujo eso de que lo último y lo primero del día sea un orgasmo.

Desde el comentario de Lestat, que he puesto más ojo y si, es verdad que en proporción, la chica se ríe por lo menos un cuarenta o cincuenta por ciento más con Santini,  que con cualquier otro funcionario incluyéndome. Y como dice Lestat,  "Un hombre que  hace reír a una mujer, ya tiene buena parte del camino recorrido".

Esa noche le pregunté si le pasaba algo con Santini, pero la vuelta que se dio fue tan larga, que daba para mandarla a inscribir al libro de  Guiñez. 

Guiñez es otro tipo de la oficina, al que le fascinan ese tipo de datos inútiles. Trabaja como contador externo en Romano desde que la empresa partió, hoy está a punto de jubilar. Cuando va los los treinta de cada mes, siempre se queda a almorzar con nosotros y como a veces  no hay mucho tema al almuerzo, regala a granel ese tipo de datos en extremo interesantes, pero que no aportan absolutamente nada a la vida. Cómo de que forma se podría calcular la cantidad de granitos de arena de una playa o cuantos años  demora el vidrio de una ventana en deformarse. Una vez calculó que cantidad de excrementos debían pasar semanalmente por el alcantarillado que esta justo bajo la galería donde queda Romano.  Es de la gente que vibra con el pastel de choclo, el curanto o la zopaipilla más grande del mundo. A mi me gusta rebatirle que siendo platos tan locales,  no debe haber mucha competencia a nivel mundial, por lo que tampoco es tanto el mérito.

El miércoles quise volver a preguntar y para ver si accedía de mejor manera, utilice su propio método de comunicación. Sobre blanco, papel engomado, llamada a logística.

A mi me interesa saberlo por varios motivos. Primero por que el tema de los privilegios siempre fue concebido sin que ninguno de los dos tuviese alguna otra pretensión, y a pesar de que, a estas alturas de la vida, a mi me tenía sin cuidado si alguien quería que yo fuese su amante, aquí la cosa era distinta por que el  tipo trabajaba al lado mío y le tenía simpatía. Me interesaba también por que entonces si la cosa iba en serio, yo de verdad tenía dejarle el camino libre y por último, por que a Mariana antes que nada le tengo cariño y me interesaba a quien tuviera al lado.

Uno tiene claro que los hombre somos distintos a las mujeres y que nos comunicamos de manera distinta y por lo mismo yo trato de buscarle el lado para conectar con ella, pero no me resulta. Obtuve una respuesta totalmente distinta a la que podría esperarse y lo único que conseguí con mi sobre fueron dos miradas de un segundo y medio cada una separadas una de otra por tres horas. Ahí, si el mensaje fue explícito y cien por ciento claro. "Furia". 

Francamente yo no se si la Mariana es de verdad una persona demasiado compleja o yo no la se interpretar como el resto de la gente.

Hay un lugar donde tomo desayuno al bajarme del tren camino al trabajo. Es de esos lugares en los que te preguntan tu nombre y después te llaman por el nombre para entregartelo. Cuándo uno vive solo, eso, aun que sea pagando, se agradece.  Yo siempre he tenido la tentación de dar un nombre como "Yosiney" para ver que cara pone el resto de la gente cuando me entreguen mi desayuno, pero ya llevo cerca de año y medio pasando de lunes a jueves y saben perfecto como me llamo.

-Buenos días don Martin, ¿su desayuno? Yo solo asiento con la cabeza -jamón-queso, cortado, su jugo de naranjas, ¿desea algo dulce para acompañar?  Eso es lo único que varía a veces, entre croisant chocolate o canastilla de frambuesa. 

La chica que atiende se llama Carol y hace el turno de siete a tres y media de la tarde. Coqueteo con ella desde que llegó harán unos seis meses. Cada vez que termino de pagar la miro a los ojos y digo -gracias Carol, que tenga buen día. Ella a veces rosa su mano con la mía a propósito cuando me entrega la boleta con mi nombre.

Hay algo que no me gusta de Santini para Mariana. Tal vez el exceso de cancha, no se, se me ocurre que debe ser igual con todas. ¡Por dios!, ¡estoy hablando como mujer!, bueno lo asumo, tengo celos.

Si alguno de los cuatro de ese día, salió beneficiado con el pacto de silencio, ese fue Sagredo. El tipo anda mucho más suelto de cuerpo y se le nota más alegre. Tanto así, que se autodesignó "equipo" de bienestar y ahora semanalmente propone actividades de esas que están de moda hoy en día, como pausas saludables y espacios protegidos. D'Aguirre, igual de sorprendido que nosotros, concede la mayoría de los permisos, yo creo que lo toma como un mal menor, para que después no digamos que es autoritario y que dice que no a todo.

La promoción del desayuno también incluye el diario. Yo jamás antes tuve costumbre de leer periódicos todos los días. Y eso se reafirmó ahora que supe  que, acá son prácticamente todos, o al menos los más leídos, de los mismos dueños, por lo que la objetividad se hace muy escasa. Para ser honesto nunca fui buen lector de periódico tampoco, y esta opinión me queda perfecto como justificación.

El diario trae consigo, un beneficio adjunto. El que se consigue de que los demás lo vean a uno con el diario bajo el brazo o sobre el escritorio, lo que  de inmediato proporciona más credibilidad a la hora de hablar de temas contingentes. Es como ser socio del "Club de lectores" de un diario. Yo no creo que todos los socios del club, sean acerrimos seguidores del suplemento al que suscriben,  debe haber también un porcentaje importante que obedece a descuentos e imagen.

Hoy Mariana salió a almorzar sola con el argentino. Tal vez yo de verdad deba hacerme a un lado. Total tengo a Carol que, por lo que yo creo, estaría feliz de llevarme el desayuno hasta mi cama todos los días.

jueves, 24 de septiembre de 2015

Allá abajo ( Capítulo 3 )

Ahora que sé que Lestat le da por seguir a Mariana, no me siento tan tranquilo de juntarme con ella. La última vez que nos vimos, justo antes de que pasara lo que yo esperaba, y lo que creo que ella también, yo me puse medio nervioso tratando de cerrar ventanas y cortinas para evitar un potencial desastre y como, por respeto al pacto, no podía ponerla a Mariana al tanto de la situación, ella interpretó como quizo y de nuevo me fui con la sensación. 

Con esa ya iban tres veces que nos juntábamos sólo a conversar y la situación ya me estaba poniendo algo tenso.

A Santini lo habían traído a Romano después de que la empresa fuera comprada por un Grupo español, justo una semana después del incidente del metro. Oriundo Buenos Aires, el tipo tenía más cancha que los 38 hombres restantes del elenco y en menos de una semana ya tenía a todas las mujeres de la empresa, incluidas Mariana y la Sra Gina, regalandole miradas y sonrisas coquetas. Físicamente no era nada muy particular, pero hablaba fuerte y con acento y eso llama la atención a cualquiera. A pesar de lo anterior, Santini era muy simpático y como yo no tenia nada en contra de los argentinos,  en pocos días ya teníamos harto tema. Además como el venía de contralor y yo era de finanzas, nos pasábamos la mayor parte del tiempo juntos.

Lestat no me creyó un carajo. Para evitar un desastre, de alguno de  los dos implicados, hubo que elegir a uno, a quien contarle y por respeto al pacto, elegí a Lestat. A Mariana habría tenido que explicarle lo de la mal avenida afición de mi amigo y de lo del pacto de silencio y aún con eso no  solucionaba nada. A Lestat en cambio, tenía que dar menos explicaciones.

Yo solía poner a prueba la perspicacia de mi amigo y gracias a su ingenuidad casi infantil, siempre conseguía hacer que creyera alguna historia ridícula, como la de que la Sra Gina se había hecho implantes mamarios una vez que estuvo con licencia varios días. O que D'Aguirre era familiar directo de Americo dado el parecido. O de que Avilés había sido Carlos antes de ser Carla. Producto de ésto,  el buen Lestat y su ingenuidad me habían tomado cierta distancia y ahora que por un bien mayor, para que supiera por mi y no como fruto de uno de sus espionajes,  lo de mis aventuras con la Mariana, el tipo no me daba crédito alguno.

Así para recuperar su confianza, tuve que dar algunos detalles bien específicos.  Agradecí en todo caso que fuera a Lestat y no a Ordoñez, si no la pobre de Mariana habría quedado igual que la foto de Villamil en la caja de la película.

Como era de suponer, una vez que me creyó, Lestat no entendió que lo nuestro con Mariana era únicamente amistad y durante un par de semanas estuvo regalando miradas de complicidad cada vez más evidentes. Incluso en una oportunidad en la que tomábamos café los tres, insistió largo rato en que haríamos una hermosa pareja, para luego mirar por debajo de las cejas con una sonrisa a la pobre Mariana que no entendía nada y yo que hacía enormes pero inútiles esfuerzos para desviar el tema, pensaba en lo insólito que resulta fabricarme mis propios problemas. Nada de ésto habría sucedido si no se me hubiese ocurrido la tontera del pacto de silencio.  Por supuesto aquella semana ella hizo caso omiso a mis mensajes y no nos vimos más que en la oficina.

Luego yo me consolaba pensando en que  tal vez Lestat y su espionaje habría terminado por delatarnos y la explicación habría tenido que dársela igual. Eso sí, conocía al tipo desde antes de trabajar en Romano, el y su discreción me tenían sin mucho cuidado.

No termino de entender como es que Claudia, la hermana chica de Lestat sabe de lo mío con Mariana. A Claudia la conozco de los 6, hoy tiene 17 y ya cada vez me está costando más verla con la ternura que la veía antes. Claramente a ella no le pasa por que me sigue diciendo tío. El domingo me la encontré en la feria y me dijo que encontraba muy bueno de que al fin estuviera saliendo con alguien y de que con ésto le iba a callar la boca a todos los que decían que yo era del otro equipo. Tal cuál.  Yo no tenía idea de que por aquí corrieran ese tipo de rumores, pero siempre me ha llamado la atención lo que le desespera a la gente que uno esté soltero. Mi hermana de hecho, hace algún tiempo me había invitado a una junta de amigos en su casa, a la que accedí por no tener otro panorama. Tiempo después me confesó que todo había sido orquestado para presentarme con Lin,  la hermana soltera que le iba quedando a su mejor amiga y que todo el resto de la gente presente ahí ese día, sabía perfecto el propósito de la junta. Si yo hubiese sabido que tenía el papel principal ese día le hubiese hecho empeño a por lo menos hablar con la chiquilla, en cambio estuve hasta la una hablando con mi cuñado de uno de sus negocios redondos y luego me fui a dormir por que tenía sueño.

Junto a Santini, hace una semana que también trabaja con nosotros Pablo. El no es extranjero ni viene con el grupo de los españoles. Es hijo del Sr D'Aguirre y viene como gerente de finanzas. Lo peor de todo es que el pobre no tiene idea de nada, ni ganas de aprender tampoco. Es bien indignante que alguien con tan poca antigüedad como conocimiento tenga inmediato a su llegada más poder que cualquier funcionarios de la empresa, pero lo que más me disgusta es que, como es lógico me pregunta todo y siento que estoy haciendo el trabajo por el que a él le pagan casi el doble que  mi. he pensado seriamente en llamar a Roberto por lo del negocio de los insumos, pero seria dejar el camino libre a Santini con Mariana y probablemente ella no accederia a seguir reuniéndose conmigo.

Tuve que hablar seriamente con Lestat para que no siguiera divulgando el asunto. Para darle mayor seriedad lo hice en el tren entre las mismas estaciones del pacto de silencio original. Claro con el tren en movimiento hubo que ser un poco mas conciso con el discurso y resumir en un minuto con treinta segundos que lo mío y de Mariana era solo amistad con privilegio y que por respeto a ambos, necesitaba que nadie más lo supiera. Lestat insistió en bajar los humos, me dijo que por que no reconocía de una vez que me gustaba y que, como ninguno de los dos tenía compromiso alguno, al único que le estábamos siendo infieles era al artículo siete del reglamento. Añadió al final, -y mejor que te apures mira que el argentino ya tiene harto camino recorrido con la chica, si no, vas a perder como en la guerra.

Allá abajo (capítulo 2)

Hoy jueves, Ordoñez llegó con un tajo horrible en la cara y tres manchitas rojas arriba que se amoldan perfectamente a los nudillos de la mano izquierda del marido de Luli.  El insiste que un aterrizaje forzoso en la bicicleta pero la lesión no puede tener más pinta de combo. Desde que se compró la bicicleta, Ordoñez ha pasado más tiempo en el suelo que arriba de ella. Para peor, en su juvenil estado famélico, no hay mucha grasa que amortigue las caídas. Así que  lo que sea que haya sido, puñete o porrazo, era algo que se veía venir.

Ayer nos juntamos con Mariana, pero solo conversamos. A pesar de que nuestra amistad también da para juntarnos sólo a conversar,  me resulta algo extraño irme de su casa sin que nos hayamos acostado. Es la misma sensación de cuando uno sale de la propia con la idea de dejar algo olvidado.

Lo que lo traía más indignado a Ordoñez fue lo cara que le salió la gracia. Tiempo atrás nos contó orgulloso que se había desafiliado del fondo nacional de salud  y que había contratado un plan de salud en una isapre de la que no recuerdo el nombre, que para los efectos de la historia, es poco relevante, pues la estafa en la misma en todas.
Nos contó entusiasmado un día mientras almorzabamos,  que había contratado un plan "todo evento" con seguro catastrófico y pensión de invalidez vitalicia para su cónyuge e hijos, si es que los tenía,  en caso de fallecimiento.  Es increíble la cantidad de palabras bonitas con que suelen vender estos artificios, le dan a uno la sensación de ser inmortal y más aún, si con todo se le ocurre morirse, igual dejará a todo el mundo feliz y contento.

Ordoñez también contó orgulloso en ese almuerzo, que ya no haría más filas en consultorios u hospitales, ahora lo iban a atender como rey en la Santa Maria o en la Davila,  donde el se le ocurriese caer accidentado.

Lo concreto fue que tuvo que esperar mas de dos horas y media en la sala de espera de la clínica para ser atendido y luego hora y cuarto más a que llegara el cirujano que estaba de llamado por ser horario no hábil. La espera no habría sido nada, hasta que le pasaron la cuenta. $635.000 de los que la isapre le reembolsará la mitad el lunes por que para cuando salió del box, ya eran pasado las nueve, y a esa hora no se venden bonos, tengase el plan que se tenga. Los trecientos y fraccion también eran bastante para un tajito de un centímetro, pero la secretaria le explicó que era horario no hábil y eso siempre es mas caro y los planes por lo general no lo cubren, y que no incluía hospitalización,  si hubiese incluido "día cama" le habría salido harto más caro, pero la isapre le habría reembolsado más, lo que a final de cuentas le habría salido casi lo mismo.

Ayer en la tarde la Mariana llamó a finanzas y preguntó por mi.

Es extraño por que "finanzas" que es el "departamento" en el que trabajo son solo dos escritorios al lado del suyo y yo, Martin Alday,  soy, en estricto rigor el único funcionario del departamento en cuestión, así que mi respuesta al llamado fue un más o menos obvio "si, con él".

Si no me equivoco era segunda vez en cinco años que escuchaba a Mariana a través del teléfono, por lo que me resultó complicado darme cuenta de que se trataba de ella, más aun con lo poco coherente que me resultaba que llamara telefónicamente estando a unos 3 pasos de distancia. A veces yo olvidaba nuestra relación estrictamente profesional en la oficina y me acercaba a ella en tono más amistoso, pero su frialdad era implacable. Ella decía que se prestaba para que dijeran cualquier cosa y que las relaciones en ambiente laboral, al final son de todos, que al cabo de un tiempo todos andaban pendientes de si saludaste o no en la mañana, de que si llegaban juntos o separados, de que cara ponías al saludar etcétera,  y tenía razón, era mejor así, además nosotros éramos sólo amigos que tenían  sexo de vez en cuando y nada más.

Yo no le quise contar a Ordoñez por que habría sido como machacarle más la cara de lo que ya la tenía,  pero tiempo atrás había estado tentado por un emprendimiento propio en el ámbito de los insumos médicos. Quierase o no, después de 5 años manejando las finanzas de Romano, algo de conocimiento tenía en el tema y después de varias conversaciones con Roberto, mi cuñado, habíamos estado a punto de concretar un negocio redondo.  El problema era que todas las conversaciones habían sido durante reuniones familiares con un vaso de whisky en la mano, que a mi papá le daba por repartir como bajativo. A Roberto siempre se le ocurrían negocios redondos en las reuniones familiares después del segundo whisky, pero al parecer en la sobriedad eran más bien cuadrados o rectangulares, por que ya con el mes pasado, fueron cuatro cambios de casa en los últimos dos años, no precisamente debido a la falta de espacio sino de dinero para el arriendo.

Con el último de los negocios redondos, sin embargo,  Roberto había logrado captar harto más de mi interés, incluso llegué a dedicar parte de mi tiempo libre a averiguar y comparar precios y mercado para los insumos médicos, por lo que tenia perfectamente claro, que de acuerdo a mis cálculos,  la sutura del pómulo derecho de Ordoñez había tenido un costo neto de unos $4.300 incluso comprando los materiales al detalle.

Ordoñez ya venía lo suficientemente indignado como para contarle que  las utilidades entre isapre y clínica descontando honorarios medicos, eran cerca de un mil  por ciento del costo de los materiales ocupados.

Lo único que amortiguo la caída, fue que al parecer la cirujano plástico que lo coció era la mujer mas parecida a Soledad Villamil, que sale en una película argentina que a él le fascina y que ha visto dice por lo menos unas 40 veces. La película es en efecto excelente, pero cada vez que habla de ella, Ordoñez suele ensuciar el relato, como de costumbre, con detalles escabrosos de sus prácticas compulsivas al verla, que resulta sumamente desagradable.

Durante la llamada y mi desconcierto, Mariana mencionó algo de un sobre que había que retirar en el departamento de logística, es decir, su escritorio, con lo que he comenzado a sospechar de que se trata de algo, como siempre, estrictamente profesional.

Por supuesto que me equivoque,  el sobre, a pesar del conducto regular en su entrega, no tenia ninguna relación con transportes Romano y solo era habitado por un papelito amarillo que me costó sacar por que era de los que traen pegamento,  y que tenía en su cara libre una sola palabra. ("Llamame").

Con Mariana nos teníamos harto cariño y respeto, nos conocíamos hacía ya varios años, sin embargo no dejaba de impresionarme, como en casi todas las mujeres que conozco, lo intrincado, complejo y poco claro de su lenguaje y de cómo se las había ingeniado para idear un sistema de comunicación tan poco efectivo como elocuente.

Tal vez ella imaginó que yo iba a abrir el sobre en mi casa y en esa situación habría sido tan simple como tomar el teléfono, marcar su numero, esperar dos  o tres tonos y hablar, pero no fue así, yo abrí el sobre sentado en mi escritorio y después de que logré extraer el papel engomado de su interior, la miré varias veces como para saber si quería que la llamara en ese momento o más tarde u otro día o desde la casa, pero no logre conectar mi cara de pregunta con su mirada. Cuando se percató de lo sucedido, ella bajo los ojos y no los levantó  hasta que nos paramos para irnos. Parece que se molestó.

lunes, 21 de septiembre de 2015

Allá abajo

Con Lestat tomamos el tren ese día por cal y canto. Lestat Antonio Gonzalez Villanueva  nos había pedido expresamente varias veces que le llamaramos por su segundo nombre, pero como Antonio ya habían 2 en la oficina y uno de ellos también era Gonzalez, y además de eso, como "Antonio" habría perdido toda su gracia, entonces nosotros en rebeldía insistiamos en llamarle Lestat,  nombre que su padre, en una afición vampirezca juvenil desmedida, había puesto a su primogénito hombre.  Según cuenta Lestat,  estuvieron a punto de ponerle Jean Babtist ,  que dice que habría sido peor. Yo creo que habría sido igualmente malo.

Suerte decía él,  de no quedar en el tren, en hora punta, delante de algún individuo del género masculino e insistía en que por eso le debían haber puesto hora punta u hora pico si se quiere en un lenguaje más coloquial.

Estábamos en medio de la discusión de cual de las únicas 2 mujeres que trabajan en Transportes Romano tenía mejores atributos sexuales. Lo que por cierto, para la mayoría era un completo misterio, pues tanto Avilés como la Marianita Alvarez, - a la sra. Gina no se contaba por que estaba ya bordeando los 60 y entraba en otro tarjet- andaban siempre tapadas hasta los tobillos. Debía esperarse algo así en una empresa con un desbalance preocupante hacia funcionarios del género masculino pero sobre todo por la presencia de personajes como Ordoñez, de quien nadie entendía muy bien el por que de su tendencia a la masturbación compulsiva, ni menos aún, de cual era la obsesión con que el mundo entero supiera de ello. Aún cuando yo en ocasiones y por nesecidad, también incurria en esa práctica, que a juicio de todos en la oficina era algo repugnante, si uno hace algo así de vez en cuando, no hay para que contarlo.  Lo anterior sin considerar que la oficina quedaba en un subterráneo y allí siempre era invierno y estaba de noche, por lo que uno tenía más probabilidad de sacarse el Kino, que encontrarse con un escote o una falda corta.

Con Lestat vivíamos prácticamente a una cuadra, 128 pasos exactos desde su puerta hasta la mía sin contar ambos ante jardines. 

Lo bueno de aquí, dice Lestat, es que estamos a pasos del metro.  Yo me lo había cuestionado varias veces, unas 4 al menos.  Trabajar en un subsuelo y llegar al lugar en el tren subterráneo era casi pasar mi existencia completa bajo tierra. Por eso había decidido desde ya que cuando me muriera me cremaran y arrojaran a algún río, que era una forma más barata de llegar al mar y así por lo menos en calidad de ceniza me daría el lujo de ver pasar la luz del día todos los días.

Con la Mariana teníamos una relación clandestina que incluía amistad y algunos otros privilegios. Aún que en la oficina éramos estrictamente compañeros de trabajo. No estábamos enamorados, tampoco nos gustabamos, no de la forma tradicional,  había sin embargo un cariño mutuo que nos permitía un acuerdo tácito que mezclaba amistad y sexo sin muchas explicaciones. De ésto, ni Lestat ni nadie en la oficina estaba al corriente. Una por que para el directorio de la firma, es decir para don Sebastian Aguirre, como en muchos lugares, no eran bien vistas las relaciones entre funcionarios. A pesar de que las razones podían ser muchas, acá era por que, al ser solo dos mujeres en edad fértil, contra 38 hombres en edad compulsiva, habría sido algo a lo menos caótico, más en el caso de que alguna de ellas decidiera tener alguna relación con más de un funcionario, que aún que fuera en distinto tiempo, las dejaría con una muy mala reputación y eso para Aguirre era inconcebible.  Yo creo que como a todos, Aguirre también se sentía atraído por Mariana y a pesar de ser 30 años  mayor, tenia la secreta esperanza de que ella se sintiera cautivada por sus encantos de hombre maduro. De eso nos dimos cuenta todos, cuando para uno de los aniversarios, Aguirre tomó más de la cuenta y se olvidó de que era casado, de que tiene 3 niñitas y que la mayor llevaba el nombre de su esposa, de que estábamos todos mirando y de toda la faramalla del famoso artículo 7 del reglamento, donde se especificaba todo eso de las relaciones.

En virtud de que había decidido aceptar como estable mi condición de soltería y descartar de plano algún otro modo de vínculo formal como profilaxis hacia mi frustración, para mi, y creo que para ella también, el acuerdo con Mariana era a modo de obtener ambos beneficios de amistad y alivio del deseo sexual, principalmente para no terminar como Ordoñez a lo que ambos le teníamos respeto.

El día en la cueva de Aguirre, como le llamábamos a las dependencias de transportes Romano, había sido absolutamente normal. Yo trabajaba en finanzas lo que era, tanto para mi como para mi familia, en extremo curioso ya que jamás tuve aptitudes para las matemáticas. Creo que pude terminar el colegio con nota sobre 4 únicamente gracias a que mi tía Cecilia, que por esos años se mantenía en bastabte buenas condiciones, tuvo largas conversaciones con el director del colegio, lo que resultó en que me hicieran hacer 3 trabajos extracurriculares con los que logré subir el promedio a nota 5. En todo caso me parece destacable mencionar que, aún cuando ya no me acuerde de nada,  no fue solo benevolencia del director, también puse de mi esfuerzo lo que quedó demostrado al obtener  nota máxima en los 3 trabajos.

A mi tampoco me interesaba tanto destacar en mi labor en la empresa. La caridad de Aguirre no bastaba ni siquiera para ahorrarle un tornillo sabiendo que a fin de año, las luchas del sindicato por el reajuste salarial serían igualmente infructuosas que en años anteriores. Y aun que llevaba ya cerca de 5 años en Romano, para mi como para casi todos, no era más que un trabajo.

3 filas delante de nosotros en el tren, casi siempre estaba Sagredo, que era el clásico personaje chupa medias infaltable en cualquier ambiente laboral. Claro que éste lo era ad honorem,  es decir, sin ningún beneficio adjunto, pues Aguirre jamás mostró algún trato especial hacia su persona, más que saludarlo por su nombre pero esto bastaba para llenarlo de regocijo.  Su repugnancia era mucho mayor que la de Ordoñez, mal que mal este último solo contaba lo que hacía en privado,  pero nunca dañó a nadie con su práctica. A sagredo en cambio no convenia darle la espalda nunca, figuradamene claro, por lo que junto al bueno de Lestat teníamos varias tácticas para evitar irnos conversando con el en el tren. No así con Ordoñez, que fijo viajaba con nosotros martes y jueves que iba a villa Francia a ver a su prima.  Con él,  la única precaución que había que tener, era que, por razones obvias, la despedida jamás fuera de mano, del resto no había inconveniente en compartir parte del camino ventilando temas de deportivos o de la contingencia local.

El tren ya llevaba 45 minutos entre barrancas y laguna sur  y a Lestat ya se  le había echado a perder el semblante. En el minuto 18, Ordoñez había empezado a hablar de los brasileños y de la tendalada que iba a quedar si pasaba lo que ellos dicen de la famosa falla  de la quebrada de Ramón. 13 minutos después, Sagredo se había unido al grupo. Con el tren detenido era mucho más difícil ejecutar cualquiera de nuestras tácticas evasivas por lo el hecho en la práctica había sido inminente desde un principio. Eso a mi ya me tenía algo  descompuesto. Durante el minuto 12 se nos explicó que habían informado de un temblor fuerte en la superficie, del que nosotros entre los empujones, las técnicas evasivas y la discusión, jamás nos enteramos y aún que Lestat insiste en su capacidad de predecirlos, en esas condiciones habría sido imposible.

Como en toda situación de supuesta  catástrofe, lo que menos había era coordinación. Se nos dijo por lo menos en 3 oportunidad de que estaban coordinando el trabajo para sacarnos del vagón pero las puertas continuaban cerradas. Luego al minuto 33 se nos avisó que seguiríamos esperando en ese lugar ya que era el más seguro en ese momento y que nos pedían calma y paciencia que fueron las primeras en abandonar el vagón detenido sólo minutos después del incidente apenas se supo de manera extraoficial que había temblado.  A eso del minuto 47, el bueno de Lestat ya estaba desesperado y el pesimismo de Ordoñez, la espera, el calor, el reducido espacio entre otros, habían hecho que Sagredo comenzara a hiperventilar lo que no era bueno por que: 1- consumía más oxígeno del que le correspondía y 2- por que en su calidad de asmático (no se si existe alguna relación entre el asma y tipos de esta calaña, pero de que es frecuente la coincidencia, lo es) la situación se transformaba de a poco en una potencial tragedia.  Y no era por que le tuviera cariño o preocupación a Sagredo, pero si le pasaba algo más, seguro como compañero de trabajo me vería envuelto en más que un vagón detenido y me iba a tener atrapado quizá hasta que hora en un hospital o en un servicio fúnebre en el peor de los casos. Por lo que sabíamos el tipo estaba solo en el planeta y nosotros aún que no lo quisiéramos éramos de algún modo su familia mas cercana.

Para calmar los ánimos y principalmente la frecuencia respiratoria de Sagredo y en virtud de la supuesta catástrofe en la superficie se me ocurrió proponer un pacto de silencio y de que cada uno de los que allí conversábamos, confesaramos algo que en otra instancia no nos contariamos. Por extremista que parezca, todo fue bajo la premisa de que si el mundo se estaba acabando, ya no tenía sentido irse a la tumba con secretos ocultos. Y hay que ver como un vagón lleno en hora punta, después de un detallado análisis tectonico cataclismico predictivo y 58 minutos de espera, si lo pueden hacer pensar a uno que el mundo se esta acabando.

Ordoñez fue el primero. Hizo de hecho 2 confesiones. La primera de ellas en absoluto predecible. Nadie podía ir a ver a una prima 2 veces por semana sin tener ningún otro interés que el mero cariño familiar. Ordoñez podría haber omitido el dato de parentesco y la situación a nadie le habría parecido escandalosa pero resultó que a la fecha la Luci tenía 4 meses de embarazo oculto para el resto de la familia. En momentos como ese no se puede mas que dar ánimo y pronunciar fraces como las que dice Lestat,  todo ocurre para mejor.

El turno siguiente y para calmar los ánimos fue el mío.  El problema fue que al momento de pensar en una confesión no venía otra cosa a mi cabeza que mis encuentros furtivos con Mariana pero contar lo de Mariana si es que el mundo no se acababa, era demasiado complicado, (por último a la prima no la conocía nadie), y seguro habría hecho que ella se enojara y yo habría terminado como Ordoñez.  Entonces conté que después de haber visto en forma accidental a la señora Gina mientras se cambiaba de ropa,  a menudo tenía sueños húmedos con ella y había comenzado a mirarla de otro modo. Yo creo que en otra situación nadie me habría creído una historia tan aberrante pero sumidos en circunstancias tan especiales, nadie prestó mucha atención a la coherencia del relato. 

El turno siguiente fue de Lestat que confesó que había seguido varias veces a Mariana con intención de espiarla y que una de ellas había conseguido ver parte de su pezón izquierdo mientras preparaba un baño en su casa. Aparentemente ninguna de esas veces coincidió con nuestros encuentros así que mi secreto permanecía a salvo.

Sagredo que para esas alturas se había calmado bastante comentó al grupo que desde los 15 se sentía atraído por personas de su mismo sexo lo que a pesar de que a todos nos llevó por sorpresa, nos hizo comprender más su soledad y mirarlo desde un lado más amistoso.

Para sellar el pacto de silencio los 4 nos dimos la mano. Por suerte la mía quedó bajo la de Sagredo y no de la de Ordoñez. 

A las 11 y 53  de la noche el tren comenzó a moverse otra vez y continuamos por fin el viaje a casa. Arriba hacia ya unas horas que todo funcionaba con normalidad.

miércoles, 16 de septiembre de 2015

Feriado

La anita compró 17 bidones de agua purificada sin gas, 6 cartones de cigarrillos de los que ella fuma y 4 de los que no le gustan tanto, por que eran los últimos que quedaban. Además de eso, lo esencial, adelanto la compra de fin de mes, a pesar de estar a 17. No era nada que temblara grado 7 dos días antes, aquí eso pasa siempre, a pesar de que, para el moreno Yuslein, oriundo de Cuba y conserje del edificio, era algo completamente nuevo y jamas antes hubo tal oportunidad de dejar salir sus dotes de buen conversador, pues nunca tuvo tal afluencia de vecinos en la conserjeria como esa noche después del temblor. O como Victor, que sin soltar su bajativo de menta frape, se dio el lujo de salir al pasillo y comentar con todo el que vio pasar, lo bien que había resistido el edificio y lo fuerte que se sentían los temblores en el piso 17. Lo que más le preocupaba a la Anita, eran los 3 días festivos que siguen al aniversario patrio, en los que el comercio cierra y no hay posibilidad de realizar compra alguna. En esos días ni la plata sirve, si no hay en que gastarla. Hoy la Anita dormirá temprano. Mañana a primera hora,  a eso de las 5, planea ir a llenar los tanques de gasolina de las 2 camionetas, que fue lo único que le faltó por hacer, para estar preparada para los días de desabastecimiento que se nos avecinan.