domingo, 30 de agosto de 2015

Soledad

Lo mas doloroso de este triste silencio, es que se esgrime como si ambos supiésemos el final.

Ayer viniste sin venir. Trajiste el libro de Cortazar que otrora te prestara entusiasta y que por lo que sé, no leíste. Solo lo dejaste sobre la mesa sin intención de dar explicaciones. ¿por que uno devuelve algo prestado sin haber terminado de usarlo? Dicen que los hombres no leemos entre líneas pero yo leí perfecto. Quizá es solo idea mía, tal vez te diste por vencida sólo con el libro y no con esta relación o quizá te vino un interés fulminante y en una tarde mientras no te veía, lograste avanzar las 200 o 300 páginas que te faltaron para terminarlo.  No lo sé, pero para mi fue un "te lo devuelvo ahora, por que no se si pueda hacerlo después" y se me repite cada vez que paso por la mesa, rumbo a la cocina o a otro sitio de la casa, y frena mi intención de llamarte y de saber cómo estás.

Ayer viniste y te quedaste si, pero no viniste. Esta mañana cuando te oí salir temprano mencionaste que habías dejado tus cosas olvidadas en tu auto, como si al bajarte no hubieras estado segura de querer pasar la noche juntos. También te paso otras veces, quizá solo las ganas de llamarte me han vuelto de pronto tan perspicaz.

Ayer hablamos, eso sí lo hicimos, pero a ratos tus silencios daban la razón a mis argumentos que yo, como en toda discusión de pareja tendí a exagerar un poco para recibir de vuelta un "no, no es eso terrible que estás pensando", pero no lo oí.  Tal vez también hablamos, pero no hablamos. Prefiero pensar que fue eso y no que tenía razón en todo lo que dije.

Hay un detalle si. Pequeño en proporción, pero detalle. Que me podría hacer pensar que hay una pequeña porción de ti que no se fue contigo, y por mas que te pase siempre,  tal vez si estuvieras tan segura en tu decisión, no te habría pasado. Ayer también te fuiste sin irte. Y dejaste sobre la mesita, un aro olvidado. A ratos pienso en lo ridículo que debo parecer con mis esperanzas aferradas de un aro. Sin embargo lo dejo ahí, inmóvil entre mis cosas, también a Cortazar. No se si por no tener fuerzas suficientes para guardarlo y evitar que tus recurrencias recurran,  o por qué aún quiero conservar esa esperanza de que vuelvas a buscar eso de ti y de mi, que olvidaste y que aún existe.

sábado, 29 de agosto de 2015

Pregunta tonta

Cada profesor debe tener como todos su frase típica, pero si hay alguna que con mucha probabilidad debe repetirse, seguro se trata de lo de  "vamos, pregunte nomás, no hay pregunta tonta". Bueno yo creo que puedo rebatirlo.
Una vez en mi anterior trabajo, en el consultorio se acercó a mi oficina Francis,  un caballero de unos 65 años, con acento francés al que un glorioso pasado de deportista y modelo le habían heredado un no despreciable buen estado físico para sus años. Paciente antiguo con el acento que aún conservaba (¿por que será que hay ciertos extranjeros que nunca dejan de serlo gracias a su acento, nosotros en cambio que cruzamos la cordillera un fin de semana y volvemos hablando de vos, sho y el pibe? ¿Será el poco arraigo con nuestra cultura? O quizá nuestro idioma es demasiado neutro, entonces no cuesta nada adaptarlo a otro molde) (esto de los paréntesis cada vez más extensos es un vicio contraproducente por que hace que uno mismo se pierda en la lectura) estábamos en que Francis se acercó a la oficina a pedir cita ya que para la anterior le había sido imposible asistir debido a que había tenido que viajar de imprevisto a Francia al funeral de una tía cercana. Todo esto me lo contó mientras yo buscaba una hora disponible para agendarlo ya que mi secretaria andaba resolviendo menesteres propios fuera de la oficina. A esto había que sumarle que  poco faltaba para la hora de almuerzo y que yo había visto no por primera vez, sentada en la sala de espera, a una chiquilla que llamaba poderosamente mi atención. Eso sin contar que toda mi capacidad neuronal estaba ocupada en buscar un espacio en la agenda donde anotar a Francis. A pesar de estar parado frente a frente  y haber escuchado todo su discurso acompañado incluso de un ademán de tristeza cuando dijo lo de la cercanía de la tía, en mi cabeza y producto de la hora, el hambre y la chiquilla, resonaron sólo "viaje" y "Francia"  y acto seguido, formule lo que podría calificarse indiscutiblemente como una pregunta tonta o a lo menos mala: -¡ah!, que me alegro ¿y como le fue en su viaje? Ahí fue cuando su ademán se acentuó y me respondió con franqueza -mal po ¿como quería que me fuera? Si fui al funeral.

miércoles, 26 de agosto de 2015

Hay un guardia en el lugar donde hago turnos los martes, mayor, de unos 50 años, no muy alto, bien atento. Tiene la voz igual, pero igual a un amigo que también  trabaja ahí, conduciendo la ambulancia. Por lo general no coinciden (al menos a mi no me había tocado) Me ha pasado a veces que llego y escucho su voz y al ir a saludarle, me doy cuenta de que no se trata de mi amigo, sino del guardia, el que tiene la voz parecida. Sin embargo ayer paso algo alucinante.  Había imaginado la escena millones de veces, pero fue  aún mejor de lo que pensé. Coincidieron en el turno los dos y para mi sorpresa se saludaron bien amistosamente. Mientras yo estaba en el baño se encontraron  y hablaron en el pasillo.  Fue lejos lo más freak del mundo en ese momento, como escuchar a mi amigo hablar consigo mismo. Si inventaren una maquina para meterse dentro de la cabeza de alguien y escuchar sus procesos mentales, estoy seguro de que se oiría tal cual.

martes, 25 de agosto de 2015

Intento 8

No vaya usted a entender
que lo que intento es poesía.
Habiendo prosa, habiendo cuento,
habiendo crítica o ensayo,
Sin mencionar a la lírica profética
Tanto género interesante
¿Que que sentido absurdo tendría
De darles yo a estas líneas tétricas
Un final tan indignante?
¡Por favor!

La poesía es perfección de esa que no existe
Es como adorno inútil con su belleza de mentira
Plagada de meloso sarcasmo y llena de hipocresía
No señor!

No hay como un buen cuento
desordenado y sin sangría
salpicado entre letras, palabras  líneas, borrones, puntos y comas 
Sin el  más mínimo orden y colmado en sabiduría

Ni rima ni verso ni nada!  cual parecido tuviese a la métrica insulsa que un día pusiesen en moda una tal Mistral o un tal Neruda, No estoy de acuerdo, no la entiendo ni esfuerzo haría
no me inspira, ni pretendo
Escribir ni el más mínimo verso

Por favor se lo pido y esta vez con alevosía, no me ponga otra vez en aprietos con esa idea de poesía.

lunes, 24 de agosto de 2015

La Venus de las Pieles

Pocas veces antes en el cine estuvo tan bien trabajada la sensualidad de una mujer en su cuarta década de vida, como la de la actriz  Emmanuelle Siegner en el filme "La Venus de las Pieles" de Ronan Polanski. La película relata en tiempo real sobre la búsqueda de un director que lucha por encontrar a la actriz que logre dar con la talla para representar el papel protagonico de su adaptación al teatro del libro homónimo del escritor austriaco Leopold von Sacher-Masoch de1870, (autor al que se atribuye el origen del término sadomasoquismo). En ello se ve de pronto inmerso en la propia obra, explorando los más ocultos pasajes de su propia personalidad, los que sin duda han influido en la adaptación del texto original al teatro. Mérito indiscutible resulta del hecho de que, a pesar de su acotado reparto y su locación única,  la película logra una tensión que cautiva durante cada uno de sus 96 minutos de duración. El humor negro, su fotografía y música, además de dos actuaciones sencillamente sublimes hacen de ella una película capaz de cautivar y atrapar a cualquiera.
El filme se exhibe en Cine El Biógrafo (José Victorino Lastarria 181) todos los días de la semana a las 15:30 y 19:30 hrs

sábado, 22 de agosto de 2015

Discurso Póstumo

Unos de los mayores propósitos que han fundado mis pretensiones de escribir, no son el hecho de la retribución económica ni el reconocimiento público. Mucho menos algún premio literario de ningún tipo, que en mi calidad de funcionario de salud, constituiría un desdeño franco a quienes si han dedicado afanosamente sus horas de vigilia a este fin. Mi propósito en sí mismo radica en el hecho de  trascender. El simple acto de que algún ser humano lea alguno de mis textos en cuanto yo haya dejado de existir.

Después de algunas semanas con esta idea que confieso se ha vuelto a ratos obsesiva, llegue a la convicción fundada  de que una buena forma, si no la mejor, de asegurarme que esto ocurra, sería escribir un discurso y dar instrucciones expresas a mis más cercanos para que éste sea pronunciado en mi funeral. Esta ocurrencia, si se me permite, brillante, me faculta además, ya no sólo a tener a la trascendencia como idea, sino plantearla como objetivo de vida y de este modo "partir" hacia la siguiente, (si es que hubiere tal) sin temas pendientes como a tantas otras pobres almas les debe ocurrir hoy en día.

El siguiente paso no menor en mi proyecto fue elaborar el discurso en si. Digo no menor por que no es en absoluto fácil dictar las pautas de lo que le gustaría a uno que se dijese de si mismo en su despedida sin el riesgo de caer en lo soberbio o por el contrario en la miseria del desdén absoluto por procurar humildad, que en cualquiera de los resultados posibles sería nefasto es este contexto.

Deberé aclarar también, que toda esta elucubración esta elaborada poniéndome en el caso de que muriera hoy,  o a lo sumo mañana, ya que dadas las infinitas posibilidades que podría deparar mi destino, no estoy en pie asegurar que, del que se hablase en un discurso ulterior, fuere el mismo que suscribe hoy.

Lo complejo de la tarea radica también en que, resulta preciso para ella, imaginar la forma en la que se producirá el acontecimiento fatídico puesto que, seguramente el discurso en cuestión no sería el mismo de tener una muerte asociada por ejemplo a un inusual caso de combustión espontánea o bien producto de una falla orgánica múltiple asociada a la edad.

Ahora bien, como mi edad situada en el contexto histórico actual, difícilmente  podría ser considerada como avanzada (obviando la opinión de mi hija de 6) me atrevo a plantear como causa de muerte la tesis primera o en su defecto cualquiera de similares e inesperadas características.

Lo siguiente a imaginar en esto que se vuelve cada vez más complejo, es como iría a ser mi rito fúnebre,  que de seguro tendría factores que podrían influir en la construcción del discurso. Peor aún, muchos de ellos si no es que todos, inmanejables. Los asistentes por ejemplo. Estuve tentado por algún tiempo se hacer discretas  tarjetas de invitación pero deseche luego la idea  por considerarla tan macabra como poco efectiva.

Es aquí donde aparece el recurso no tan genial ni propio del testamento. No obstante, más que la herencia de los escasos bienes materiales que poseo, no es este un instrumento que permita manejar muchos otros asuntos.

Durante mi arduo trabajo, he llegado por distintas vías a la conclusión de que llevar a cabo esta idea que en principio resultaba tan práctica, requiere para su realización la predicción de hechos futuros,  para lo que me declaro en completa incompetencia a lo que además se han ido sumando dificultades de toda índole, lo que confieso me han llevado al borde de abortar el proyecto en repetidas oportunidades.

La única conclusión que estoy en posición de afirmar hoy, después de toda esta reflexión anterior, es que el único intento de escritura plausible de transformarse en discurso de despedida sería llevar a este a una flexibilidad extrema de manera de poder acomodarse a la mayor cantidad de situaciones posibles, lo que desde luego acortaría sus párrafos a riesgo de coartar el poder mostrar a los oyentes el modesto talento que ostento como escritor, lo que en principio se opone de mala manera al objetivo mismo que inspira el discurso.

Sin duda mi idea que en principio parecía tan genial ha ido perdiendo fuerza en tanto me he ido topando con los obstáculos que implican su realización y lo más seguro a fin de no defraudar al futuro lector de mi discurso, que ojala espere mucho tiempo más para ser leído, será por ahora darle la forma de mis frustrados intentos por escribirlo.