Jerry
Jerárquicamente en la empresa, Aristia tenía un puesto muy inferior al de Huidobro, no obstante, nunca consiguió tratarle con el respeto que los superiores se merecen ya que ambos habían sido alumnos de la misma clase desde los primeros años, hasta que terminado el colegio y tenían esa especie de relación de hermanos que se forma con la gente con la que se comparte toda la infancia.
Por este mismo hecho, dato del que muy pocos tenían conocimiento, logró hacer entrar a Aristia a la empresa a pesar de que los otros dos de la terna eran notoriamente más calificados para el cargo y tuvo que dar cuenta y excusas de esto a su jefe directo atribuyendo la decisión a algo que llamó instinto profesional. Algo que, dicho sea de paso, quedó en cierto modo institucionalizado y ahora el resto de los funcionarios utilizaban a menudo como argumento cuando querían explicar algo que no tenía una explicación muy lógica o bien que era lisa y llanamente una equivocación.
En la intimidad, es decir, cuando quedaban solos, Claudio Aristia llamaba por su apodo colegial a Huidobro y este, no sin cierta incomodidad, también cambiaba el trato hacia él, recordando aquella confianza que siempre hubo entre ambos durante la niñez.
Una tarde de viernes, en la que ambos creyeron estar a solas y habían adoptado su manera coloquial de comunicarse, en una discusión de tan poca relevancia, que no valdría la pena hacer aclaros del objeto de la cuestión, fueron sorprendidos por Olivia, una de las más antiguas funcionarias de la pequeña empresa, ingeniera comercial y sobrina del dueño. Desde atrás de un escritorio en desuso y camuflada entre un par de pantallas de computadora de esas antiguas, lo que dada su escasa estatura, le fuera en ese momento favorable para no ser advertida, se escuchó una hilarante carcajada seguida de una pregunta con voz todavía más aguda -¿Jerry? ¿como Jerry Louis? -si la cago, pensó Aristia, mientras esbozaba el típico gesto de mostrar los dientes en algo que pareciera ser una sonrisa culposa que dirigía hacia el superior en cuestión.
Cuatro días más tarde y solo por que el lunes fue feriado, todo el resto del personal, incluyendo al dueño y a la persona del aseo, adoptaron esta forma para dirigirse a Huidobro que, en honor a la verdad, jamás tuvo parecido alguno con el comediante.
FIN
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