Hubo una vez una idea que rondó por largo tiempo el imaginario de un escritor. A veces paso tan cerca que estuvo a centímetros de ser atrapada y transformada en cuento. Otras veces dio vueltas rápidas como en espiral, sin dejarse ver con claridad. Hubo algunas, en las que se alejó tanto que se confundió con el olvido, dejando a su captor sumido en la más mísera de las tristezas.
Escritor obstinado, sin embargo, como todo buen escritor que se precie de tal, una noche tomó su pluma más puntiaguda, cargó el depósito con la tinta más negra y salió resuelto a no volver a su descanso sin una idea transformada en prosa, aun cuando su cordura tuviere que ofrecer en sacrificio.
Tan curioso como complejo, resulta difícil dilucidar, si puede darse por lograda la victoria en esta historia. Más aún no se sabe bien si su cordura hubo de ofrecer al momento de la escritura o si la escurridiza idea en cuestión, para sorpresa de el mismo y seguro de quien lee, llevada a la prosa, no era otra que su propia historia en busca de inspiración.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario