Ayer Roberto decidió plantear eso de la separación a su esposa. es algo en lo que viene pensando hace ya un tiempo. No precisamente por lo de las infidelidades, él ya era infiel antes de conocerla, antes de estar juntos, antes de casarse con ella y con la anterior, lo considera y lo asume parte de sí desde mucho antes de todo este montaje social del matrimonio y jamás, aún habiendo jurado (uno jura muchas cosas que sabe que no va a cumplir, juro que mañana dejo de fumar, juro que bajare de peso, juro que dejaré de jurar en vano) que le sería fiel, en las buenas y en las malas (en las malas, cuando se anda desanimado y cabizbajo, es cuando menos se le ocurren a uno estas cosas, muy por el contrario, es en los buenos momentos cuando uno se permite estas licencias) no, lo de las infidelidades jamás le ha quitado el sueño a Roberto, es más, se ha planteado varias veces que podría enterarse fruto del azar de la infidelidad de su mujer sin que le causara mayores perturbaciones que alguna discusión en un tono un poco mas elevado que el de costumbre y un par de semanas (quizá menos) de resentimiento (solo por protocolo).
Desde que Teresa no contesta sus llamadas, ni los correos, que en un principio fueron en un tono juguetón como quien todavía, domina por completo la situación y ve en esto nada mas que un berrinche pasajero, pero, que poco a poco fueron cobrando sentimentalismos y ahora han llegado, aun sin respuesta, a transformarse en lamentos de lo mas sentidos, que al propio Roberto le resulta difícil de creer mientras escribe pero que son estrictamente necesarios para recapturar la atención de Teresa y en tal caso quedan plenamente justificados, Roberto no ha dejado de plantearse cuan autentico ha sido consigo todos estos años, cuanto conoce de él mismo, cuanta realidad hay en esa imagen en el espejo que nosotros mismos creamos para agradarnos y de paso para creer que agradamos al resto.
Por Dios, si hasta esta expresión ya le resuena con algo de falsedad. Le bautizaron por la religión católica a los cuatro meses sin preguntarle. Lo matricularon en un colegio de curas jesuitas cuando aun no tenia muy claro si la expresión "por Dios" se componía de una o dos palabras. le hicieron hacer la primera comunión (negarse en esos años, aun de habérselo planteado, habría sido motivo suficiente para expulsarlo del colegio, con el consiguiente castigo de su padre) cuando aun no sabia muy bien cual era el significado de aquella repetitiva y a veces hasta convulsiva señal de la cruz que los católicos efectúan en el momento en el que, durante la misa, se aprestan a escuchar el evangelio, (aun no lo tiene muy claro), con lo que, llegado el momento y para ocultar su ignorancia, simulaba una sobrecogedora actitud de contrición en la que para cualquier otro oyente habría sido un acto morboso el poner mayor atención a este simbolismo. Luego se confirmo en la fe, eso si lo hizo en pleno conocimiento y conciencia, pero habría sido una herejía, no para la religión católica sino para con su juventud, el haberse perdido aquellas reuniones que llamaban retiros espirituales que mas bien bebiesen haberse llamado "encuentros de amor libre", en donde, dicho sea de paso, perdió su virginidad, se emborrachó por primera vez (en las anteriores solo había estado levemente mareado aunque haya simulado estar completamente ebrio) y estuvo a punto de hacer un trio con dos jovencitas de su grupo bastante bien parecidas. Después de todo eso, se decía por esos años, como no iba a confirmarse.
Ahora le tocaba enseñar a su pequeña, todas las maravillas de la creación (matriculó a su hija menor en un colegio de monjas, por la buena educación dice y después de una extendida negociación con su esposa, a quien no le parecía justo tener que llevarse por completo la tarea de ayudar a estudiar a la pequeña mientras ésta se formaba, como es propio en los pequeños, durante sus primeros años, los hábitos de estudio, accedió finalmente a ayudar en el, cuando estos hicieran referencia a las asignaturas de religión y medio ambiente, como se le llamaba ahora a la antigua enseñanza de ciencias naturales y biología) y ya le parecía a él mismo sonar en un tono poco convencido. El cielo, la naturaleza, los astros, el cuerpo, tan perfectas creaciones que no podría pensarse que fueron solo obra de azar o de la química, habría de haber entonces, indiscutiblemente un ser superior a quien atribuirle toda esa creatividad e inteligencia, que tendría que ser por cierto divino y además de creativo e inteligente, completamente bueno y piadoso, y mientras repetía estas palabras a su pequeña que lo escuchaba asombrada, algo murmuraba dentro de sí como queriendo resquebrajar todo ese castillo de cristal que él construía con esas verdades incuestionables. ¿Acaso no reprodujo el hombre cada milagro bíblico descrito del que se tenga conocimiento?, se decía, ¿acaso no separó aguas construyendo represas? ¿acaso no resucito a otros en los hospitales? ¿acaso no salvo de la muerte a modo de vida eterna? (la expectativa de vida de los años en los que se escribió el evangelio estaba muy por debajo de la mitad de lo que se vive hoy, con lo que bien podrían considerarse ochenta años como vida eterna) ¿acaso no creo para algunos y solo para algunos, tal como presagiaban las escrituras, verdaderos paraísos llenos de goces para el alma? ¿y que son sino las mansiones y las casas de retiro de los mas adinerados de este mundo? y por otro lado, pensaba, ¿donde estaba ese Dios piadoso e infinitamente justo, para avisarles por ejemplo a los mismísimos sacerdotes que no era necesario ir contra la propia naturaleza si a cambio habrían de cometer atrocidades tanto peores? ¿para avisarles a esos degenerados creyentes que no era preciso mutilar sus cuerpos para agradar de esa manera a Dios a cambio de haber sanado a algún hijo de alguna enfermedad terrible?, o peor aun, ¿donde estuvo ese Dios justo, para amainar espíritus sangrientos sedientos de tortura y de muerte en innumerables hechos de violencia y en donde, no solo hubo injusticia sino que fue la protagonista de todos estos hechos que bien conocemos?.
Que había para enseñarle a esa pequeña de la vida sino puras contradicciones, que se le iba a poder enseñar a esa pequeña alma inocente llena de bondad verdaderamente justa y no como la nuestra, pensaba, adulta y contaminada con intereses de poder, ¿no era mas lógico que nosotros aprendiésemos de ella? una de las pocas y pequeñas cosas de las que Naum disfrutaba en plenitud era conversar con su hija, se veía atraído entonces por un discurso cristalino, simple, sin segundas interpretaciones, sin segundas intenciones, discurso que como se sabrá, solo puede tener un niño de corta edad y en el que él mismo se veía reflejado dado el estrecho parentesco.
El resto del tiempo, incluso desnudo frente al espejo, se desconocía, no se encontraba por ninguna parte, todo en él, en su mundo le parecía familiarmente desconocido y pensó exactamente, si hoy mismo se me presentase con alguien y tuviese que hablar de mí, no sabría en absoluto que decir. En efecto, había tantas cosas que el propio Naum hacía lisa y llanamente por las apariencias y otras tantas por agradar a su mujer y algunas, las menos, de las que ya ni siquiera recordaba bien el como se habían originado, pero de las que tenia perfectamente claro que no había sido a partir de su gusto personal. El ir a misa por ejemplo, tal vez una cuestión de tradición familiar, de su familia o de la de su esposa, había que ir porque era costumbre, porque era el deber de católico confirmado, porque como le hubo escuchado a un párroco en su juventud, Dios nos regalaba ciento sesenta y ocho horas a la semana, como no dedicarle una sola de ellas, un argumento excelente sin duda, bajo esta perspectiva, se veía tentado incluso a sentirse en deuda con el altísimo y se entiende de esta manera como almas mas agradecidas que la de uno, asisten más de una vez por semana y aun haciendo el cálculo, que seguro es que lo hacen, se quedaría en deuda. Para su fuero interno, como siempre tan distinto al externo, al que todos ven, Naum solía pensar, que cuestión tan insulsa y desagradable ésta de ir a escuchar ecos ininteligibles (suele ubicarse junto a su familia, al final del ala lateral izquierda, donde, por una cuestión de principios físicos, resulta particularmente difícil entender cuando otra persona habla usando altavoces que están colocados en pilares alternados a ambos lados del cuerpo central de la construcción, error, se debe pensar, de alguien de poca pericia en temas de acústica de espacios) Y aun cuando entendiese, tampoco estaba tan de acuerdo con las ideas allí expresadas, jamás las considero como una guía espiritual y eso que dicen de alimento para el alma, muy por el contrario, su alma, si es que en verdad la había, terminaba envenenándose cuanto mas ponía atención, no al relato que como ya hemos dicho requería de mucha concentración, sino al resto de los fieles, personas que por tener su conciencia manchada, sentían la necesidad de expiar sus culpas a través de ese pequeño sacrificio, que deben ser muy pocos quienes lo hacen enteramente por gratitud, el mismo por ejemplo, que en alguna oportunidad se había sentido culpable de haber sido indolente con uno de sus empleados, por no ser su trabajo de su completo agrado ni la altura de sus respuestas la deseada para el cargo y que había negado sistemáticamente permisos y aumentos y que luego, arrepentido por lo que consideró en su momento una injusticia cometida por el mismo, hubo asistido esa semana dos veces a misa, en la que no se ubico donde siempre sino adelante en primera fila, en la que cantó con fervor cada uno de los cánticos allí pronunciados y en la que dio una ofrenda exageradamente generosa, tanto que el mismo fiel que las recogía le miró con extrañeza y que con esto, sintió saldada su deuda, como con esa idea de haber compensado su mal al universo a través de una buena acción, que la verdad y para ser exactos, si se descontextualiza, resultaría, a cualquiera, hilarante ya que su ex-empleado, no supo, ni sabrá nunca de estas "buenas acciones" ni esta compensación al universo llegará de algún modo a devolverle la dignidad o el trabajo.
Estas y otras contradicciones, quizá de menor importancia son las que transcurren por la cabeza de Roberto Naum en este último tiempo y son las que lo han llevado a plantearse la necesidad de un cambio fundamental en su vida, de buscarse, de dejar de moverse con la masa o peor aun, de ser lo que la masa quisiera o incluso, creer que se es algo, no estar conforme con ello y encima estar tan equivocado como cuando uno se mira al espejo y ve algo que no es.
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