jueves, 31 de diciembre de 2015

La funa XIV

XIV.

¡BASTA! ¡Por Dios! ¡como es posible! He caído nuevamente en lo mismo, he escrito quince páginas sobre elucubraciones de la vida de otro y ustedes me han seguido sin escatimar esfuerzo, es más,  podría suponer hasta con morbo. ¿que necesidad tienen ustedes de saber sobre la vida de alguien no admirable, de alguien tan común y corriente como Roberto Naum? y ¿que necesidad tenía yo de escribir sobre ello? ¡Ah! Pero claro, podría decirles aquí que se trata sólo de una trampa, que he inventado esta historia ante ustedes y que los he hecho seguirme hasta aquí despertando su curiosidad, por el solo hecho de mostrarles cuan interesados podemos estar en la vida y en los pecados de otro, pero solo estaría siendo oportunista, en realidad lo escrito es tal como lo que imaginé y tal vez en otro momento (me tienta aquí escribir una expresión  de absoluta soberbia como: "si se me da la gana", pero me abstendre de hacerlo) llegue a contarles el final de esa historia.

Tal vez sea preciso ahora seguir aclarando el sentido de mi odio, que ya no sé si es precisamente este el nombre más adecuado. Quisiera aclarar sobre este punto y quizá recién aquí entiendan el real sentido de estas páginas.

Estoy en la quinta década de mi vida, tengo una profesión que me ha dado de sobra, dos matrimonios,  tres hijos (una pequeña que me roba el alma con la expresión de sus ojos) y de pronto siento que no he hecho absolutamente nada, o nada bueno, que estoy en disgusto con la vida,  (que no se me mal interprete,  jamás he pensado en el suicidio como salida, o bueno tal vez si, pero en momentos de cólera) no por no querer vivirla,  sino por creer que es falsa, llena de sinsentidos, de apariencias, de cánones,  llena de moral y  de buenas costumbres,  que ahora ya no se si son buenas o no, pero estoy seguro de que no son mis costumbres y eso me indigna. 

Daré un par de  ejemplos para aterrizar la idea.

Primero uno simple para luego ir paulatinamente aumentando el grado de complejidad (sarcasmo puro)

Existirá acaso acción culinaria más común y simple que untar un trozo de pan (marraqueta, de preferencia  en su extremo) en el residuo de la ensalada que contiene por lo general el abundante jugo de un tomate maduro combinado si se quiere con aceite de oliva y sal a gusto, (lo sé, podría escribir recetas de cocina) o bien, sobre el plato que ha servido de asiento a una carne roja jugosa en su centro, para luego devorarlo en el más placentero de los deleites gastronómicos.

O por otro lado, ¿existirá acción más común, al menos en el mundo occidental, yo mismo por ejemplo, que al retirar (ayudar a retirar) los platos de la mesa no los haya vaciado y apilado,  uno sobre otro a modo de agilizar la tarea, y en cada una de esas veces haya pronunciado a modo de advertencia, como quien trata de evitar imprimir malas costumbres en los más jóvenes, la frase "esto no se hace"? ¿no se hace? ¿no? ¿ustedes no lo hicieron nunca? Así como este ejemplo banal, yo he descubierto miles,  en mi vida, miles a mi alrededor,  miles en la vida de todos. 

Vamos al segundo y por tanto más complejo.

La señora Juanita,  que me adora, que quiere a mi hija como si fuese su nieta, que respeta y hace cada una de las cosas que Carla le pide, que vendió su vida por poco mas que el mínimo, que es nana puertas adentro, lo que no es otra cosa que una forma más refinada y moderna de la esclavitud,  que ve a su familia (la real, aunque ella diga que nosotros somos como su familia, pero si algún día ella se fuese a trabajar a otra casa, doy por sentado a que ninguno de nosotros iría a verle y eso no lo hace uno con un familiar) ella que cuando se enferma, ha tenido que ir a "sacar hora" al consultorio por que a Carla le pareció descabellado hacerla carga familiar en la isapre, esa misma señora cuya existencia pareciese ser el epítome mismo de la desdicha, cree que se está ganando un pedacito en el paraiso y que un día, el día de su muerte o el día del juicio final (en la posibilidad de que esto ocurriese antes)  ella será una de las bienaventuradas y gozará de placer (espiritual por supuesto) eterno y la eterna felicidad, y ya nada será una preocupación, no tendrá que arreglárselas con su hijo que esta preso por robo con intimidación (si yo fuera víctima de tal injusticia, habría hecho mucho más que intimidar) y será testigo de como quienes no siguieron la palabra del santísimo, no serán admitidos en el mismo lugar y padecerán los fuegos eternos del infierno. Y eso la tranquiliza, la consuela y más aún,  la hace felizmente desdichada, felizmente enferma, felizmente neurótica, todo menos indignarla y yo que en mis crisis de existencialismo soy dado a cavilar sobre mi infortunio,  me veo tentado de rasgar sus ojos y mostrarle lo indigna que es su vida y como me corroe el que ella sea feliz en esa desdicha.

Tercero.  Vivimos en una sociedad que ostenta una justicia entendida como acuerdos que nos permiten la vida en comunidad y que además prohíbe y castiga las malas acciones conocidas en su forma jurídica como delitos. Más (y aquí está el punto al que quiero llegar) nuestra mala justicia castiga sólo en un rango determinado y en estrecha relación al poder que se tenga.

Vamos a algo más concreto. El robo por ejemplo. Estamos de acuerdo en que es una mala acción, un delito ¿no es verdad? Y bien podría decir yo, robo es robo y debe ser castigado por que robar esta mal. Ahora bien, podría apostar alguna parte de mi cuerpo a que si yo robase diez pesos a alguien, mi robo sería, por despreciable, insignificante y no tendría castigo. Lo preocupante del caso no es mi robo despreciable sino el hecho de que podría asegurarles con la misma convicción de que el castigo sería el mismo (es decir ninguno) si mi robo fuese multimillonario. De ésto existen hechos demostrados de sobra, a saber,  sistema privado de previsión, salud y política por mencionar algunos, que no tendría sentido especificar aquí.

¿O es que acaso se puede estar sobre la ley?

El asesinato por ejemplo.  Mi asesinato,  podría yo cometer finalmente mi asesinato contra Naum por poner un ejemplo, por el que, de manera muy probable, seria juzgado y condenado a pasar mis siguientes veinte o treinta años (tal vez un poco menos, dada mi buena conducta) privado de libertad. Más yo les pregunto, ¿hemos condenado y juzgado como humanidad, a todos quienes cometieron asesinato? ¿acaso se juzgó y condenó a quienes mataron durante guerras, durante conquistas, durante  luchas anti terroristas? 

Un ejemplo más local si se quiere, Nelson Fariña Jara cumple hoy  presidio efectivo por el delito de homicidio.  Colisionó mientras conducía ebrio, la parte trasera de un auto que era habitado por Emilia Silva de nueve meses, quien fallece víctima de las lesiones causadas. Poco tiempo después, se promulga una ley que endurece las sanciones contra quienes manejen bajo los efectos del alcohol.

El joven Martin Larrain, hijo de Carlos Larrain Peña,  senador de la república, atropella y da muerte en las mismas circunstancias a Hernan Canales. Poco tiempo después, es absuelto de todo cargo, sin embargo no se promulga con él ninguna ley para reblandecer las penas para quienes cometan dicha falta.

Sólo Dios sabe (notese que esto es exactamente lo mismo que decir "nadie tiene puta idea" por que hasta hoy, no se ha comprobado científicamente la existencia de Dios) cuanto he querido llegar a mi departamento de soltero (Compañía de Jesús 645-4b, no tengo certeza de que aún exista) quitarme toda la ropa y vegetar en presencia de todo lo que a diario oculto de mi. Lo hice tantas veces durante mi juventud de manera inconsciente, pero por Dios, cuán libre era en ese tiempo. Hoy el miedo más absurdo y aberrante me impide desnudarme en la que creo que es mi propia casa, aunque, acabo de empezar a cuestionarme que tan mío es ese lugar. No hablo del dividendo con el banco (en que se puede estar pensando cuando se adquiere una deuda a veinte años) hablo de cuanto tiene ese lugar de mi, de la voluptuosidad que en parte me constituye. Que tan libre puedo ser en ese lugar al que llamo mi casa. ¿Cuantas veces he entrado y me he despojado de todo como lo hacía antes cuando incluso llevaba mucho menos encima? Probablemente ninguna.

viernes, 18 de diciembre de 2015

La funa XIII

Esta escena mental perfecta era proseguida a menudo por múltiples variantes en las que Naum daba rienda suelta a su imaginación. En muchas, él se veía dominando la situación  y proveyendo desenfrenado placer  a las dos mujeres. En otras tantas,  era él mismo, el que se entregaba como objeto del deseo de ambas. En todas, los tres quedaban encantados de aquel nuevo descubrimiento en sus vidas.

El hecho, antes que nada, reforzada la amistad entre ambas, que ya contaban entre sus experiencias de vida más intensas, una en común. En él,  hacía nacer además un cariño especial hacia Angela y sin duda lo hacía partícipe de la amistad al mismo grado en que ellas la sostenían. Por último, reforzaba el lazo en su matrimonio haciendo sentir a ambos, fascinación por esta nueva complicidad de la que formaban parte y que los hacia dedicarse miradas cómplices mal disimuladas y ante todo satisfechas, en reuniones sociales, como queriendo mostrar que el tema era una cuestión resuelta entre ellos, en cuanto alguien tocara de soslayo temas relacionados a la intimidad de pareja.

Tanto la escena, como lo que seguía, como las que venían después, eran en la mente de Naum, algo perfecto y en tal fantástica fantasía, ya no sentía ese sentimiento de ingratitud y de doble vida que lo agobiaba desde hacía algún tiempo.

Nuestro hombre pasó las siguientes semanas procurandose datos sobre Angela.

Era necesario,  una vez que le hubiere planteado el encuentro a su mujer, que ambos hicieren partícipe a la joven, de la propuesta lo que sin duda,  debería tener en consideración tales o cuáles características de su personalidad, que eran imprescindibles de averiguar antes.

No obstante,  preguntar a su mujer demasiados datos sobre la muchacha, podía hacer sospechar a ésta,  de que el propio Naum tenía algún interés en la joven y luego interpretar la propuesta del trío como un juego amoroso en el que seguramente ellos, Naum y Angela estarían,  involucrados desde antes.

La misma razón, fue la que lo llevó a descartar de plano el conseguir de alguna manera el numero de Angela y proponer la aventura antes que a su compañera. Definitivamente esta complicidad previa podía resultar demasiado sospechosa y contraproducente.

Naum se veía entonces, obligado seguir su plan en estricto orden, sin que las circunstancias le permitiesen adelantar camino por otro flanco.

Pero la idea de dejar que las cosas se diesen solas, podía implicar una espera demasiado larga y el hecho de averiguar datos útiles sobre Angela, solo a partir de la observación detenida de las reuniones que esta sostenía con su mujer, le resultaba en algo demasiado lejos de su alcance.

Sin duda era necesario plantear la cuestión cuanto antes a su mujer. Había notado cierta lejanía entre ambas, que temía podía ser antesala de que la amistad entre ellas se estuviese enfriando e hiciera con ello claudicar toda posibilidad de llevar a cabo su nuevo propósito.

Una noche antes de acostarse, logró decirlo ante su mujer.

Claro que la cuestión fue todo menos natural. (El hecho podría incluso calificarse de violento). Naum Pretendió adoptar una actitud ordinaria, intentó lograr un ritmo de respiración constante, inhalo por su nariz y exalo por su boca treinta veces y luego contuvo la máxima cantidad de aire dentro de sus pulmones durante veite segundos, seis veces, lo que le llevó en total seis minutos y medio(y le dejo un tanto mareado). Luego   manipuló un adorno hecho con alambres color bronce y cuentas de colores, que su esposa le había regalado hacía unos años, como disipador de estrés, (que, por lo general, no hizo otra cosa que dejarle más nervioso) luego logró completar las caras azul y verde del popular cubo con cuadrados de colores (jamás pasó de dos caras y estaba convencido de que el suyo debía de tener algun desperfecto). Después se encerró en el baño, cortó las uñas de sus pies, completó tres puzles con lápiz grafito marca faber (del tercero faltaron tres palabras de actualidad, que no pudo descifrar), luego salió del cuarto de baño, se sentó en la mesita de la cocina (mientras su mujer ya terminaba de lavar los platos de la cena) castañeteo frenéticamente los dedos sobre el trupan de la mesa de diario, sudo frío y con una agitación y una seriedad inusitada(que no tuvo antes, ni en los momentos más tensos), pronunció la siguiente frase. -he pensado que deberíamos hacer un trío con Angela.  Luego se puso de pié,  botó y quebró una copa de cristal que había sucia sobre la mesa (la que no se devolvió a recoger) y se dirigió con paso presuroso hasta la habitación.(cerró la puerta de golpe) Ni su mujer ni su pequeña (afortunadamente) entendieron de que se trataba.

Aquel incidente en la cocina tan fue desconcertante para todos, (incluso para el mismo), que se reprochó el no haber podido siquiera percatarse de la cara que puso su mujer en ese momento, cuestión que, según se había dicho, era básica para continuar con el plan trazado.

A los pocos minutos del incidente la mujer entra en la habitación, se sienta en el borde de la cama y encara a Naum.

-¿me puedes decir por favor que es lo que te pasa? Has andado toda la semana extraño, llegas tarde, pasas de largo, el viernes pasado que vino Angela, te dedicaste a observarnos y a hacer anotaciones,  durante las tres horas que estuvimos conversando. Ella incluso se sorprendió de que ni siquiera la saludaras, no me diriges la palabra hace ya unos días más que para saludar y ahora para colmo te paras enojado, murmullas algo con una voz casi inaudible, destrozas una copa y te encierras en el dormitorio. Todo sin motivo alguno, por que, por lo que yo recuerdo, no hemos tenido discusión alguna. Te lo pido, Roberto, en serio, si estás pensando en irte de la casa, prefiero que me lo digas ya. 

Luego de esto, ella se para, se dirige al baño, cierra la puerta y exactos tres segundos y medio  después, se escucha el cerrojo, que en lenguaje femenino significa, párate, golpea y suplica por tu perdón

Naum, que ostenta un acabado conocimiento de la psicología femenina (o que a veces intuye con mediana precisión) hace lo propio con la puerta, el cerrojo y las disculpas. Tampoco era la primera vez que ella utilizaba la separación como medida de presión en circunstancias similares y por tratarse esta vez, tan solo de un mal entendido, no le fue tan difícil reanudar la comunicación.

En ese instante,  Naum se da cuenta de que es preciso, antes que nada, lograr una comunicación asertiva con su mujer. Ya no basta el beso tierno de la entrada para luego sentarse a pensar en sus contrasentidos. (Naum da la imagen de tipo resuelto, pero en el fondo, está tan plagado de contradicción como yo) Es preciso volver a tener esa complicidad del noviazgo, eso de comunicar con miradas, de esta manera,  quizá incluso no sería una necesidad el buscar palabras para expresar su deseo. Tal vez con esto ella (su mujer) sentiría lo mismo. Tal vez incluso lo propondría ella. Es más,  tal vez, después de que Naum finjiera un tanto de asombro, (solo por protocolo, ya que en el fondo sabría que fue precisamente él quien la llevó pensar en esa aventura) el diría:

-y a Angela, ¿como le diremos?

Por que en tal escenario en el que ya esta resuelto (de manera tan conveniente) el tema de la propuesta, era necesario resolver el cómo decirle a Angela, es decir, se puede llegar a tener suma complicidad de manera tal de que  siquiera fuese necesario proponerlo (esto ya es muy optimista) pero no se podía pretender de que un tercero (Angela en este caso) también se diese por notificada de la propuesta. 

-ya he hablado con ella y está encantada con la idea

Aquí la fantasía de Naum cierra perfecto y no es necesario más que llevarla a cabo. El problema es que sigue siendo una fantasía. 

jueves, 17 de diciembre de 2015

La funa XII

Una mañana, Naum intentó plantear el asunto a su mujer.

Había ideado para ello, una fórmula que plantearía la cuestión de manera natural, como el quería, pero además, lograba (de resultar) proponer el tema y dejar a ambos en la posición de consultados. Se trataba de contarlo como un sueño.

Al despertar, al alba, cuando aún su mujer estuviese un tanto dormida, y la totalidad de la cama estilo americano fuese ocupada por brazos, piernas y torsos, en su máxima extensión, bostezos a cuello extendido y boca abierta ,  diría con ligereza " soñé que hacíamos un trío con Angela". Naum podía tener pleno control y sano juicio, sobre todos los pensamientos de su vida despierta, pero como a cualquier ser humano, le era terreno indómito, todo lo que vinera a su cabeza mientras estaba dormido y el mismo podría sorprenderse de lo acontecido en uno de sus sueños. De esta brillante manera, ambos quedarían en posición de consultados y él,  podría simular sorpresa o espanto en caso de que ella calificase el sueño de aberrante o descabellado. En un momento incluso sintió orgullo de su concepción y de la psicología que era capaz de aplicar en pos de conseguir lo que deseaba.

A pesar de lo brillante del plan, Naum no contó con que, para llevarse a cabo, debía generarse la instancia de despertar unos segundos antes que su mujer, de lo contrario, al abrir los ojos, no la encontraría a su lado o bien estaría ella demasiado despierta como para  plantearle el asunto con la liviandad de quien cuenta un sueño del que acaba de despertar.

Naum no contaba hasta entonces con que, en días de semana su mujer siempre se despertaba antes que él,  para preparar el desayuno y los días en los que no se trabajaba, su hija era la encargada de llevar a cabo esta función, cambiándose hacia la cama de sus padres, lo que hacía imposible poner el asunto en discusión en su presencia. El hecho en sí era tan ajeno a la relación y a sus conversaciones, que tampoco era factible insinuarlo y que su esposa entendiera de que se trataba en sí de una propuesta. El planteamiento llevaba forzosamente explícitas las palabras trío y Angela.

Otro escollo con el que Naum no contaba, era que, su mujer solía ocupar para dormir cierto antifaz sobre los ojos  que le evitaba la luz y que le hacía a él imposible saber si ella se encontraba despierta o aún dormía.

Una mañana Naum adelantó en unos minutos la alarma del despertador y aún a riesgo de despertar a sobresaltos a su mujer, destruyendo de pronto cualquier instancia propicia que le permitiera el entablar una conversación pacífica, intento en tres opotilunidades pasar por encima de su cara con parte de su brazo durante un estiramiento, esperando algún gesto que le permitiese comprobar que ella estaba despierta, sin embargo no consiguió más que hacer que su cuerpo se girara resongando hasta darle la  espalda.

Otra mañana en la que no estuvo seguro de la vigilia de su mujer, simuló siete estiramientos con sus respectivos bostezos  (los dos primeros fueron en realidad reales) y repitió sin respuesta tres veces la frase sobre el sueño. Más tarde supo que su mujer había pasado una pésima noche y que se había dormido de madrugada después de tomarse dos clonacepam que era lo único que tenía a mano.

Finalmente y en virtud de los numerosos intentos frustrados, Naum decidió echar por tierra la posibilidad de contar el supuesto sueño y con ello poner sutilmente en la cabeza de su mujer, la idea que desde hacía un tiempo lo traía obsesionado.

Había logrado imaginar hasta los detalles más íntimos del encuentro. (Luego de que ambas aceptaran la propuesta claro)

Tendrían una divertida velada, en la que de a poco y gracias al alcohol o incluso con la ayuda de algún cigarrillo de mariguana, se irían acercando los cuerpos y deshinibiendo las conciencias.

Había construido incluso mentalmente una escena que le fascinaba y que repetía cada vez que tenía un minuto para distraerse. En ella, ya avanzada la noche y una vez que el alcohol hubiese permitido un franco acercamiento físico entre los tres, adornado por las carcajadas cristalinas de Angela, él,  se podría de pie pidiendo permiso a ambas para ausentarse un minuto. Mientras caminara al baño, oiría detrás de sus pasos carcajadas luego de que su mujer profiriera un alargador pero hilarante piropo en  alusión a la porción de su cuerpo que ambas miraban en ese momento. Naum fingiria no haber escuchado y seguiría caminando, sin embargo bajaría la vista y esbozaria una sonrisa con satisfacción, sintiendo profundo orgullo y en pleno conocimiento de que el piropo haría referencia a sus nalgas, que toda una vida de ciclismo, el que practicaba hasta hoy, le habría permitido esculpir a la perfección aquella porción de su cuerpo.

Una vez en el baño, revisaría su peinado y buscaría en su cajón, una pastilla para prevenir la disfunción, que habría conseguido con uno de sus amigos semanas antes, (seamos realistas, tiene cincuenta y tres años)  que aunque hasta entonces no habría tenido necesidad de utilizar, le habrían permitido prevenir del todo que se repitiera alguna escena como la ocurrida en su juventud. Más aun en  presencia de Angela, se habría dicho,  que seguramente estará habituada a buenos desempeños.

Luego, volvería a mirar su rostro al espejo y como es propio en el, con un aire de seriedad, se preguntaria en forma dramática "¿estas seguro de lo que vas a hacer Rob?" Para luego reír presa de su propia ironía y salir triunfante de vuelta al living (el salón que tiene los sillones).

Una vez de vuelta en el lugar, seria testigo de una escena perfecta.

Las dos mujeres, la suya y Angela, habrían acortado distancia y habrían comenzado a besarse tímidamente mientras sus manos habrían de recorrer el camino hasta sus cuerpos. Él se mantendría inmobil unos segundos en la entrada sin que ellas advirtieran su presencia y se diría mentalmente "gracias señor mío por este monento".

El presenciar esta escena, para él,  sublime, no sólo satisfacería el morbo impúdico que había sentido desde su adolescencia,  de presenciar una relación entre dos mujeres, sino que además,  le haría sentir dichoso de poder, por primera vez compartir con su esposa, el gusto y el deseo por otra mujer y que de esta manera la culpa recayera de manera cómplice en ambos, ya no por el hecho inmoral de serle infiel, sino por incurrir juntos en un acto impúdico y moralmente no permitido. Era esto último sin duda lo que lo llevaba a repetir mentalmente la escena una y otra vez durante esos días.

domingo, 13 de diciembre de 2015

La Funa XI.

XI.

CÓMO es de suponer y en atención a mi tendencia anterior, no escatimaré en elucubrar sobre las teorías que han llevado a tal ruptura.

Todo parte por el hecho en que se funda en él (en Naum) la idea obsesiva  de una relación sexual a trío, cosa que a sus cincuenta y tres años, se cuenta aun dentro de las fantasías no realizadas. 

En su juventud había sido objeto de la invitación, durante una junta, de dos de sus mejores amigas, que presas de una embriaguez, muy propia de algunos encuentros juveniles cristianos, con tinte espiritual,  habrían derivado en delirantes conversaciones de esta índole, que sin que ninguno de los tres se lo hubiese propuesto (llevaban semanas pensando en ello, después leer cada una, a escondidas un libro con un cargado contenido erótico, en donde personajes en situación similar, construían una relación de este tipo). A pesar de haber sido en ese tiempo mucho más joven y de tener un evidente mejor estado físico que el actual, que le hubiese permitido bueno y sano, satisfacer de sobra a esas dos señoritas, (incluso a tres, se atrevía a pensar) la embriaguez le jugó una pésima pasada y lo rindió dormido antes de empezar.

Por una especie de trauma y presa de la mayor frustración a la que puede optar un hombre en esa etapa de la vida, sus fantasías por mucho tiempo no volvieron a estar relacionadas al tema y jamás se atrevió a volver a intentarlo hasta hace algún tiempo en el que la obsesión había vuelto a anidarse a través de una conversación con una amiga de su esposa, de la que Naum, producto de unas copas de más, había creído interpretar como sugerente.

Por otra parte, le venía bien despejarse un poco de sus últimamente sombrios amoríos con Teresa, que desde hace algún tiempo, venían tomando un tinte profundamente  melancólico luego de consumado el acto y habían perdido de a poco ese fuego propio  de los primeros encuentros.

Naum había escuchado, hacía unos meses, en un programa de radio, hablar sobre un estudio de dudosa rigurosidad pero de muy conveniente resultado (a diferencia de mi, él presta menos atención al método científico y es mas crédulo de todo lo que lee) que concluía, basado en entrevistas psicológicas hechas a hombres y mujeres, que los hombres podíamos distinguir certeramente, solo a través de la mirada,  a las mujeres que se caracterizaban por tener mayor propensión al sexo.

Naum había creído observar varios de estos rasgos en el rostro de una amiga que su esposa llevaba poco tiempo de frecuentar.  Angela, bastante menor que él y que la esposa de Naum, era soltera y conservaba aún esa belleza delicada e inmaculada de la juventud, además de una personalidad liviana y risueña que animaban a Naum a participar de todas las reuniones en las que ella estuviera presente.

Por primera vez en muchos años, había vuelto a hacerse a la idea del trío amoroso sin que le vinieran a la mente imágenes de aquella ocasión en que su virilidad de durmió antes que él.  El problema radicaba en que a momentos dudaba de que efectivamente sus suposiciones sobre Angela fuesen acertadas y en el método (aún no definido) para plantear la cuestión a su mujer. Esto último era lo que lo traía más complicado dadas las profundas convicciones religiosas mantenidas hasta ese entonces dentro de su matrimonio.

Producto de su trauma, Naum no había tenido nesecidad de plantear antes el tema  y en las soslayadas conversaciones que habían procurado sobre cuestiones de esta índole,  ambos habían llegado a la conclusión de ser más bien tradicionales en el campo de las relaciones físicas, sin tendencia alguna a variantes de ningún tipo. Él,  aunque mayor que ella, siempre procuro mostrar (aunque no fuese cierta) una imagen moralmente  correcta, a veces incluso exageraba a propósito el todo conservador con la doble intención de, además de dar una imagen correcta, inducir en su esposa a que ella tomara un rol más libertino (soñaba con que fuese ella quien lo propusiera)

Aún cuando en estricto rigor, ella jamás tomó tal actitud, él,  sospechaba secretamente desde hacía algún tiempo, que ella se había hecho la imagen de estar con más de una persona al mismo tiempo y que podía incluso llegar a sentir una especie de atracción fisica por algunas de sus amigas, particularmente por Angela con quien se relacionaba con mucha naturalidad.

Por momentos, sus conjeturas parecían perfectamente fundadas y más de alguna vez estuvo a punto de planteárselo en conversaciones cotidianas durante la cena, con una naturalidad tal, que lo haría parecer absolutamente normal (se lo había propuesto e incluso  ensayado frente al espejo). Varias veces no lo hizo, única y exclusivamente, por estar presente su hija menor, quien podría querer hacerse parte de la discusión y pretender que se le explicase ciertos términos cuya explicación, por una cuestión de edad, aún estaba lejos de tener que entregar.

En otras ocasiones, sobre todo relacionadas a situaciones en las que su esposa mostró convicciones más cargadas de moral e hizo alusión al sentido común,  Naum creía caer en razón e imaginar una reacción de reproche e incluso asco frente a su propuesta y no le costaba imaginar que seria objeto de profundos cuestionamientos a su moral y hacia todas sus convicciones o las que creían tener en común y que habrían sido falsos cimientos de su vida matrimonial. En este escenario, temía perder con pan y pedazo, con su casa, su familia y con lo más preciado, el cariño de su hija.

martes, 8 de diciembre de 2015

La funa X.

Ha de ser cosa fascinante eso de confesar un crimen. Describir, más que el porqué, porque creo que todos, en absoluto, hemos deseado en algun momento de la vida cometer alguno, sin embargo, el motivo será menester de cada quien, lo que importa es el cómo, el paso a paso, lo que se hizo, lo que se planeó, los imprevistos, lo que se pensó mientras se hacía, y los segundos previos. Como se estuvo a punto de arrepentirse y como se dijo luego para si: "bueno ya he llegando hasta aquí, habrá que seguir adelante". Lo que se pensó después de que todo estuvo hecho, lo definitivo de los actos,  de que jamas se vuelve el tiempo atrás, en cómo cambiaría la vida de algunos, (y de la humanidad entera si esto llegara a saberse) a partir de ese preciso instante provocado por uno. De cómo se puede llegar a ser responsable del destino completo de un montón de personas, de cómo se llega, por momentos, al muy anhelado sueño de quedar, a perpetuidad, inscrito en el decurso de la historia. De cómo, generaciones completas después  hablarán de uno, del que cambió para siempre la vida de unos pocos y que servirá de ejemplo de lo que jamás debe hacerse para muchos otros. ¡Por Dios!, como me gustaría trascender a mi vida de esta manera, que se escribiese un libro, que hubiese quien indagara sobre mi y escribiese luego una biografía, y que en ella elucubrara intrincadas hipótesis sobre todos los sucesos en mi existencia que llegaron a generar la idea de cometer tales atrocidades. De que luego, algún aventajado en psiquiatría, elaborara una compleja clasificación de patologías mentales, en la que alguna de sus múltiples subramas llevase mi nombre. Por dios, que feliz sería yo, si algo así ocurriese. Me regocija de tal manera pensar en el que luego de algunos años, se leyese tal libro titulado por ejemplo "La Psicología Tras el Crimen de Roberto Naum" y de que alguien llegase a comprender mis motivos, a ponerse en mi lugar y a sentir que bien podría, bajo exactamente las mismas circunstancias haber llegado a hacer exactamente lo mismo. Por que uno puede llegar y leer la biografía de Ghandy o de la madre Teresa o de cualquier ser humano excepcionalmente bueno, pacífico, caritativo y se puede llegar a sentir admiración o simpatía, pero acaso jamás llega uno a ponerse en el lugar y a sentir que se puede llegar a ser aquella persona excepcional. No obstante,  bien podría yo  apostar mis genitales, a  que resulta menos lejana la idea, cuando el hecho en sí, resulta en algo inmoral, bajo o aberrante.

Es cierto, se lo que estarán pensando (debí haber sido mentalista) pero esta vez se los concedo.  He llenado treinta páginas de nada, que forma tan eficaz de hacerles perder el tiempo (puedo dejar la modestia a un lado y decir que, en general me resulta fácil hacer todo de forma eficaz, el problema radica en que casi siempre se trató de cosas deliberadamente inútiles).

Me veo en la obligación pues de darle sentido a estos escritos de una vez y por todas.

A escribir.

Por Dios, palabra que es difícil esto cuando no se es Cortazar o Julio Verne.

Es verdaderamente probable que fracase en ésto también. Que manía esta de procurarme mis propias frustraciones.

Ya les he dicho antes, de mi fracaso como esposo, por completo en mi matrimonio y sin que el segundo vaya por mejor camino. (Carla cada vez entiende menos lo que me pasa y sospecho que se avecina una crisis mayor).

Como padre, mi pequeña Martina representa la única esperanza de algún éxito en esta área, pero a menudo me sorprendo cayendo en entregarle las contradicciones más absurdas, como lo del viejo pascuero, el conejo de los huevos de chocolate (los conejos se reproducen por crías vivas y hasta ahora no se ha demostrado relación entre este fenómeno y la resurrección de Cristo) o esa copia grotesca, penosa y carente de sentido (en lo personal, no tengo la más puta idea de lo que celebramos en esa fiesta) que hacemos de haloween en Chile. 

Con los otros dos, a pesar de haber hecho lo moralmente correcto,  haberles proporcionado una familia, un techo, hasta que fueron capaces de valerse de si mismos, tampoco hay una relación, un lazo, tampoco me cuentan sus cosas, parecieran haber crecido de pronto y hasta hace un tiempo solo se acercaban a mi para pedirme dinero. Ahora que lo ganan, ya ni eso hacen, y cuando he intentado acercarme, no han escatimado en reproches a culpa de lo lejos que estuve antes, por las horas que preferí dedicar al trabajo en vez de a ellos. Y de pronto todo perdió el sentido. Yo que creía, hacía bien en trabajar de sol a sol para que nunca les faltase nada, para que al contrario, hubiese de sobra. Como paga, recibo a cambio reproches por no haber estado presente en los momentos importantes de sus vidas. Su madre que a mi parecer tampoco ahorró esfuerzos por permanecer a mi lado aún cuando nuestra relación se hubiere tornado ya de lo más hostil en el último tiempo, recibe como respuesta la más apremiada obsesión por dejar de vivir con ella como si quisieran huir desesperadamente del nido.

Podría, entonces, para darle un sentido a esto, (ya dijimos que no soy Neruda) seguir hablando de como he gastado buena parte de mi vida en experimentos inútiles y aunque se que a algunos podría llegar a parecer divertido, no me parece que se cumpliría con el objetivo de dar una continuidad coherente a estos escritos.

Podría también, terminar con este absurdo juego misterioso y esclarecer el enigma planteado en un principio a cerca de mi rol en la sociedad y aunque en algún momento pretendo aclararlo y considerando que muchos ya lo sabrán, mi objetivo con ello (con aclarar quien soy), era que ustedes comprendieran lo del odio de la sociedad a gente como yo, y sin embargo,  con todo lo que he contado hasta acá, me parece que esto (el lograr que se me odie) ya está bastante resuelto.

Podré contarles sino, a cerca de mis retorcidas fantasías acontecidas de la vida de Naum,  pero a pesar de que puedo probar estar en un noventa y ocho por ciento seguro, de que no se alejan en nada o muy poco de la realidad, no dejan de ser fantasías (como me perturba ésto)

Existe ,sin embargo, un hecho que si podría resultarme  interesante de contar.

Se de buena fuente que Naum viene desde hace un tiempo frecuentando a una mujer en forma constante. Sé que a diferencia de otras veces en que ha mantenido la reserva, quizá por no ser a su juicio aventuras de suficiente importancia, en esta oportunidad, aunque no lo ha manifestado, ha querido contarme en repetidas oportunidades, como quien de niño vive uno de sus primeros romances que quiere gritar al mundo o bien, por tratarse de un hecho reprobable y conociendo mi opinión al respecto del tema, a pesar de que jamas lo hemos conversado concretamente, ha querido contar con mi venia. 

Sin embargo, esta vez, Naum ha cometido una serie de errores que a mi juicio y a decir verdad, a juicio de cualquiera, lo han llevado a ser descubierto in fragante por su mujer, quien le ha dado plazo irrevocable para que deje su hogar y a la familia que hubieren formado juntos.

miércoles, 2 de diciembre de 2015

La funa IX

IX.

ESTOY agotado. A veces creo que debería pensar menos, luego me lleno de cólera conmigo pensando, en que hasta pensar en cuanto me agota pensar tanto, es en sí es un pensamiento. No logro poner mi mente en blanco, por que de  inmediato, me imagino en esta tarea y ya no estoy pensando en nada, sino en mi mismo pensando en que no estoy pensando. Es como el acto de enfrentar dos espejos. De niño una vez traté de imaginar que vería un espejo cuando se mirara al espejo y como ya estarán suponiendo lo llevé a cabo. Mientras lo hacía tuve la ilusión de que obtendría la imagen de la nada, pero muy por el contrario al asomar mi vista por encima de una esquina del enfrentamiento, vi aterrado como la imagen se reproducía hasta el infinito. 

Es diciembre y sé que se acerca una de esas época en que florece con mayor ímpetu, uno de los más gloriosos contrasentidos humanos de occidente. Y ya no es necesario que sea diciembre, por que el comercio lleva al menos dos meses encargado de ponerlo en la cabeza y en boca de todos.  Y ya hay que empezar a pensar en comprar regalos, en decorar la casa, en los invitados, en con quien se va a pasar este año, en la cena. Y la verdad es que ya desde hace unos veinte años que está fecha, para mi, resulta en una sola cuestión. Gastos.

Hace dos o tres años, cuando mi Martina tenía cuatro, enloqueci por hacer de esta una época grandiosa en su vida. Compré una máquina de espuma y justo a media noche fabrique una nevada artificial en la que cayeron copos de fina espuma muy similares a nieve en la entrada de mi casa. Me gané con ello abrazos y miradas de admiración por lo "buen padre" que era con mi hija, y por supuesto la mirada absorta de mi Martina,  que  estuvo fascinada con aquellos copos cayendo desde el cielo, transformando aquel antejardín  en un paraje estadounidense cualquiera.

Cuanto me arrepiento. Me he arrepentido desde el primer instante. Desde que compre la maquina, cuando la coticé, cuando la probaron frente a mi, cuando la estaba pagando, cuando la eche a la bolsa, cuando me preguntaron si era para regalo y dije que no, pero si, y la persona  rió, desde que llené su depósito con el químico que produce la espuma, que se llama "MagicFoam" y tiene una estrellita amarilla en vez punto de la i, desde que subí al techo y la deje instalada, desde que salimos al oír las campanillas que la señora Juanita amablemente accedió a agitar escondida en el arbusto de la entrada, aun cuando le negaramos el permiso para ir a ver a su familia al sur, argumentando de que ya había salido dos semanas  para las fiestas patrias.  Y los cuatro minutos antes de toda esta enorme farsa infame.

Ni la cara de sorpresa de mi hija, pudo quitarme la culpa de estar fundando en ella una contradicción tan absurda.

Recuerdo que esa misma noche  le pregunté, como queriendo adivinar, por qué le gustaba tanto la navidad. Ella no dijo nada del espíritu navideño (otra creación gringa) o de que se reúna la familia (de las pocas veces en el año que los veo) , o de que cenemos juntos, o de que se hagan buenas acciones (mentira, solo se compra) o de que la gente ande más contenta (estresada), ella no dijo nada de eso. -obvio papá,  por los regalos.

¿Que niño (o adulto) habrá de cuestionar tan absurda verdad, si se lo premia por creerla?

Les diré algo. En Santiago de Chile no neva,  y si ha pasado en forma muy excepcional, es en invierno. En diciembre acá es verano y hacen treinta grados. (Este año compre una pintura dorada en aerosol, con la que el domingo estuve decorando los árboles de la entrada).  Acá no hay pinos, no crecen en forma natural, sino por plantaciones con fines comerciales,  más hacia la costa. En ultimo caso, deberíamos decorar algarrobos, palmas, patagüas o coigües. (Para este año, compré un pino natural de tres metros y medio que no cupo en el living (el salón que tiene los sillones) y hubo que ponerlo en el patio, para eso habría que haber decorado el que había plantado)

Esperen, tengan la bondad de seguir adelante,  aun no he llegado a la mejor parte.

-y ¿por que crees tu, que el viejito pascuero viene en su trineo volador a traerte regalos? (admito haber sido aquí algo sarcástico,  pero ella jamás entendió de mala manera mis sarcasmos)
(el año pasado me disfrace de viejo pascuero. Soy flaco, fue un desastre, Gapar y Antonia, los hijos de mi sobrina mayor, aun me preguntan si era yo en realidad. Para este año decidimos contratar a alguien con experiencia)

Acá, como ya habrán de suponer, Martina no mencionó nada de la conmemoración del nacimiento de Cristo, que para estas alturas del mito, con lo de la fecha, es mera coincidencia.  Tampoco dijo nada sobre lo abrigado que anda ese pobre gordo, ni del trineo que vuela, ni del reno víctima de maltrato por sus pares a causa de su nariz roja e iluminada.

-por que me porté bien, dijo mi bella Martina, ya con unos diminutos ojos de sueño.

No sólo he engañado a mi hija durante años, sino además, chantajeo su comportamiento con una ilusión que llega a ser aberrante de lo absurda.

Momento, momento, déjenme adivinar. Estarán pensando (los más jóvenes al menos). .. lo voy a graficar en una frase mejor  -ah pero usted es como el "grinch" (no estoy seguro de si escribe así).

Pienso en eso y una carcajada nerviosa me sobreviene y me crispa las manos como si tuviese atrapado a alguien desde el pescuezo y no me aguantara las ganas de asfixiar. Porque ese grinch (o como se llame) también es un personaje amargado, pero no es esto lo que me irrita, (lo admito, soy de lo mas amargo) sino el hecho de que ese personaje proviene una película de hollywood. O sea, hasta para eso, hasta para oponernos, hasta para cuestionarnos (me incluyo) tampoco tenemos una identidad propia. Al diablo. O debería decir: fuck!.